Hoy por hoy, sabemos que a la climatología global la se halla afectada durante el siglo actual a causa de la emisión y/o concentración de gases efecto invernadero (GEI), lo que se manifiesta extremadamente, en precipitaciones y sequías globales devastadoras a destiempo, en cualesquiera lugares del mundo, tal y como ocurrió en Vargas durante 12/1999, a causa de las lluvias torrenciales.
Aún así, existe incertidumbre e imprecisión sobremanera, y las respuestas de los ecosistemas, que quizá se traduce inexorablemente, en desequilibrios económicos y hasta de salud pública, tal y como ha sido el caso venezolano desde las riadas en Vargas durante 12/1999 a causa de las lluvias torrenciales, recurrentes de efectos también extremos por Aragua, Táchira y Mérida en 2022 pasado.
El impacto sobre la humanidad entera, lo cual se ha venido manifestando en alteraciones de los ciclos estacionales; toda una incertidumbre referida al cambio climático y/o calentamiento global en cuanto a los ecosistemas, de efectos socioeconómicos bastante críticos.
La acumulación gradual de GEI ha conllevado un aumento de temperatura sobre la superficie terrestre, incremento que inicia por el uso indiscriminado de combustibles fósiles a causa de las actividades antrópicas y el desmonte abusivo en la Amazonía, que se relacionan con factores socioeconómicos, como por ejemplo: explosión demográfica, seudocrecimiento económico, costo y alcance de fuentes energéticas, producción y consumo, entre otros.
Sobre la población conlleva consecuencias críticas: enfermedades infecciosas, tales como: paludismo y dengue, entre otras, además de escabiosis; inundación de espacios aprovechables, junto con la extinción de especies animales y vegetales autóctonas.
La crisis climática regional podría afectar a la biodiversidad, las condiciones del hábitat costero, el régimen de incendios forestales, las actividades agropecuarias, la generación hidroeléctrica, tal y como ocurre, hoy día, en Guri a causa de la práctica de minería ilegal en la cuenca del río Caroní, estado Bolívar, más el impacto de un proyecto ecocida denominado Arco Minero del Orinoco (AMO), que conlleva una alteración gradual de la Orinoquía, más las actividades de delincuencia organizada, bajo auspicios del propio estado venezolano.