Consultorio para el Alma |  Un Regalo de auto-sacrificio | Por: José Rojas

 

Muy raramente alguien moriría por un hombre justo, aunque por un hombre bueno, alguien podría atreverse a morir. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: «en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:7-8)

¿Cuál es la diferencia entre un hombre justo y un hombre bueno? ¿Por qué alguien (quizás usted) estaría más dispuesto a morir por un hombre bueno que por un hombre justo? Y a propósito: ¿Cuál es el punto de Pablo en todo esto? Estas son preguntas realmente muy buenas, así que echémosle un vistazo.

El diccionario define «justo» como «siempre comportándose según un código religioso o moral»; y «bueno» como «alta calidad o estándar, ya sea a una escala absoluta o con relación al otro u otros».

En otras palabras, un hombre justo es «simplemente recto o amante de la justicia» en su relación con Dios, mientras que un hombre bueno es considerado «humanitario» o una bendición para la sociedad en general. En este pasaje, Pablo nos dice -«Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno – la diferencia leve es debido al beneficio del hombre bueno a su prójimo. Sin embargo, éstos son excepciones ya que la gran – mayoría de nosotros no daríamos nuestra vida por otra persona, no importa lo justa o buena que sea ella.

Ahora Pablo usa este ejemplo que podemos entender todos, y nos muestra un contraste absoluto con respecto al amor de Dios por nosotros: » en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.» Por conjetura, Pablo está preguntando: “si la mayoría de ustedes no moriría por un hombre justo, ni siquiera por un hombre bueno, entonces, ¿quién moriría por un pecador?» Respuesta: Nadie. ¡Sin embargo, es así precisamente como Dios escogió demostrar Su amor por nosotros!

Si  te preguntaran ¿Por quién moriría usted ahora mismo? “¿Por quien daría usted su vida? » -¿un niño, cónyuge, quizás un padre, hermano o amigo íntimo? Ha pensado alguna vez en lo que usted haría si un hermano viniera a usted y dijera: «me estoy muriendo y necesito un riñón. ¿Me darás uno tuyo?» Dios no nos dio solamente una parte del cuerpo, Él se nos dio a Él mismo – entero y completo – como el pago por nuestros pecados. ¡Qué regalo tan hermoso y asombroso de auto-sacrificio!.

Seria bueno considerar estas  interrogantes en lo interior de cada uno, es posible que  Dios hoy te este diciendo, Vuélvete a mi.

Fuente Liga del Testamento

joserojastrejo68@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

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