“Pero ¿cuál fue la divina respuesta? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal”. (Romanos 11:4)
En el tiempo de Acab y Jezabel, Elías pensó que se había quedado solo (verso 3: ««Señor, a tus profetas han dado muerte y tus altares han derribado; solo yo he quedado y procuran matarme»»). Aún el Señor (totalmente desconocido por Elías) había reservado a siete mil hombres que no habían cedido a adorar a otros dioses. Esto también brinda la posibilidad de razonar que había al menos dos veces el número de mujeres y niños que tampoco habían doblado sus rodillas a Baal. Como porcentaje de la población total en el reino del norte de Israel, esto era un número razonablemente grande. De todos modos era la percepción de Elías que él estaba solo.
Hace unos años, participe en un curso de recursos humanos de «entrenamiento de sensibilidad en el puesto de trabajo» Como un componente de este – hablando de situaciones específicas o quejas – el conductor del mismo refirió, «la Percepción es la realidad.» En otras palabras, la percepción que podamos tener de una situación, circunstancia, o comentario es nuestra realidad personal – sin tener en cuenta intención o propósito del entorno.
Cuando leí este pasaje de hoy, recordé ese comentario: «la percepción es la realidad.» ¿Cuál era la percepción de Elías? Estoy solo. ¿Cuál era la realidad de Dios? He reservado siete mil. Dios trató de cambiar el pensamiento de Elías, pero Elías permaneció atascado en su propio punto de vista limitado. ¿No es un poco como nosotros de vez en cuando? Dios demuestra Su poder y majestad alrededor de todos nosotros, mientras tímidamente sólo vemos problemas y obstáculos.
¿Qué pasa cuándo nos aferramos en nuestro miedo y no podemos funcionar productivamente? Podríamos pensar que Dios nos abandona, pero Él no lo hace. La Biblia nos dice cómo Dios trató con Elías. En primer lugar, Dios le dio descanso. La tarea no pudo haber sido terminada (Acab y Jezabel todavía causaban estragos allí), pero Elías necesitó un descanso. Dios sabía esto, entonces Él no lo criticó ni le reprochó. En Cambio Dios simplemente dijo, «Levántate y come…y volvió a dormirse» (1 Reyes 19:3-9).
En segundo lugar, Dios le habló como sólo Dios puede – mediante un silbo apacible y delicado. Como consiguiente, Elijah comprendió que los caminos de Dios no eran los suyos. (1 Reyes 19:11-13). Y en tercer lugar, Dios dijo a Elías que extendiera la mano, él no estaba solo, y había todavía mucho trabajo por hacer. (1 Reyes 19:15-18). Después que Dios refrescó y se reveló a Elías, Él dijo claramente, «Ocúpate. Comienza a servir otra vez. Hay vidas por tocar y ministerios para llevar a cabo. ¡Ahora sal de la cueva y camina!»
Ahora bien cabe preguntar ¿Dónde está usted en este proceso? ¿Está agotado? ¿Temeroso? ¿Derrotado? ¿Se ha hecho la percepción su realidad? ¿Cuál es la perspectiva de Dios? ¿Está usted todavía en su cueva? ¿Saldrá usted? Dios habla y hay trabajo por hacer. ¿Es tiempo para comenzar otra vez?
Fuente Liga del Testamento
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