Consultorio para el Alma: ¿Vive usted en la sombra del pasado?

Romanos 7:1 que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que este vive?

 

Supongamos que un hombre ebrio conduce un carro con su esposa que va de pasajera, este pierde el control del vehículo, saliéndose de la vía, chocando con un árbol. La esposa está herida pero el hombre está muerto. ¿Multaría y arrestaría un policía al muerto por conducir bajo la influencia del alcohol? Por supuesto que no, porque la ley no tiene nada que ver con alguien que está muerto.

Una joven ha sido victimizada por un padre abusivo durante cierto tiempo  de su vida. Trágicamente, y como consecuencia de sus heridas físicas y emocionales, muere. ¿Sigue el padre torturándola en la muerte? No, porque la tortura sólo puede ser infligida en vida.

El apóstol Pablo dijo en una oportunidad: «hablo con los que conocen de leyes.» Hoy él declara algo que podría parecer obvio para algunos: «la ley tiene autoridad sobre un hombre sólo mientras él vive.» Esto conduce a dos caminos para el cristiano cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. En primer lugar, nuestras propias acciones pecaminosas que antes nos ataban son quitadas ahora – muertas con Jesús y nosotros somos perdonados y liberados. El segundo es mucho más sutil – esto tiene que ver con las acciones de otros que nos han herido (ya sea físicamente o emocionalmente). Nuestra muerte en Cristo nos libera de sus acciones también.

Uno podría preguntarse: «si es verdad, entonces ¿por qué aún me duele? ¿Por qué todavía me siento tan enojado?» la repuesta es porque no hemos muerto completamente con Jesús. Todavía estamos aferrados a las viejas heridas y no hemos permitido que Jesús nos sane totalmente.

Isaías 53:4-5: » Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores… Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados.» Cuando Jesús murió en la cruz nuestro viejo yo murió con Él. No tenemos que pecar más, y aún mejor, no tenemos que dejar que el pecado de otros se enseñoree con semejante carga de peso sobre nuestras vidas. Se nos ha dado una nueva vida en Cristo – ya no tenemos que vivir en la sombra de nuestro pasado.

¿Algún evento de su pasado aún tiene un efecto negativo sobre quién es usted en Cristo hoy? ¿En qué herida está usted todavía atascado? Ningún cristiano tiene que estar atado por los grilletes emocionales del delito de un torturador. Hemos sido liberados. Si Isaías dijo: «… llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores,» entonces ¿por qué seguimos aferrados a los nuestros? ¿No es tiempo ya de ceder y dejar que Jesús nos sane? ¿Aceptará usted Su paz?

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