Seúl, 9 may (EFE).- Corea del Sur se prepara hoy para el relevo en la presidencia del país, que asumirá el martes el conservador Yoon Suk-yeol con el reto de solventar desafíos como la crisis del mercado inmobiliario local o trazar una nueva política exterior en un momento de crecientes tiranteces en la región.
A la espera de la ceremonia oficial de investidura mañana frente a la Asamblea Nacional (Parlamento), hoy a medianoche (15.00 GMT) Yoon se convertirá en el décimo tercer presidente de Corea del Sur tras imponerse en las presidenciales del pasado 9 de marzo al liberal Lee Jae-myung por apenas 247.000 votos (el 0,07 % del total).
El político del Partido del Poder Popular (PPP) se impuso en los comicios más reñidos de la historia surcoreana y hereda así un país muy fracturado y preocupado por las tendencias inflacionistas o el sobrecalentado mercado inmobiliario.
Su candidato a primer ministro, Han Duck-soo, pendiente aún de aprobación parlamentaria, ha dicho que centrará su labor en reestructurar el mercado de la vivienda en un momento en que el precio medio de un apartamento en la región capitalina supera ya el millón de dólares.
UNA INCÓGNITA POLÍTICA
Al margen de los logros que pueda tratar de cosechar su Gobierno en el terreno económico, Yoon, de 62 años, es aún para muchos una incógnita dada su falta total de experiencia política.
El presidente electo se labró una carrera en el ministerio fiscal que lo acabaría involucrando en el procesamiento y encarcelamiento por corrupción de la defenestrada Park Geun-hye y convirtiéndolo en fiscal general durante el Gobierno de su predecesor, Moon Jae-in, un cargo del que dimitió por sus desavenencias con el gobernante Partido Democrático (PD).
De hecho, el nuevo Ejecutivo deberá operar con un parlamento dominado por un PD que se la tiene jurada a Yoon y cuya composición no tiene visos de cambiar hasta las legislativas de 2024.
En ese contexto, hay muchos interrogantes sobre cómo responderá el nuevo Gobierno al reto de cerrar heridas (la casi segura presencia de la expresidenta Park en su investidura mañana promete traer cola) y al cada vez más complejo panorama internacional que encara un país cuyas responsabilidades en ese plano se han ido incrementando al compás de su crecimiento económico.
En un momento en que EE.UU., principal socio militar y estratégico de Corea del Sur, viene tratando de aglutinar socios en torno a la idea de hacer frente a China, Yoon se ha limitado a decir que reforzará lazos con Washington y que espera una relación de «mayor igualdad» con Pekín.
RESERVAS HACIA CHINA
En el último lustro, Corea del Sur, cuyas empresas han sufrido en ese periodo boicots económicos activados por el PCCh, ha dado crecientes muestras de tener reservas en su compleja relación con China y Yoon, al margen de sus intenciones, deberá medir sus palabras para con una potencia que sigue siendo el principal socio comercial de su país y un actor clave a la hora de dialogar con Corea del Norte.
No sorprende que el gigante asiático esté a su vez tratando de cortejar en la medida de lo posible a Yoon, a quien Xi Jinping llamó para conversar antes incluso de asumir el cargo (algo que Xi no suele hacer) y a cuya investidura mañana ha enviado al vicepresidente Wang Qishan, uno de los colaboradores más estrechos del líder chino.
En cualquier caso, Yoon tendrá una senda previamente marcada en los últimos tiempos por Moon, que gesto a gesto se ha ido perfilando en la dirección que contenta a Washington y a otras potencias occidentales, ya sea activando sanciones contra Moscú tras invadir Ucrania, anunciando esta semana su adhesión a la agencia de ciberseguridad de la OTAN, dando muestras de un importante interés por reforzar los lazos con Bruselas o coqueteando con la idea de unirse al Quad.
COMANDANTE EN JEFE
Yoon se estrenará a medianoche como presidente (y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas) participando concretamente en una sesión informativa con el Estado Mayor Conjunto (JCS), en la que el principal tema a tratar será Corea del Norte y su nuevo programa de desarrollo armamentístico, que ha deparado un número récord de test de armas en 2022 y motivado los preparativos para un ensayo nuclear -el primero desde 2017- que puede llegar este mismo mes.
El nuevo presidente ha dicho que mantendrá la puerta abierta a dialogar de nuevo con Pionyang -algo que no se da desde 2019 tras el fracaso en las conversaciones sobre desarme entre EE.UU. y el régimen de Kim Jong-un- pero que no tolerará las «provocaciones» que según él ha consentido su predecesor.
En su último discurso como presidente, Moon Jae-in dijo hoy precisamente que su mayor deseo es que se retome ese diálogo intercoreano y también las negociaciones sobre desnuclearización.
Sin embargo, la realidad apunta en otra dirección, con Corea del Norte completamente aislada del exterior por la pandemia y el Sur sin dejar de apretar el paso en lo militar (el incremento presupuestario en defensa bajo el liderazgo del presidente saliente ha sido de más del 40 %), lo que viene dibujando una escalada armamentística sin precedentes en la península.
Andrés Sánchez Braun