Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo», «Yo, de Apolos», «Yo, de Cefas»… (1 Corintios 1:12)
La Iglesia en Corinto estuvo dividida en cuatro fracciones competidoras. Veremos tres de ellas:
- Aquellos quienes seguían a Pablo, el fundador de la iglesia.
- Otros quienes siguieron a Apolos, conocido por su gran habilidad en la oratoria.
- Y el tercer grupo siguió a Pedro (Cefas), uno de los 12 Apóstoles originales.
Francamente, ¿no suena esto un poco a algunas de nuestras propias iglesias? ¿Cómo es eso? Por ejemplo, un grupo podría decir, «Vamos a quedarnos con el pastor que fundó esta iglesia.» El segundo grupo dice, «Queremos a un orador más elocuente.» Y el tercer grupo dice, «Queremos a alguien más práctico y resistente.»
Estos tres grupos no tenían en cuenta que cada líder era un hombre de Dios, elegido expresamente por Él con un objetivo en particular. Todos tenían una personalidad fuerte, un enfoque único, y variados antecedentes culturales. Todos ellos compitieron por la fe, no contra o en contra el uno del otro. Y todos ellos proclamaron a Jesucristo como Señor y Salvador. Haciendo así, ellos demostraron la unidad del Espíritu de Dios. Eran los miembros de la Iglesia en Corinto – no Pablo, Apolos, o Pedro – quienes causaron las divisiones.
Nuestras iglesias no están siendo tan fraccionadas desde el exterior, sino al revés. ¿Hay división en su iglesia? ¿Es la obra del Señor o de Satanás? ¿De qué lado está usted?
Fuente. Liga del Testamento
José Rojas/ joserojastrejo68@gamail.com