“Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación” (Hechos 21:26)
Hace pocos días la ermita LBN impartió un ayuno congregacional de 24 horas, en apoyo a los proyectos tanto de la membrecía como de los de la propia Iglesia, hubo tiempo de oración vía interacción de internet impartida por la dirigencia LBN.
Fue entonces que el Señor llamó mi atención hacia el ejemplo de Pablo en nuestro pasaje de hoy. Pablo previamente había dado instrucciones al liderazgo de la iglesia de Jerusalén de que necesitaban seguir un rito de purificación Judía (con otros hombres). Debía hacerlo para “probar” a los Gentiles y judíos por igual que todavía respetaba la Ley Mosaica — a pesar del hecho de que predicaba regularmente, la Ley era espiritual no física. En nuestro pasaje de hoy Pablo ha decidido claramente obedecer esa orden. “Al día siguiente Pablo llevó a los hombres y se purificó con ellos”. ¿Por qué Pablo sacrificó su vida personal, dinero y libertad en Cristo para obedecer la Ley?
Pablo responde en sus propias palabras en su carta a la iglesia en Corintio (1 Corintios 9:19),”Aunque soy libre y no pertenezco a hombre alguno, me hago esclavo de todos, para ganar tantos como sea posible”. Luego en los versículos 20-21 explica cómo lo hace, “Para aquellos sujetos a la ley yo me convertí en uno sujeto la ley (aunque no esté sujeto a la ley), sólo para ganarme a los sujetos a la ley. Para aquellos que no tenían ley, me convertí en uno que no tenía ley (aunque estoy sujeto a la ley de Dios pero bajo la ley de Cristo)… “Y finalmente en el verso 22, su meta: “Me he convertido en todo para los hombres para que por cualquier medio pueda alcanzar a algunos”. El sacrificar la libertad personal es un gran sacrificio para cualquiera de nosotros, sin embargo, Pablo voluntariamente lo hizo. ¿Estaría yo dispuesto a sacrificar mi tiempo personal para “probar” mi apoyo al Ministerio de la Iglesia? ¿Qué podría hacer?
Pablo no quería que nada en su conducta personal violara la sensibilidad de otros quitándole mérito o distrayéndolo del mensaje de salvación en Cristo Jesús. ¿Harías lo mismo bajo circunstancias similares? ¿Cuándo fue la última vez que te hiciste “esclavo de todos, para ganar tantos como fuera posible”? ¿Estás renuente a sacrificar la libertad personal? ¿Cuál libertad personal te está pidiendo Dios que sacrifiques para ser más sensible hacia alguien, o para ganar a alguien para Cristo? ¿Lo harás?
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