Eran como las dos de la mañana. Unos fuertes golpes en la puerta de su vivienda despertaron al doctor Orlando Pérez.
«Doctor, doctor, tengo al viejo muy malo». Era una vecina, quien muy preocupada por la salud de su padre acudió en horas de la madrugada a la casa de aquel buen hombre que además de médico, de los buenos, vino al mundo para servirle al prójimo.
Situaciones como estas eran muy frecuentes en el domicilio del Dr. Orlando, en el sector de La Cabecera, parte alta del municipio San Rafael de Carvajal, donde vivía con su esposa y un hijo. Otro hijo reside en el exterior.
El Dr. Pérez echó raíces en ese lugar al enamorarse de la que hoy es su esposa y madre de sus hijos, una bella lugareña de nombre Zoraima para gloria de Dios y bendiciones para la gente de La Cabecera y San Genaro, quienes se ganaron a un buen vecino, amigo y profesional de la medicina al servicio de la comunidad.
No importa la hora ni lo lejano, donde se encuentre el paciente, hasta allá conduce sus pasos el doctor Orlando Pérez para ver a la persona enferma.
«Por ahí pasó el doctor, será que hay un enfermo, comentaban los vecinos cuando observaban al galeno cruzar frente a sus casas.
CONSTERNACION EN CARVAJAL
Un día que no quisiera recordar voló la ingrata noticia. El doctor Orlando, está hospitalizado con Covid. Desde ese instante en La Cabecera y San Genaro se declararon en oración por la salud de su santo vecino, su José Gregorio Hernández como lo consideran.
En verdad es extraño, muy raro, el hogar al cual no haya acudido aunque sea una vez en la vida para atender a alguien con problemas de salud. No les cobraba ni un bolívar y además personalmente buscaba la medicina al paciente, ya que la mayoría, provenientes de familias muy necesitadas no tenían ni para comprar una pastilla para un dolor de cabeza.
Las noticias corrían veloz como el viento. El Dr. Orlando mejora. Gracias a Dios. Hay que conseguir recursos porque el tratamiento es muy caro.
Y era tanta la preocupación de la vecindad que el celular colapsó. Su hijo como buen comunicador social emitía todas las noches un parte sobre la salud de su padre. Por cierto que uno de los últimos era muy optimista y de repente nos topamos con la muerte del Dr. Pérez.
La oración siempre fue con mucha fuerza espiritual por aquel cristiano que años atrás ya era ungido por el todopoderoso, al incorporarse en cuerpo y alma a las actividades de la iglesia católica en San Genaro, primero bajo la tutoría del padre Miguel Angel Monsalve y ahora con su sucesor, Luis Bolívar. Era Ministro del Altar y se preparaba para el Diaconato.
Pero, el llamado definitivo de Dios, no era aquí en esta tierra, el lunes 18 de enero, muy temprano, el Dr. Pérez entregaba su alma al creador, víctima del mortal virus.
Un golpe muy duro para La Cabecera y sus alrededores y centros de salud donde laboraba. Dolor, tristeza, llanto. Las lágrimas se elevaron hasta los pasillos del cielo. En el hospital PEC sucedía algo igual ya que al conocerse su deceso fue tanta la aglomeración de gente y familiares que debieron ser desalojados.
El Dr. Pérez ya físicamente no atenderá a sus vecinos por aquellos lares, ni acudirá a la iglesia en San Genaro, pero quedará sembrado en el corazón de su pueblo y de todos los que lo conocieron y gozaron de sus atenciones médicas como premio por su humildad y servicio a favor del pueblo.
Descanse en paz