Crisis de autoridad | Por: Camilo Perdomo

 

“El maestro dijo: Un pueblo es fácilmente gobernado cuando sus superiores cultivan las costumbres sociales. Confucio, en Analectas. 14. 41.”

De nuevo la casi eterna afirmación crisis de autoridad en sociedades como la venezolana. En los antiguos romanos está el origen del término autoridad y viene de autoritas, relacionado también con aumentar, perpetuar. No es un poder ni una violencia, es algo que no se percibe de manera simple; Puede ser un aviso, un consejo, una ley, una norma, pero nunca es una imposición. En la experiencia de los senadores romanos, imponer por medio de la violencia algo es reconocer una ausencia de autoridad. En el caso venezolano, los autoritarismos y dictaduras son ejemplos de lo aquí dicho como crisis de autoridad. En el caso de los antiguos griegos, la autoridad no les preocupó y según Platón, su texto Leyes vincula la manera de ejercer los vínculos entre pueblo y gobernantes. Con la idea de revolución, la tradición de autoridad entra en crisis y quienes se oponen como tradición son acusados de reaccionarios. Si algo destruye la idea de revolución es la tradición, entra así una crisis de cultura y toda idea de autoridad se hace ambigua. En ese proceso, que puede ser largo o corto, el caos, la incertidumbre y la ingobernabilidad se sintetizan básicamente en una crisis de autoridad. Las movilizaciones de sectores sociales, las expropiaciones de cualquier cosa y con cualquier motivo no son sino un nuevo  orden dentro del desorden generado por la crisis de autoridad donde toda idea de disciplina y tradición queda a un lado bajo los términos vaciados de contenido como pueblo, masa, clase social, Estado, tolerancia y otros. Si usted observa de cerca, como recomendaba C. Marx, en nuestra cotidianidad percibirá una idea de autoridad difusa, inexistente en sujetos reales, sin voluntad de gobierno, pero sí de violencia. Percibirá una cierta irracionalidad frente a la concepción de eficiencia (en no importa cuál servicio) inducida. No se trata de simplificar el proceso político nuestro dentro de la metafísica de bueno o malo, de socialismo versus capitalismo, de izquierda contra derecha; esa es la leyenda urbana y poco me interesa tal verborrea insípida para la investigación del poder y la cultura; pues de eso se encargan los salivadores del micrófono.

Lo interesante de nuestra crisis de autoridad (que viene de lejos como cultura) es el problema de la libertad y la justicia y donde los estudiantes de ciencias políticas o del derecho aún no se enteran de la muerte de la Modernidad, y cómo con ese cadáver insepulto se afectó todo componente de la autoridad como concepto general. Con los avances de la tecnología y la digitalización de la información se observa una arista de esa crisis de autoridad en la ausencia de obediencia. El biopoder instalado ahora se hace obedecer por medio de la violencia; luego la autoridad no existe. Cuando hay diálogo y persuasión en una sociedad, el orden autoritario se convierte en un orden jerárquico. Allí los argumentos cuentan, pues la relación entre quien manda y quien obedece no se basa en una razón común ni sobre el poder del que manda sino en la idea de justicia y legitimidad. Es por ello que entre nosotros con una crisis de cultura y educación nos cuesta demasiado entrar en argumentos y la idea de reconocimiento del otro o la legitimidad de la jerarquía la desobedecemos. Como podemos deducir, nuestro problema social no parece sencillo de resolver. Saque sus conclusiones.

 

 

Camilo Perdomo

camiloperdomot@gmail.com

@CamyZatopec

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