Presentación
Visité al Profesor Humberto Maturana en su laboratorio de Epistemología Experimental en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile al inicio del primer semestre académico de 1986, ocho años antes de que recibiera el Premio Nacional de Ciencias en Chile y cuando era aún menos reconocido por la comunidad académica chilena que ahora, 22 años después. Ahora entiendo mucho mejor que entonces lo difícil que es para los defensores de los paradigmas dominantes relacionarse – siquiera oir y leer- a los pioneros de nuevos paradigmas, como lo es sin duda este destacado biólogo y “humanólogo” chileno . No sólo entiendo sino que he vivenciado lo difícil que es para los pioneros perseverar en el desarrollo de sus propuestas radicalmente innovadoras frente a los obstáculos y trampas que la “inquisición” académica les pone en el camino. Efectivamente, guardando las distancias, me ha sido muy difícil también a mi seguir adelante con mi propia exploración y desarrollo de nuevos paradigmas acerca del Management, la innovación y la educación. Y eso que mi camino ha sido, por mucho tiempo, facilitado y protegido por los desarrollos y propuestas paradigmáticas de líderes de primera línea como Humberto Maturana, Francisco Varela y Fernando Flores, los pensadores chilenos de los cuales más he aprendido y nutrido.
Supe de la existencia de Humberto Maturana por Fernando Flores en 1976 en la Universidad de Sussex, en una conversación a pocos meses de que este último hubiera logrado, casi milagrosamente, ser liberado de las cárceles de Pinochet. Supe así que la lectura de “De Maquinas y Seres Vivos”, de Maturana y Varela había llegado a las manos de Flores en aquellos aciagos años de prisión en Dawson y otros centros de reclusión.
Supe también que Maturana accedió a visitar en varias ocasiones a Flores –cuando estaba preso en campos de prisioneros de la zona central de Chile- para introducirlo personalmente en sus rupturistas propuestas científicas y filosóficas.
Me siento orgulloso de haber tenido la oportunidad de aprender de gentes de tanto coraje, físico, psíquico y moral y de tanto compromiso con lo que hacen. Necesario es decir y recalcar, a estas alturas, dado que en nuestras culturas esencialistas no hacemos buena separación de dominios, que lo anterior no significa que no tenga diferencias – ¡las tengo y sustantivas!- a nivel de paradigmas y prácticas de vida. Pero ello no se traducirá jamás en mi caso desconocer lo que ellos significaron para mi aprendizaje y desarrollo como pensador y como persona ni menos ocultar mi juicio de que estamos en presencia de dos grandes pensadores chilenos –cada uno en lo suyo, Maturana en las ciencias de la vida, Flores en las ciencias y en las artes del Management y la Empresa- de los cuales todos los chilenos – y latinoamericanos- debiéramos sentirnos orgullosos. Carácter u opciones políticas o de vida que no nos gustan no debieran confundirnos respecto a ello. Fui amigo, trabajé y compartí con ambos en distintos momentos de mi vida. No es así en el presente. Pero ello no me hace cambiar el juicio respecto al enorme aporte de ambos en la búsqueda de mejores avenidas para la humanidad, en distintos ámbitos. Y parte de mi gran sueño es, sin duda, volver a ser amigo y trabajar con ambos, ojalá como parte de un gran “Chilean Dream Team” que haga de la “Escuela de Santiago” un aporte trascendente en el urgente proceso de rehumanizar la humanidad. Utopía o posible realidad, el tiempo lo dirá.
Muchos observadores de este proceso de generación de propuestas de recambio paradigmático a manos de chilenos, viviendo dentro y fuera de Chile -cuyo indesmentible punto de arranque es Humberto Maturana y su cuestionamiento de las concepciones tradicionales de la vida humana- cuestionan la validez de estas propuestas basándose en el hecho de que esta línea de pensamiento ha dado origen, en pocas décadas, a un numeroso conjunto de escuelas de pensamiento y práctica bastante poco amistosas entre sí. Ello es efectivo: los caminos de los pioneros de esta escuela y de los que de ella arrancaron no han logrado hacerlo en un ambiente de colaboración y sana valoración y respeto de la diversidad. Ello no es extraño sino más bien característico, sin embargo, de los procesos de ruptura con viejos paradigmas y creación de los nuevos. Las transiciones paradigmáticas son siempre procesos sociales y humanos muy complejos, marcados por emociones de aquellas que los humanos preferiríamos no vivir: inseguridad, miedo, confusión, ansiedad, desconfianza, desvelo, envidia, angustia, paranoia.
