Consultorio para el Alma | Epístola sobre la Eternidad en Nuestros Corazones | Por: Ysbel Arturo Trejo González

 

Ysbel Arturo Trejo González

Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones, un profundo susurro que nos recuerda que esta vida no es el final de nuestra existencia. Desde lo más íntimo de nuestro ser, sentimos que hay algo más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y de lo que nuestras manos pueden tocar. Esta conciencia de lo eterno nos invita a reflexionar sobre el propósito de nuestra vida y la naturaleza de nuestro ser.

Al ser creados a imagen de Dios, llevamos en nosotros un destello de Su esencia. En lo más profundo de nuestras almas, sabemos que Él existe y que nos ha diseñado para algo que trasciende nuestra realidad cotidiana. Este anhelo por lo eterno se manifiesta en nuestra búsqueda de bienestar, paz, seguridad, comunidad, familia y felicidad. Es un impulso natural que nos mueve a esforzarnos por alcanzar esos ideales y a preocuparnos por su pérdida.

La vida nos presenta desafíos que a menudo nos desbordan: las pruebas, el dolor, la enfermedad y la muerte. Estas experiencias duelen profundamente porque, en nuestro interior, sabemos que fuimos creados para un mundo donde el pecado y la miseria no tienen cabida. La tristeza que sentimos ante la pérdida de lo que nos brinda seguridad y felicidad es un recordatorio de nuestra verdadera naturaleza y de la promesa de un futuro sin sufrimiento.

Así, cada lucha y cada lágrima nos acercan a la comprensión de que hay algo más grande que nosotros mismos. Nos inspiran a ser buenos administradores de los dones que Dios nos ha confiado, a valorar cada momento y a vivir con la esperanza de que, más allá de este mundo, hay una eternidad llena de amor, paz y plenitud.

En este viaje, recordemos que nuestro anhelo por lo eterno es un reflejo del amor de Dios por nosotros, un amor que nos invita a mirar más allá de lo temporal y a encontrar consuelo en la certeza de que, en Su presencia, todo dolor será sanado y toda tristeza será transformada en alegría. Dios hoy te hace el llamado a que reflexiones desde tu Corazón

 

 

 

 

Salir de la versión móvil