Pablo y Bernabé ciertamente tuvieron algunas experiencias interesantes en su primer viaje misionero. Fueron rechazados, marginados, botados de la ciudad y apedreados. Hicieron milagros, predicaron con audacia, convirtieron a muchos nuevos creyentes, establecieron iglesias y escogieron ancianos. Yo me pregunto si, cuando ellos comenzaron, tenían un plan detallado o simplemente dejaron que el Espíritu Santo los guiara día a día. Me pregunto si, antes de comenzar, establecían alguna meta (por ejemplo: hoy vamos a hacer cincuenta presentaciones del Evangelio, establecer cinco nuevas iglesias y bautizar a cien nuevos creyentes) o establecían un itinerario formal de su viaje (“vamos a pasar por Pisidia el 15, parando en Perga por 3 días, antes de llegar a Attalia el 18). No lo creo. Ellos tenían una idea general sobre a dónde se dirigían y sobre lo que iban a hacer, pero de ahí en adelante, permitían que el Señor los guiara.
De nuestro pasaje de hoy pareciera que Pablo y Bernabé seguían un itinerario: pasar por Pisidia, hacia Pmphylia, dar un sermón en Perga, seguir a Attalia y luego de regreso a Antioch. Pero esos itinerarios que seguían ¿eran suyos o del Señor? ¿Crees que se levantaban cada mañana con su día tan cuidadosamente planificado que sabían exactamente la cantidad de minutos reservados para el almuerzo? No lo creo. En cambio probablemente sabían de manera general para dónde irían y cuándo llegarían allá (como lo refleja nuestro pasaje de hoy) pero permitían al Señor moldear su día y su agenda.
El punto que estoy tratando de enfatizar es este: cuando seguimos la voluntad del Señor en el ministerio, en nuestra misión, o nuestra vida, necesitamos mantener nuestros itinerarios y nuestras mentes abiertas, pues de lo contrario podríamos perder una gran oportunidad de servir al Señor.
De vez en cuando el Señor interrumpirá tus planes, cuidadosamente calculados, con Sus propios planes. ¿Estás prestando atención, o estás tan comprometido con tu propio itinerario que ignoras la voz del Señor? Ciertamente una intención positiva (lo que quieres lograr y cómo quieres que suceda) es necesaria en toda nueva actividad. Pero esto puede conducir algunas veces a un pensamiento rígido y podemos perder al Señor por nuestra propia planificación. ¿Qué planes has hecho que no han incluido al Señor? ¿Es tiempo de re-evaluar? ¿Cuál es la voluntad del Señor? No sientas como que has fallado si el Señor te organiza o da nuevas prioridades a tu día, solo recuerda seguir el ejemplo de Pablo y Bernabé y regresa a tu plan después de haber logrado la tarea.
Fuente: Liga del Testamento
Joserojastrejo68@gmail.com