Marybeth Tinning, nació en 1942, tuvo una infancia solitaria, fue muy buena alumna aunque su padre siempre la menospreciaba.
También sufría en la escuela pues sus compañeros siempre se burlaban de ella, aunque trataba de sobrellevarlo.
Creció y se convirtió en una mujer amarga y resentida por todo lo vivido y con una gran necesidad de amor.
Fue empleada como enfermera en el hospital Hellis de Schenectady, conoció a Joe Tinning y se casaron en 1965, él tenía un empleo en la General Electric como analista de sistemas.
Tuvieron 2 hijos y su marido se puso muy feliz cuando ella le anunció un nuevo embarazo, fue así que, en diciembre de 1971, nació la pequeña Jennifer, pero falleció en el hospital, situación que consternó mucho a la pareja.
Algo malo nació en ella…
En el funeral del bebé todos sus vecinos estaban muy tristes y se acercaron al matrimonio para ofrecerles todo su apoyo. Ella sintió que por primera vez le estaban prestando la atención que no había sentido en toda su vida.
Tuvo sentimientos encontrados por un lado tanto cariño la aturdía, pero por otro la hacía sentirse muy bien. Ellos no sabían que tantas atenciones iniciarían una matanza que duraría años.
Antes de ir para el funeral, lavó y dobló toda la ropa del bebé, la guardó en una caja en su casa.
Dos semanas después de la muerte de Jennifer, moría Joseph, el hijo de 2 años de los Tinning. Nuevamente todos concurrieron al sepelio del pequeño niño, abrumados por la desgracia de esta pareja que en tan corto lapso de tiempo habían perdido dos hijos.
El ritual de la ropa se volvió a repetir.
El 2 de marzo de 1972, moría Bárbara de 4 años, sus vecinos no podían creer la desgracia de esta familia que en menos de 3 meses había perdido 3 hijos.
Nueve meses después, todos se alegraron con el nacimiento de Timothy, pero esta alegría duró poco ya que 14 días después el niño moría, la muerte fue atribuida al llamado síndrome de muerte repentina o súbita.
Sus amigos y vecinos comenzaron a comentar que era posible que la pareja tuviese genes defectuosos y por eso sus hijos nacían con enfermedades extrañas.
Un año y medio después de la muerte de Timothy nacía Nathan, muriendo el 2 de setiembre de 1975.
En ese momento comenzaron a despertarse sospechas en los médicos, puesto que el niño era sano, pero se realizó la autopsia y como siempre se determinó que se trataba de causas naturales.
Pasaron tres años y medio y Marybeth quedó embarazada y nació Mary Francis, quien falleció a los tres meses y medio. Diez meses después nacía Jonathan, que moriría a los tres meses.
El matrimonio culpándose por la muerte de sus hijos naturales, adoptaron un niño negro Michel. Pero al año el niño fallecía como consecuencia de una neumonía viral.
Ya en este punto los médicos y asistentes sociales, fueron a la policía y contaron sus sospechas y sugirieron que si en el futuro alguno de los hijos del matrimonio muriera debería llamarse a un patólogo forense. Las autoridades exhumaron los cuerpos de Timothy y Nathan, pero nada se descubrió.
Pasaron 3 años y Marybeth quedó nuevamente embarazada, el 20 de diciembre nació Tami Lynne y cuatro meses después moría. A este episodio le siguió una gran investigación, pero nuevamente no se pudo encontrar nada, a pesar que ahora todos sospechaban que mataba a sus hijos.
“Yo no era buena madre…”
Dos detectives, sin tener en cuenta el hecho que no había pruebas la llevaron al Departamento de Policía y tras un interrogatorio de casi 10 horas ella confesó haber matado a tres de sus hijos, Timothy, Nathan y Tami Lynne. Fue arrestada y acusada de homicidio.
Luego de un mes, sale en libertad bajo fianza y solicita ante la Corte que no se tome en cuenta su declaración, ya que sabía que en el juicio eso iría en su contra. La Corte no hizo lugar al pedido.
En 1987 fue juzgada y encontrada culpable. En el juicio se leyó su declaración de como había matado a sus tres hijos, “los asfixié con una almohada porque no era una buena madre”, quedó claro que su confesión era verdadera y que ella había matado a todos sus hijos con excepción del que murió en el hospital al nacer.
Se diagnosticó que sufría el Síndrome de Munchhausen por poder, y fue sentenciada a 20 años de cárcel. Y como corolario de esta macabra historia de horror, en el presidio Marybeth fue empleada en la guardería.
Su emplazamiento para libertad condicional fue en marzo de 2009, pero no fue hasta 2018 cuando salió de prisión.