Jose Rojas
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“Vivían entonces en Jerusalén judíos piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Al oír este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban atónitos y admirados, diciendo: – Miren, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, los oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia, Panfilia, Egipto y las regiones de África y más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses, árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: – ¿Qué quiere decir esto? Pero otros, burlándose, decían: Están borrachos”. (Hechos 2:5-13)
Hasta este día, siempre que el Espíritu Santo dé a conocer Su presencia, describimos nuestra experiencia con las palabras «completamente asombrado», «desconcertado», «perplejo». Cuando la muchedumbre escuchó a los discípulos hablando en lenguas, unos pensaron que eran incoherentes, otros estaban asombrados de que ellos hablaban en su lengua materna.
Esto me recuerda una historia que leí recientemente. Había una conferencia de la iglesia en el Lago del Centro vacacional. La costumbre en ese centro es que la sala de conferencias esté siempre abierta, la barra también, aun si no está en uso. Durante una de las sesiones, el camarero limpiaba silenciosamente sus gafas detrás del local, cuando un hombre se levantó y comenzó a hablar en lenguas – palabras que nadie entendió. El asesor agradeció al hombre y apropiadamente le pidió que se sentara al no haber nadie que pudiera interpretar sus palabras. Después de la reunión el camarero, que era de Iraq, avanzó derramando lágrimas por su rostro y preguntó quién era el hombre que había hablado de los grandes misterios de Dios y del Mesías en su lengua materna. El hombre fue salvo aquella tarde.
El Espíritu Santo es como esto – para algunos no tiene sentido («Están borrachos»), increíble para otros. ¿Cuál es su respuesta cuando el Espíritu Santo le habla? ¿Son estas tonterías a las cuales usted no hace caso o usted está de acuerdo? Los discípulos estuvieron de acuerdo con ello – ellos se entregaron al poder del Espíritu en fe. Ellos no trataron de entenderlo primero. Este es el error que cometemos en nuestro trato con el Espíritu – tratamos de entenderlo y procesarlo lógicamente primero. Usted nunca experimentará el poder completo del Espíritu a menos que le conceda el control.
¿El Señor le está pidiendo que haga algo ahora que parece ilógico? Tal vez consiste en llamar a alguien a quien usted no se ha dirigido por largo tiempo; asistir a una reunión; ayudar a un necesitado de alimento; preguntarle a alguien que parece perdido si usted puede guiarle. Las más ordinarias de las circunstancias pueden ser y serán las de resultados más asombrosos – porque Dios está trabajando constantemente, y cuando usted contesta a su llamado, usted conoce su voz.
Fuente: Liga del Testamento