«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según las necesidades de cada uno. Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos.»(Hechos 2:42-47)
¿Qué parte de la descripción de la iglesia del primer siglo le molesta más? ¿Es la parte devocional? ¿Qué hay de la venta de bienes y posesiones – dando entonces a cada cual según su necesidad? ¿Qué hay con ir al Templo todos los días? Entonces, tenemos personas para las comidas y otras que van a otras casas, haciéndolo con alegría y corazones sinceros. ¿Cuál de estas sería la parte más dura para usted hacer? ¿Por qué? Su respuesta revelará mucho sobre usted.
Nuestras prioridades (lo que es importante para nosotros) son definidas en alto grado por nuestras expectativas. La otra noche vi una película sobre una mujer que pensó que solo tenía un mes para vivir. Entonces dejó su trabajo, liquidó su cuenta de retiro y salió de viaje. Esas eran sus prioridades. La iglesia del primer siglo pensó que el retorno de Jesús era inminente. Ellos vivían como si esto fuera a suceder cualquier día en cualquier instante.
¿Cuán diferente sería su vida hoy si usted pensara que Jesús viene mañana o el próximo mes? ¿Cómo cambiarían sus prioridades basadas en sus expectativas? ¿Cómo usted reordenaría sus prioridades?
Fuente Liga del Testamento
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