Criterios éticos para elegir bien a nuestras autoridades y gobernantes | Por: Raúl Alberto Casanova-Ostos*

Gotitas De Miel

 

Ante el sinuoso escenario pre electoral venezolano creo necesario emitir una opinión como ciudadano y en este momento con una alta responsabilidad como Rector de una de las universidades experimental mejor ranqueada nacional e internacionalmente, basado en los principios de la Ley de Universidades (Artículos 2 y 3) y por supuesto en la doctrina cristiana que por tradición fue fomentada en mi humilde hogar.

Algunos criterios éticos, que creo son necesarios para elegir mejor a nuestras autoridades en general: En primer lugar, debemos distinguir entre la “gimnasia electoral” con la vivencia de una “auténtica democracia” donde hay aspectos “no negociables” para el ciudadano común a la hora de emitir el voto. Recordemos que, en un sistema democrático, en la medida que estén asegurados los árbitros electorales fidedignos, donde participen todos los partidos políticos, sin presos políticos ni persecución sobre los actores que participan, donde la observación internacional sea garante de los procesos electorales, donde el resultado probo sea aceptado y sujeto de auditoria, donde la participación de los ciudadanos sea libre en las opciones políticas y que se garantice a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o de sustituirlos oportunamente de manera pacífica, en esas condiciones esa Democracia será verdaderamente fuerte.

Lamentablemente, el escenario pre electoral expresa una crisis de representación; las campañas electorales no preparan a los ciudadanos para elegir responsablemente, más bien, promueven la confusión y el descreimiento. Así se tergiversa en la práctica el régimen democrático, que debe regirnos y asegurar la promoción del bien común en todas sus formas.

Durante algún tiempo se decía, “no hay que entrar en la política porque es sucia”, a lo mejor tenían razón, pero precisamente frente a esta situación, los ciudadanos probos deben entrar en la política, haber si la limpian un poco. Tenemos que reconocer que se ha omitido esta participación por el temor a no mancharse, dejando el campo abierto aquellos que han hecho de la política una manera de vivir de espaldas al pueblo, olvidando sus promesas y cayendo en actos de corrupción.

Es hora de entrar en la política, para transformar el modo de gobernar y de gestionar las cosas temporales, que ha de estar inspirado en la verdad, la justicia y orientado hacia el bien común.

Tengamos en cuenta que si la física no contemplara la ética habría otras bombas como la de Hiroshima, lo mismo que si a un político le faltara la ética tendríamos resultados catastróficos como los que estamos viviendo a diario.

Por naturaleza institucional no se puede abdicar de ningún modo de la participación en la política, es decir, en la variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común, que comprende la promoción y defensa de los derechos tales como el orden público y la paz, la educación, la salud, la libertad y la equidad e igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia y la solidaridad.

Ya Platón decía que el hombre, es por naturaleza un ser político. es decir, en nuestro caso, nos corresponde ocuparnos de muchas cosas, algunas temporales, hacer que esta ciudad, esta región, este país se distinga, no precisamente por la cantidad de dinero que tiene, sino por la capacidad de gestión, por la transparencia en la ejecución de las obras que, por cierto, no deben reducirse a construcciones de aceras y brocales (como es costumbre de los actuales gobernantes), sino también a la formación ciudadana, y el mejor modo de lograrlo será con el ejemplo de sus autoridades. Así los jóvenes y líderes emergentes ya no se sentirán desencantados de la política, sino que asumirán el compromiso de aportar su talento y tiempo para lograr sus nobles ideales y legítimas aspiraciones.

Vemos como los candidatos ensayan su mejor sonrisa, alistan su mejor slogan, invierten sumas cuantiosas en publicidad sin saber su origen e intentan cautivar con sus promesas, pero olvidan decir y sobre todo de demostrar, que serán honestos en la administración de los recursos y bienes, que su compromiso será un auténtico servicio y no servirse del cargo.

Ser autoridad exige honestidad y transparencia, tener la capacidad de conocer a la gente, de dialogar con ella, de hacer propuestas claras y reales, de actuar con la verdad y asumir compromisos con la justicia orientada hacia al bien común.

Dado que la democracia es un sistema de respeto de las libertades ciudadanas, y teniendo como antecedente que, en el Venezuela, las masas electorales son fácilmente manipulables; opino que las elecciones deben ser absolutamente libres, como en los países nórdicos, sin pancartas ni vallas, ni carnavales ni caravanas electorales, es decir que cada ciudadano en el ejercicio de sus derechos, se sienta libre en emitir su voto y no sea obligado. Esto será la expresión de una democracia en proceso de madurez, que respeta la voluntad del ciudadano y contribuye a un auténtico desarrollo y progreso.

Tengamos en cuenta el compromiso del Santo Tomás Moro, proclamado Patrón de los Gobernantes y Políticos, que supo testimoniar hasta el martirio la «inalienable dignidad de la conciencia». Aunque sometido a diversas formas de presión psicológica, rechazó toda componenda, y sin abandonar «la constante fidelidad a la autoridad y a las instituciones», afirmó con su vida y su muerte que «el hombre no puede separarse de Dios, ni la política de la moral».

Este proceso electoral exige la coherencia “entre fe y vida”, entre “lo ético y lo moral”, exhortar a los ciudadanos a cumplir, guiados siempre por el espíritu democrático, dándose cuenta que la propia fe es un motivo que le obliga al más perfecto cumplimiento de sus deberes, según la vocación personal y profesional de cada uno.

Si es que hay elecciones libres y democráticas, con un árbitro electoral designado como lo establece la ley, creíble, un proceso auditable y con la participación de los partidos políticos que son, nos corresponderá hacer un voto, libre, consciente y responsable y a los candidatos a servir a la población (que rindan cuentas como debe ser) y no servirse de ella ni de los cargos.

 

*Profesor universitario UNET / SC.

Twitter : @abejaarr

 

 

 

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