COPEI: Desde el capitalismo hacia un modelo económico eficiente y solidario. La Economía Social y Ecológica de Mercado. Por: Abdón Vivas Terán

No puede existir duda alguna en que la prioridad de los gobiernos, los ciudadanos y la economía es proteger y salvar las vidas de las personas. Este noble propósito haya su asidero directo en el principio de la dignidad de cada persona la que, a su vez, es la sustancia esencial de la libertad y de la libre determinación que caracteriza a cada ser humano.

Conviene complementar este tema, en relación con el éxito relativo que estén teniendo las naciones en su ofensiva contra el coronavirus, con una alusión sintética al comportamiento de la economía durante el desarrollo de la pandemia. La economía está experimentando una enorme contracción que solo puede ser comparada con la que produjo la Gran Depresión de los años 1930 en adelante. Es una crisis global que, a diferencia de todas la anteriores, afecta tanto al lado de la demanda como al de la oferta, golpea a productores y a consumidores al unísono, Se extiende por el área real y por el área financiera. Aumenta el desempleo, la pobreza la miseria; hace quebrar empresas y desaparecer los ingresos de los trabajadores. Se abate sobre las economías prósperas y avanzadas, pero ataca sin misericordia a las naciones en vías de desarrollo y, peor aún, a las de bajos ingresos; todas estas ahogadas por la baja pronunciada de los precios de sus commodities, la caída abrupta del comercio internacional, las deudas externas no pagadas y en default, la abrumadora fuga de capitales que experimentan, la caída de la inversión privada extranjera y el cese de su acceso a nuevas fuentes de financiamiento para sus proyectos.

La situación de la economía, en marcha precipitada hacia la contracción y la caída general de ingresos, tiende a agravarse constantemente por cuanto, entre las reacciones de la demanda y de la oferta, se produce una especie de círculo vicioso que arrastra cada día más a la baja a toda la actividad económica.

Por supuesto, durante el período del confinamiento los gobiernos han de actuar con rapidez poniendo en marcha todas las medidas monetarias y fiscales que tiendan a aminorar los severos efectos de la depresión. Subsidios directos a personas y a familias, extensión del seguro del desempleo, pago de nómina por un número de meses a determinarse con el propósito de garantizar la continuidad del empleo y el mantenimiento de cierto nivel de producción, préstamos en condiciones favorables al mundo empresarial para evitar cierres de empresas solventes por falta de liquidez, asistencia técnica y económica, estímulos tributarios, posposición de deudas acordadas entre las partes etc.

Todo esto significará para los gobiernos un aumento del déficit fiscal, un incremento de la deuda pública notable, un crecimiento del índice de riesgo país. Estas consecuencias resultan inevitables, y habrá que proceder, a su paulatina corrección, tan pronto comience a desvanecerse la amenaza siniestra del coronavirus; reiteramos que el deber impostergable del gobierno debe ser salvar la vida del mayor número posible de sus ciudadanos.

Todos se preguntan cuándo cesará el coronavirus, cuan profunda será la depresión económica que acarreará, cuál será la suma total de los fallecidos y de los enfermos, porqué llegamos a este desastre, qué podemos hacer para evitar otro de idéntico origen y de magnitud igual o superior, y sobre todo, comienzan a aparecer controversias acerca del papel que en esta crisis jugó el modelo de economía capitalista que hoy sigue siendo hegemónico en el mundo y hacia que otros modelos se pudieran dirigir las naciones para garantizar más solidaridad, más eficiencia, más justicia social, más participación de comunidades y de ciudadanos.

Este debate está apenas iniciándose, pero ya existe un conjunto de personalidades importantes que se dirigen a investigar, evaluar y elaborar materiales relacionados con el modelo económico. Algunos de los actores básicos, que están tomando parte en este diálogo, son personas destacadas en economía, política o sociología tales como Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Jeremy Corbyn, Gita Gopinath, Eswar Prasad, Thomas Piketty, Edgar Morin, Luis Huete etc.

Estos elementos críticos, ideológicos y políticos que comienzan a ser discutidos en relación con el sistema capitalista y su funcionamiento en el contexto de la crisis pandémica, deben ser entendidos en las coordenadas de otras demostraciones cívicas que también ocurrieron. Me refiero en especial a la solidaridad, apoyo mutuo y protección a los más vulnerables que instituciones, públicas, privadas, eclesiales, cumplieron durante estos meses. El heroísmo del sector de servicios sanitarios, las fuerzas armadas disciplinadas y eficientes, la acción eclesial de Caritas, los servicios de asistencia a indigentes, ancianos y niños libraron una jornada extraordinaria digna de encomio. Destacamos la labor perseverante, abnegada y callada de los hombres y mujeres dedicados a la investigación científica dirigida a estudiar, prevenir y encontrar vacuna y tratamiento para el virus. Todas estas son virtudes cívicas sobre las cuales se fundarán, en su oportunidad, los valores que deben normar la creación de un nuevo orden económico y social.

Por todo esto deseamos dejar, para una abierta consideración, algunas reflexiones sobre este tema del modelo que debe sustituir o modificar el modelo capitalista clásico que hasta hoy es predominante en el mundo.

De acuerdo con esto, procederemos a desarrollar, de manera breve, algunas ideas acerca del modelo económico que ofrecemos al debate y que denominamos, junto a muchos otros hombres y mujeres del mundo, la Economía Social y Ecológica de Mercado. Creemos que este modelo, luego de que transcurra la pandemia, debería promoverse y expandirse paulatinamente alrededor del globo ya que posee las condiciones de equidad, eficiencia, operatividad y creatividad necesarias para garantizar un mejor nivel de vida, una existencia más feliz y tranquila y una economía más potente.

La Economía Social y Ecológica de Mercado, ESEM, es un modelo económico, originado en Alemania, que permite canalizar, combinar y potenciar las tres fuerzas básicas de un sistema de producción: La utilización del mercado competitivo socialmente regulado para establecer qué se produce, cuándo se produce y cómo se produce; la elevación del trabajo como factor fundamental de la producción y el respeto a la libre iniciativa tanto de empresas como de forma individual para organizar el proceso productivo y estimular la mejor escogencia tecnológica.

Los principios fundamentales que orientan su desarrollo provienen del pensamiento cristiano y de la idealidad democrática. Ellos son: La dignidad de la persona humana; la búsqueda del Bien Común; la subsidiaridad del Estado; la solidaridad entre las instituciones y las personas dentro del orden social; la responsabilidad de la persona en el cumplimiento de sus tareas y responsabilidades de manera que cada uno se sienta participe de la vida del conjunto al compartir sueños, ideales y fracasos; la potenciación de las sociedades intermedias entre el entado y la persona que persigan fines legítimos; el respeto a la libertad y a los derechos humanos; la idea que el poder reside en el pueblo que lo ejerce a través del sufragio.

La Economía Social y Ecológica de Mercado (desde ahora ESEM) es eficiente, participativa, innovadora y equitativa. Permite superar tanto las fallas como las perturbaciones del mercado. Da respuesta a para quien se produce y como se controlan las perturbaciones poniendo freno a los monopolios, los oligopolios, la competencia imperfecta y las cartelizaciones que perturban toda la vida económica de la nación.

¿Cuáles son sus rasgos fundamentales? Algunos de ellos son

Ofrecemos estos planteamientos, como base para reflexiones posteriores, que pueden sernos útiles para allanar el camino hacia la construcción de un nuevo modo de producción más eficiente, más avanzado tecnológicamente y más equitativo.

Abdón Vivas Terán

Madrid mayo del 2020

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