Ahora bien, tratándose de chilenos, hijos de una cultura donde estas sociopatologías abundan, es lo anterior aun menos extraño. Que estos grupos no colaboren sino más bien se disputen el campo tiene mucho más que ver, por tanto, con las características propias de los procesos de innovación en paradigmas y con el hecho de que sus actores principales son del tipo “Homo Sapiens Chilensis” que con el hecho que las propuestas rehumanizantes generadas sean inconsistentes o no útiles en la práctica.
Estaba yo angustiado cuando visité a Humberto Maturana aquella primera vez. Más bien oscilando entre la angustia y la depresión, dos emociones o estados del alma en que he estado muchas veces en mi vida y que creo que han sido motores fundamentales de mi búsqueda como investigador y como persona. “¿Qué es y de donde viene la angustia?” fue una de mis primeras preguntas en aquella larga conversación en esos frágiles pabellones de la Facultad de Ciencias que en años recientes fueran consumidos por un incendio.
“No lo sé pues mi madre siempre me quiso”, fue su pedagógica y nada aliviante respuesta. No sólo tenía yo que lidiar ahora con mi angustia sino con la angustiante tesis de que mi querida madre no me habría querido.
Esa frase, así como aquella otra que emitiera en esa misma conversación “Toda competencia es insana”, han sido dos estrellas fundamentales, entre muchas otras que Humberto Maturana me mostró, en mi navegación intelectual y existencial en estas últimas dos décadas. Me siento muy agradecido por ello.
Se inició con aquella conversación una relación que derivó, primero, en la creación del Curso “Biología del Conocimiento” en el Departamento de Ingeniería Industrial, dictado por algún tiempo por el propio Humberto Maturana y desde hace ya muchos años por otro destacado miembro de ese equipo de la Facultad de Ciencias, Jorge Mpodozis. Luego vino la creación del Curso “Diseño y Gestión de Sí Mismo”, pionero en su género, que condujimos en conjunto por algunos semestres y que tuviera gran impacto en la formación de varias generaciones de ingenieros industriales, lo cual se refleja en el hecho que Humberto obtuviera el Premio al Mejor Profesor de Jornada Parcial del DII.
En paralelo con la creación de ese curso fue que generamos, a través de un año de conversaciones semanales en torno al curso, este artículo que titulamos “Conversando sobre Educación” y que fuera solicitado por el Editor Invitado de un número especial sobre educación de la Revista “Perspectivas en Política, Economía y Gestión”, Profesor Pablo González, a quien agradezco esa invitación y su apoyo de siempre a mi trabajo como generador de nuevos paradigmas educacionales.
Este texto está siendo publicado en estos días, en entregas semanales por acápite, en la Sección “Para Leer y Conversar” del Diario Los Andes, que se publica en los estados andinos de Trujillo, Táchira y Mérida de Venezuela y que en 2007 publicara mi “Innovando por la Vida en la Era del Nihilismo”. Siento por Eladio Muchacho, Empresario Director de ese diario, una gran admiración, respeto, cariño y agradecimiento. Su amor por los seres humanos, su fe inclaudicable en la posibilidad de alcanzar el sueño bolivariano y rehumanizar América Latina y la humanidad toda ha sido en los últimos años para mi una fuente de energía y perseverancia que le agradezco de corazón.
Introducción a la conversación: sobre el objetivo y sobre el método.
