Por: José Rojas
Saúl gobernó durante 40 años, pero se encontró con el problema Amalecita. Durante el tiempo en que Israel salió de Egipto los Amalecitas eran personas particularmente desagradables. Mientras que los Israelitas vagaron por el desierto, los amalecitas se escondían tras ellos y atacaban a los más débiles de su pueblo (Deuteronomio 25:18). Ahora, muchos años después, Dios da la orden a Saúl de aniquilar por completo a los amalecitas, y no dejar a nadie vivo (hombre, mujer o niño), y destruir todas sus posesiones (1 Samuel 15:3). Saúl hizo lo que Dios le dijo que hiciera con un par de excepciones, la primera fue que mantuvo al rey amalecita Agag como trofeo, y la segunda fue que se quedó con lo mejor de las ovejas y el ganado (supuestamente para usarlos como sacrificio al Señor). Por supuesto, el Señor sabía lo que Saúl había hecho y le dijo a Samuel: «Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis palabras»
Después de que Saúl trató de inventar excusas para no hacer exactamente lo que el Señor le dijo que hiciera, el Señor habló por medio de Samuel, (1 Samuel 15:22) «Mejor es obedecer que sacrificar; prestar atención mejor es que la grasa de los carneros.» y (1 Samuel 15:28)»El Señor te ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. El que es la Gloria de Israel [hablando de Dios] no mentira, ni se arrepentirá, porque no es un hombre, para que se arrepienta». Entonces Samuel dijo a Saúl que le trajera a Agag, rey de los amalecitas y Samuel lo mató en el acto.
Hay un montón de cosas interesantes pasando aquí y lecciones que aprender, y no tenemos tiempo para ver cada detalle (por ejemplo la forma en que Samuel actúa con Agag ilustra qué es lo que debemos hacer con el pecado — de inmediato y sin dudarlo). Sin embargo, el punto principal que Pablo está enfatizando aquí es el siguiente: cuando el Señor te da una instrucción, haz exactamente lo que el Señor te dice que hagas. Saúl murió en una batalla después de muchos años e, irónicamente, adivina quién lo mato? ¡Un amalecita! (2 Samuel 1:6-10) ¿Por qué? Porque Saúl no mató a todos y cada uno de ellos como Dios le había ordenado que hiciera. El pecado es así. Dios nos dice que eliminemos algo de nuestras vidas. Lo hacemos en su mayor parte, pero nos aferramos a algún remanente, tal vez (como Saúl) como un trofeo de la victoria. Pero el pecado es como un cáncer que no se trata, eventualmente crece y al final, destruye toda vida.
¿Qué pecado te ha dicho Dios que elimines? ¿Has tratado a fondo o te has aferrado a alguna pequeña parte? ¿Cree erradamente que tienes el pecado bajo control cuando en realidad éste sólo está esperando justo debajo de la superficie para destruirte finalmente? ¿Qué te dice Dios que debes hacer con ese pecado en este momento? ¿Vas a obedecer a Dios, y darle completamente la espalda a ese pecado? Algunos pecados son difíciles de erradicar de nuestras vidas. Comparte tus luchas con algunos hombres de confianza y pídeles que te ayuden a luchar contra este pecado.
Fuente: Liga del testamento
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