“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí, pues según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”. (Romanos 7:21-23)
En mi mente quiero seguir la ley de Dios – exactamente como Pablo. De hecho leo y la estudio a menudo la Biblia. Me deleito en la Palabra. Esto me trae gran alegría y paz. Realmente quiero seguir los mandamientos del Señor y andar en sus caminos de justicia. Y es justo cuando mi cuerpo se rebela. Mis ojos se avalanzan lujuriosamente hacia una casa más grande en un sitio mejor, o quizás las líneas lisas de un carro ultimo modelo. Mis oídos recogen el último chisme de celebridad. O soy sorbido en la preocupación por el último escándalo financiero o artistico.
Sea lo que fuere – exactamente como Pablo – siempre hay una guerra emprendedora en mi mente, «haciéndome un preso de la ley del pecado en el trabajo, en la calle u otro lugar, dentro de mis miembros. » ¿puede usted estar relacionado con esto? ¿No es realmente frustrante?
Supongo que una de las mejores cosas sobre este versiculo de Romanos es que Pablo revela cuan humano él es. Como él ha luchado con las mismas cosas que nos molestan. Esto me da cierta seguridad al saber que no estoy solo. No hay algo especialmete defectuoso en mí personalmente cuando soy tentado, tropiezo, o caigo. Sabemos que tenemos el mismo problema: el pecado emprende una guerra y nos hace presos, pero no tenemos que entregarnos. No tenemos que rendirnos a este cuerpo de muerte. Jesús murió para que pudiérmos vivir. ¿Ha aceptado usted su regalo?
Fuente Liga del Testamento
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