Gilcely Linares CNP 15.221
Texto y Fotos
El nacimiento del redentor emplaza a convertirse, reflexionar y ser mejores personas. Las afirmaciones corresponden al presbítero Yovany Segovia, canciller de la Diócesis del estado Trujillo, en una fecha trascendental para los cristianos y cuando lamentablemente, por múltiples circunstancias, predominan conflictos nacionales e internacionales.
“El Señor nos invita a practicar la misericordia, la caridad y la solidaridad. En su palabra nos llama a partir el pan, dar de beber, vestir, hospedar, visitar al enfermo, al encarcelado, como ejercicio propio de la compasión y el amor”, enfatiza.
Asimismo, asevera que “una fe sin obras es una fe muerta. Sí de verdad creemos en Dios, tenemos que convertir la fe en buenas acciones. Sí de verdad somos personas compasivas, esa piedad y esa espiritualidad que mostramos no pueden ser solo apariencias, no podemos ser cristianos de caricaturas, la misión es convertida en acción”.
Buenos deseos
Segovia, igualmente capellán del Cuerpo de Bomberos del estado Trujillo y la Casa Monseñor Carrillo, afirma pedirle “a Emmanuel, así como significa su nombre: Dios con nosotros, que nos bendiga y acompañe durante el 2024, que sea un año de prosperidad, con una transformación social y política en nuestro país, lo cual empieza por cada uno de nosotros, al ser instrumentos de luz y esperanza”.
Advierte que “si el Niño Dios no nace en nuestros corazones vamos a tener un año pobre, mientras que sí vivimos una Feliz Navidad tendremos un mejor año”. En el marco de la Natividad, el sacerdote precisa que “el único rey que importa es Jesús y el único reino que importa es el Reino de Dios. No es solo pedir el reino, es comprometernos a convertirlo en existencia, que sea una meta hacerlo realidad, al ser un reino de justicia, de amor, de fraternidad y reconciliación, en especial cuando se ha perdido la dignidad y la humanidad, siendo necesario recuperarlas”.
Frente a las dificultades recuerda que “somos hijos de Dios, somos seres humanos y debemos sentir lo que el otro siente, es decir empatía, ser buenos samaritanos, no pasar de largo sino detenernos ante los escenarios adversos de los demás”. Por ende, augura que el año por comenzar “sea el mejor, que el Señor nos mire con ojos de misericordia, transforme nuestras vidas y las situaciones oscuras que podamos estar viviendo pasen a realidades de luz, convierta las tristezas en alegrías y las enfermedades en salud”.
Vivir con fe
El también párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Las Araujas de Trujillo capital, exhorta a vivir las fiestas decembrinas con ahínco y alegría, pues son parte de la identidad de la fe.
“Cada vez que celebramos la Navidad estamos celebrando esa venida definitiva de Dios, precedida del tiempo de Adviento, caracterizado por la oración y preparación, incluso con la posada reflexionamos sí seremos un albergue para Dios, sí lo recibiremos en su nacimiento en nuestras vidas”, sostiene.
De acuerdo a quien aunado a las funciones mencionadas atiende el Comitium Nuestra Señora de Fátima de la Legión de María, que abarca dos Zonas Pastorales: Trujillo y Carache, se viven momentos para permanecer junto al Salvador.
“Navidad es un tiempo para acercarse a Dios. Somos convidados constantemente en la liturgia a aproximarnos a Dios y lo hacemos especialmente cuando vamos a misa. Ojalá que como cristianos vivamos ese precepto de ir todos los domingos a la misa. Me gusta comparar la misa del domingo con una cita, una cita con Dios en la que él nunca falta, no ir a es dejar a Dios embarcado. Es oportuna la pregunta: ¿cómo nos sentiríamos nosotros sí nos dejan embarcados? De alguna manera al no ir a misa los domingos, dejamos embarcado a Dios y él siempre nos está esperando”, comenta.
A su juicio: “qué bonito es que cada vez que asistimos a la Iglesia nos acerquemos al Sagrario y tengamos ese pequeño instante, un Kairós, un tiempo de Dios, tiempo de gracia y de salvación. También manifestarlo con nuestras oraciones personales, con el rezo del rosario o cualquier otro acto de piedad, con las obras de caridad o de misericordia, para que de verdad haya en nosotros signos de conversión y frutos espirituales”.
Hace hincapié que “Dios está con nosotros siempre y nosotros debemos estar con él, no solo buscarlo en los problemas. Nos invita a convivir con él para descansar, escucharnos y aprender, recordando que es manso y noble de corazón”.
Del mismo modo, argumenta que “debe haber una correspondencia, para que el Señor nazca en nuestros corazones y no solo en los pesebres que hacemos en nuestros hogares e Iglesias. Vendrá por supuesto, quizás no con regalos materiales, pero nos traerá fe, prosperidad, alegría y fortaleza”.
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