CV Nos han invitado a reflexionar sobre educación, para este número especial de la Revista Perspectivas en Política, Economía y Gestión, desde una “perspectiva” crítica de la visión tradicional de la educación en nuestra cultura, que yo, frente a la necesidad de referirme a ella de alguna manera, denomino normalmente como “metafísica racionalista”. Con esta denominación quiero dar cuenta, en primer lugar, de la idea de que los seres humanos tienen y, en buena medida, nacen con un ser que es, predeterminado en su ser. En segundo lugar, busco connotar con esta denominación la preeminencia de lo racional en la configuración de lo humano, que determina, entre otras muchas cosas, que la educación sea vista como una cuestión eminentemente centrada en la adquisición de conocimientos.
Nos piden, además, que hagamos un especial esfuerzo por hacer entendible nuestras posturas al lector objetivo de la revista, que no es especialista en estas materias ni se desempeña en el mundo de la academia.
¿Qué te parece esta invitación?
HM Me parece excelente. Me parece también necesario aclarar al lector y a los editores, desde el inicio, que si bien compartimos una visión crítica de los enfoques educacionales convencionales, no tenemos ni una postura ni una propuesta común a priori, ni pretendemos lograr esa meta en esta conversación. Pienso que, por ello mismo, es una buena opción ésta de simplemente editar nuestra conversación, dejando en claro que es lo que cada uno de nosotros afirma y propone, y aceptar que a veces seguimos caminos divergentes.
CV Agregaría que sí compartimos una visión epistemológica “constructivista”. Es decir, ambos creemos que la realidad se construye al observarla y al nombrarla y que, por lo tanto, no pretendemos a través de esta conversación develar “verdades objetivas”, sino tan sólo contribuir a la generación de interpretaciones nuevas y útiles para lidiar con los desafíos contemporáneos de este complejo y crucial fenómeno social que es la educación.
Algo más sobre nuestro método. Sueles hacer referencia al “hablar desde uno mismo”, al fluir en la conversación con el otro – o los otros- develando al hacerlo la historia personal y la emoción desde la que se conversa, despreocupándose de la referencia a las fuentes intelectuales de lo hablado, siendo esto último elemento central del método científico convencional. Dado ello, ¿te parece ésta, la de “hablar desde nosotros mismos”, que a mí siempre me resulta muy atractiva, una opción válida para responder a la invitación que nos hacen los editores de esta revista?.
HM Pienso que sí, porque lo que revela el hablar desde uno mismo es que uno no está diciendo lo que está diciendo con una fundamentación ajena a la aceptación que uno tenga de lo que dice. O sea, puede ser que otra persona haya dicho una cosa parecida, pero cuando tú lo dices, eres tú el que se ha hecho dueño de eso. Esto es, hablas desde ti y por lo tanto lo que tú dices te compromete y te revela, y eso es, yo creo, lo que da confianza a quien escucha.
Al mismo tiempo es posible que el que escucha se queje de que no hay muchas referencias a otros autores, pero yo pienso que uno no tiene que hacer referencia a otro autor a menos que lo vaya a traer a la palestra como un argumento, ya sea para apoyar lo que uno dice, ya sea para objetar lo que otro dice, haciéndose uno en el acto responsable de lo que dice. Si ninguna de estas dos condiciones se aplica, basta con hablar desde sí mismo.
CV Pienso que una última advertencia al lector es necesaria: ninguno de los dos se considera, según lo hemos conversado previamente, experto en políticas educacionales, ni conocemos en detalle el avance ni los proyectos en curso con relación al mejoramiento de la educación en Chile. Es posible, por tanto, que algunas de nuestras críticas al sistema actual sean injustas y que algunas de nuestras proposiciones de innovación estén ya siendo llevadas a cabo. Ciertamente, sería mejor que conociéramos al detalle todo lo que se ha hecho y lo que está proyectado para hacerse, pero ello escapa por lejos al alcance de lo que podemos hacer ahora para responder a la invitación que nos han formulado. Y como nuestro único objetivo es ampliar el espacio de diálogo – y no enjuiciar a nadie- entonces simplemente pedimos excusas anticipadas por los posibles errores de esta naturaleza en que podamos incurrir en esta conversación.
