Por: José Rojas
“El siguiente sábado se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando”. Hechos 13:44-45
El Diccionario Webster define la palabra celoso como: “envidioso, temeroso a la competencia; y protector”. La Biblia describe al Señor nuestro Dios como un Dios celoso, por ejemplo, en Éxodo 20:5, “No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová, tu Dios fuerte, celoso, que visitó la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. La Biblia incluso describe el nombre de Dios como celoso en Éxodo 34:14: “No te inclinarás ante ningún otro Dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso.” Sabemos, a través de estudios y por experiencia, que a diferencia de las primeras dos definiciones en el Diccionario Webster, nuestro Dios no es ni envidioso, ni temeroso a la competencia, más bien es la última la que mejor describe Su naturaleza: protectora.
Entonces ¿cómo saber cuándo nos sentimos celosos o estamos experimentando los celos de alguien más — si es del tipo de celos buenos (protector) o del malo (envidioso y temeroso a la competencia)? La respuesta radica en la motivación. — Los celos de Dios están motivados en querer lo que es mejor para nosotros (no lo qué es mejor para Él) y están completamente aferrados a Su completo y total amor por nosotros. No pasa lo mismo con los judíos en nuestro pasaje de hoy, sus celos estuvieron motivados por su deseo de retener el control de la gente, y el resultado fue que ellos “rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando”. En otras palabras, “viendo los judíos la muchedumbre”, no les importó si lo que Pablo decía estaba bien o mal, todo lo que les importaba era que la ciudad, el pueblo, ahora escuchaba a Pablo (y la palabra de Dios), en vez de escucharlos a ellos. ¿Entonces, qué fue lo que hicieron? Lo blasfemaron, hablaron mal de él. Sus celos estaban motivados por la envidia y el deseo de control, y no por el amor.
Si quieres saber qué es lo que te motiva, escucha tus pensamientos y tus palabras. ¿Estás hablando mal de alguien? ¿Estás siendo abusivo? Muchas veces los celos estarán motivados por la envidia: otra persona tiene a alguien o algo que nosotros queremos. Otras veces, estarán motivados por la competencia: queremos sentirnos importantes, ser tomados en cuenta, o que se nos reconozca superior a alguien más. Cuando te sientes celoso, ¿cómo reaccionas? ¿Cómo te gustaría reaccionar? ¿Qué harías de manera distinta la próxima vez que te sientas celoso?
Fuente Devocional