Jose Rojas
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“Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto». A este Moisés, a quien habían rechazado diciendo: «¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?», a este envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto por cuarenta años.” (Hechos 7:34-36)
Cuando Esteban relata la historia de Moisés ante el Sanedrín, refiere estas palabras de Dios a Moisés, “Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.” ¡A mi me encanta esa afirmación! Dios había terminado de decirle a Moisés como Él había visto la opresión de Su pueblo, había escuchado sus súplicas, e iba a venir para liberarlos y enderezar las cosas. Moisés debe haber estado pensando lo divertido que sería el ser espectador de este evento — él debe haber sufrido un shock cuando Dios le dijo, “Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.”
¿No es acaso esto semejante a nuestra actitud? Queremos que Dios intervenga para arreglar nuestros problemas (corregir la injusticia de liberar al inocente). Pero no parece que fuera Dios quien dijera, “Okay — vengan –ahora mismo — vamos a hacerlo — hmmm … ¿a quién enviaré? — Ah sí — ¡te enviare a ti!” Eso no es usualmente lo que tenemos en mente cuando pedimos la intercesión de Dios. Queremos que Dios lo haga y nos deje a un lado observando.
En nuestro devocional previo, les relaté la historia de un padre, que con la ayuda del Señor, rescató a sus hijos de una muerte segura. ¿Cómo crees tú que hubiera sido el resultado de esa historia si después de su oración pidiendo la intercesión de Dios, él hubiera escapado por una ventana y, parado de un lado, se hubiera quedado mirando a ver si el Señor salvaba a sus hijos? Los niños probablemente hubieran perecido.
Dios promueve “predicadores” durante los momentos de necesidad. ¿Por qué? Yo creo que es porque así se hace conocer a sí mismo — no tanto por el milagro acaecido, sino por el testimonio y vida de aquél que acepta el llamado de Dios. Moisés aceptó el llamado de Dios, y los Israelitas fueron liberados del cautiverio como resultado de ello.
¿En qué área de tu vida estas pidiéndole a Dios que interceda? ¿Cuándo (no si acaso) Él te pregunta: “Ahora ven, yo te enviaré,” ¿cómo responderás?
Fuente Liga del testamento