Es hora de definiciones y decisiones. El coraje del pueblo venezolano resalta en los tiempos de las dificultades. No se rinde ni se entrega, resuelto a ser libre, soberano, a no permitir ser dominado, colonizado, y esclavizado, lo que lo convierte en un digno ejemplo para todos los pueblos en lucha en el planeta. No puede ser de otra forma, se pone en evidencia la conciencia colectiva, la fortaleza espiritual de nuestra nación, su identidad histórica y el arraigo de su gloriosa memoria que se convierte en la punta de lanza para enfrentar con éxito la guerra despiadada que se ha desatado contra la república por parte de los enemigos históricos de la humanidad como lo es el criminal imperio norteamericano, sus aliados y gobiernos lacayos sumados a quienes desde nuestro territorio se han convertido en unos vulgares traidores de la patria.
En esta hora crucial, donde tu Patria, nuestra Patria es agredida, amenazada no podemos permanecer indiferentes, despreocupados y ajenos a la realidad. Es una obligación moral poner nuestro grano de arena, nuestro modesto aporte con la participación consciente. Debemos reducir la apatía, la indiferencia y hasta la ignorancia. Nos quieren idiotizar, enajenar, nos quieren estúpidos y sumisos, desarraigados y hacernos ver como un hecho normal la traición, el justificar la intervención extranjera, el aceptar sanciones, bloqueos y todo tipo de agresión. Es decir volvernos cómplices de nuestra propia actitud sumisa. Se trata entonces de reencontrarnos con lo profundo, lo humano, trascender y volcarnos masivamente a construir integralmente nuestro país.
Pasaron las elecciones del 20 de mayo, Nicolás Maduro es ratificado presidente, asume la obligación moral de conducir por los caminos firmes la patria de todas y todos. No lo dejemos solo, es necesario avanzar con valentía, conciencia y voluntad esta nueva etapa donde debemos desde ya asumir la gran batalla por la vida, la alimentación como primer elemento a desarrollar en nuestro país. Vamos a accionar pueblo y gobierno con líneas concretas y contundentes, a cumplirlas, a ejecutarlas sin vacilación. He aquí la importancia de entender que es una tarea colectiva, con la responsabilidad compartida, sometida a la evaluación pública y a su cumplimiento efectivo. Esta batalla se gana con la sabia organización y movilización, lo que significa la comprensión de la estrategia a seguir y las tácticas a desarrollar desmontando las trabas burocráticas, los individualismos, las mezquindades, la falta de conciencia, los obstáculos que se presentan para frenar la acción colectiva y eficiente.
Vamos a revisarnos, de verdad a sentirnos capaces de corregir los errores, a dar el buen ejemplo, debemos moralizarnos y moralizar a las familias venezolanas, a las comunidades. Se debe crear un plan que guíe y oriente la lucha férrea contra la guerra económica, contra la especulación. Entender que es una batalla y que esta implica entrega, sacrificio, riesgos. En nuestro estado Trujillo, nos vamos de frente a esa batalla, convocando a todas las fuerzas creadoras, productivas. No podemos fallar, no debemos vacilar. Debemos entender y tener claridad que para esta batalla debemos ser coherentes, disponer de una sabia estrategia y de las tácticas adecuadas. Romper la improvisación y la dejación.
Convocamos las ganas de la patria, invocamos su fuerza moral e histórica. No nos vamos a rendir. Vamos familias trujillanas, comunidades venezolanas, pueblo en lucha. Vamos gobierno en todos sus niveles, al diálogo abierto, sincero, pero también a la digna batalla para vencer.