Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: «No temas, sino habla y no calles.” (Hechos 18:9)
Si el Señor se le apareciera a Pablo de noche en una visión y le dijera que no tuviese miedo, entonces es razonable pensar que debe haber sentido miedo. Pablo tenía muy buenas razones para tener miedo, ¿sufrió el apedreamiento en Antioca y la paliza que aguantó en Filipo? Pablo cambió su enfoque de un suave “razonamiento” con los judíos cuando llegó por primera vez a Corinto, a un planteamiento radical “testificando que Jesús era Cristo”. Y lo que sucedió después fue completamente predecible: primero “los Judíos se opusieron en contra de Pablo y fueron abusivos”, y en segundo lugar: “muchos de los Corintios que lo escucharon, creyeron y fueron bautizados”.
Pienso que Pablo estaba comenzando a darse cuenta de que su dolor personal estaba atado a la conquista del reino. En otras palabras, mientras más alto hablara, corría mayor peligro. Aunque en su corazón estuvo contento con el resultado de su testimonio, en su mente debe haberle sido difícil manejar el miedo que surgió como resultado de las amenazas impuestas en su contra. Así que el Señor se le apareció y le dio dos regalos, los mismos dos regalos que da a cada uno de nosotros en nuestras horas más oscuras. Tendremos que esperar hasta nuestro próximo devocional para saber cuáles son.
Pienso que estamos más compenetrados con Dios cuando, como Pablo en el pasaje de hoy, sentimos miedo. ¿Puedes entender eso? ¿A qué le tienes miedo? ¿Qué está fuera de tu control? ¿Se lo puedes entregar a Dios? En nuestro próximo devocionario veremos los regalos que Dios le dio a Pablo y a nosotros en tiempos de angustia. ¿Estás escuchando a Dios o sigues buscando tus propias soluciones? Mantente en sintonía.
FUENTE: Liga del Testamento
Por: José Rojas
Joserojastrejo68@gmail.com