“De tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” (Hechos 19:12)
En el Medio Oriente el día de trabajo comienza temprano en la mañana, luego se interrumpe al medio día, la parte más caliente del día, y continúa en la tarde hasta la noche. Pablo trabajó como constructor de carpas para ganarse la vida, pero usaba la hora de descanso al medio día para dar clases en los pasillos de Tiranus. Pablo no quería ser una carga financiera para la gente de Éfeso — así que se puso a trabajar, por lo cual sudó y se ensució — necesitó pañuelos y delantales.
Me parece interesante que los “pañuelos y delantales que lo tocaron” se convirtieron en herramientas de sanación. No era que el material de los pañuelos y delantales tuviese algún poder particular, más bien era lo que representaban, un punto de contacto con el poder sobrenatural de Dios. En el capítulo 9 de Mateo leímos sobre una mujer que tenía un desorden sanguíneo (había estado sangrando por doce años), quien se acercó a Jesús pensando, “Si pudiera tocar su manto me curaría”. El versículo 22 nos dice: “Jesús se volteó y la vio. “Alégrate hija mía”, le dijo, “tu fe te ha sanado”. Y desde ese momento la señora sanó. El manto de Jesús en sí no tenía ningún pode para sanar, ni tampoco la sombra de Pedro (Hechos 5:15), ni los pañuelos o delantales de Pablo de nuestro pasaje de hoy. En ese caso tampoco lo tienen las propiedades físicas del aceite utilizado en el ungimiento de aceite, ni el agua bautismal. Todos representan, por fe, contacto con el Dios eterno.
Entonces, ¿Cómo es que las cosas de Pablo, sus pañuelos y delantales se convirtieron en un punto de contacto con Dios? Porque representaban, no solamente el poder sanador de la Palabra de Dios a través de Pablo; sino también el sacrificio evidente de Pablo para llevarles el mensaje (como constructor de carpas para mantenerse, el pueblo de Éfeso no tenía que mantenerlo). La fe de Pablo demostrada través de sus palabras y su trabajo (incluyendo todo el sudor y tierra) era tan fuerte que con sólo tocar sus pañuelos y delantales, las personas sentían y experimentaban a Dios, y en consecuencia se sanaban. ¡Increíble!!
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tu fe fue tan grande, que la gente creyó porque tú creías? ¿Estás permitiendo que la Palabra de Dios sea comunicada por medio de ti (predicando y enseñando la Escritura? ¿Qué sacrificios recientes has hecho para llevar el mensaje de redención y salvación de Dios a Su gente? ¿Qué obra tangible has hecho recientemente para la gente de Dios? ¿Quieres tener el tipo de fe que llega y cambia la vida de las personas — que tiene el poder de sanar? Si es así, la respuesta es simple — da le prioridad a Dios. Ora y pide a Su Espíritu Santo que te llene completamente; arrepiéntete (cambia tu forma de pensar) y escoge seguir a Dios (en lugar de al mundo); pregúntale qué puedes hacer en este momento para servirle; (ésta última parte es la más importante) y luego hazlo. ¿Permitirás que tu fe se fortalezca tanto, que como Pablo se convierta en ”Un punto de contacto con Dios”?
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