Lea también: «Conversando sobre Educación» | II parte
El Rol del Ministerio y los profesores
Dicho ello, comencemos entonces abordando la primera pregunta del editor que nos invita a reflexionar sobre este tema. Si tú fueras Ministro de Educación, ¿Qué harías que, de acuerdo a tu conocimiento, no se esté haciendo ahora?.
HM En mi opinión lo que pasa con el Ministerio de Educación es que no tiene capacidad de acción efectiva porque ha entregado la tarea educacional al espacio privado, a las municipalidades y a la libre empresa. Por esto el Ministerio de Educación a lo más puede plantear ciertas nociones generales, como por ejemplo, la declaración de una reforma educacional que tiene que ser interpretada y revisada fuera del Ministerio por los distintos colegios y centros educacionales que existen como entes privados de intención comercial. Pero pienso también que el Ministerio de Educación podría abrir un espacio donde él participase directamente a través de su preocupación por la formación o la re-formación de los profesores. Esto podría hacerse a través de un organismo que aún existe y que es el Centro de Perfeccionamiento del Magisterio.
Yo reactivaría ese Centro de Perfeccionamiento, lo transformaría en un centro de recepción de profesores para ponerlos al día en prácticas de las distintas disciplinas que ellos enseñan, ya sea mediante laboratorios, talleres o seminarios de acción y reflexión según se trate de ciencia, de arte o de filosofía.
Además haría paralelamente un Centro de Formación Humana cuyo propósito sería generar actividades que devolvieran a los profesores la confianza en sí mismos a través de una mejor comprensión de su ser y su quehacer, como seres humanos y como profesores. Más aún, pienso que estos dos centros deberían idealmente ser centros a través de los cuales pasasen todos los profesores de Chile, en un proceso continuo de recuperación espiritual y cognitiva a lo largo de sus años profesionales. Así, el Ministerio podría dirigir, no el detalle de la educación, sino la inspiración del proceso educativo a través de la formación de los profesores.
CV Un argumento que varias veces he escuchado es aquel que sostiene que el principal obstáculo al mejoramiento de la educación son los propios profesores, a los cuales tú sugieres invitar a re-capacitarse y a re-formarse. Sostienen, los que así argumentan, que los profesores serían reacios al cambio, a la transformación del sistema educacional. Mi experiencia con grupos de profesores de enseñanza básica y media, en los cursos de «Innovación y Gestión en Educación” que durante varios años conduje, como parte de los Programas de Actualización para Profesores que imparte la Universidad de Chile –en los periodos de vacaciones de verano o invierno- me lleva, sin embargo, a una conclusión totalmente diferente. Si bien al iniciar dichos cursos –normalmente de 2 a 5 días intensivos de duración- observaba signos de oposición al cambio, no recuerdo sino muy contados casos de profesores, de entre cerca de 250 participantes, que no se entusiasmaran e involucraran completamente en el espacio de transformación que esos programas constituían.
Esa misma actitud observé en un grupo de alrededor de 40 profesores y directivos del Colegio Francisco de Miranda – el colegio de mis 5 hijos- a los cuales invité hace algunos años a una experiencia similar. ¿Has tenido tú experiencias directas de trabajo con profesores? ¿Cuál es tu visión acerca de la disposición de ellos a re-capacitarse y re-formarse?.
HM Sí. He tenido algunas experiencias con profesores de un proyecto que con Sima Nisis hemos hecho en algunos colegios de Huechuraba y Macul, partiendo del entendido que para que los estudiantes efectivamente se encuentren adecuadamente acogidos y guiados en su formación como ciudadanos, es fundamental que los profesores recuperen su dignidad, recuperando el respeto por sí mismos y por su profesión.
Lo que nosotros hemos hecho ha sido invitar a los profesores de esos colegios a actividades que llevan a amarse a sí mismos como seres autónomos y responsables a través de entender mejor su condición humana. Y por las cosas que los profesores comentan, los resultados son positivos. Al cambiar los profesores su relación consigo mismos, cambia su relación con los estudiantes y con sus colegas, y eso resulta en que los conflictos que los profesores tenían entre sí o con los estudiantes, se desvanecen. De hecho, los estudiantes pasan a ser los mejores colaboradores de los profesores en la tarea docente.
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