“… les levantó por rey a David, [Pablo hablando de Dios] de quien dio también testimonio diciendo: «He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero». Hechos 13:22b
Sabemos que David no era perfecto. Después de todo fue David quien había mandado a matar a Urías, marido de Betsabé, para encubrir su inmoralidad. Entonces, si David era capaz de hacer tan grandes males, ¿por qué Dios dice: «Él va a hacer todo lo que yo quiero que haga?» Porque Dios sabía que David (a diferencia de Saúl) era «un hombre conforme a mi corazón.»
Cuantas veces tú como padre nos has llegado del trabajo y has encontrado a tu hijo jugando en la calle con sus amigos y este se detiene en medio del juego de pelota y corre hacia ti y te pregunta si quieres jugar. A lo mejor has entrado a la casa y te cambias rápidamente y sales a jugar con los chicos hasta el anochecer. Sabes porque sucede esa empatía tu hijo conoce tu corazón. Ese vínculo que se construyó sólo al estar juntos que ha durado toda la vida, y lo has llevado a través de todos los altibajos que vienen con el crecimiento.
Hoy Dios nos está diciendo algo parecido de David en este versículo. Dios sabía que David no era perfecto, pero también sabía algo más: David siempre persiguió una relación con él. David amaba lo que el Señor amaba (él era «un hombre conforme a mi corazón»), y como resultado el Señor también sabía cómo iba a responder. Seguramente cometería errores a lo largo de su vida, pero el Señor sabía que al final David haría «todo lo que quiero que haga.» ¿Por qué? Porque el Señor sabía que tenía el corazón de David.
¿Amas lo que el Señor ama? ¿Eres un hombre conforme al corazón del Señor? Durante tus momentos de fracaso ¿te vuelves al Señor? El Señor está siempre disponible — ¿Estás persiguiendo una relación con Él durante tus momentos de alegría, lo cual perdurará a lo largo de tus días de desesperación? Toma unos minutos en este mismo momento para confesar en qué no has sido perfecto, en qué has perdido la marca de la perfección de Dios. Sé específico. Ahora bien, acepta el perdón de Dios y sigue adelante con la confianza de que Él te ama y quiere ayudarte a luchar contra el pecado.
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