Álvaro Farías
Definitivamente hay una línea muy delgada entre estas dos actitudes, y el no estar conscientes de cuál de ellas nos mueve, puede resultar muy peligroso; pues gran parte del caos en que está envuelta la sociedad, la familia y muchas instituciones, se debe precisamente a una descarada ambición disfrazada de visión o de aspiración.
En esto debe ser muy honesto con usted mismo, entendiendo que la naturaleza humana siempre se inclina por egoísmo, consumismo, o por otra razón de carácter individualista a ciegas pretensiones que buscan sólo satisfacer placeres intrínsecos en el corazón de la especie humana. No es nada nuevo, y se remonta al mismo inicio de la aparición del hombre en este mundo, hecho que ha sido representado en imágenes, canciones, dramatizaciones, películas y escritos; y es precisamente la historia de la primera pareja creada llamados Adán y Eva, quienes terminaron reflejando la misma actitud de aquel famoso ángel llamado Lucifer, y mejor conocido como Satanás representado en esa escena en la figura de una serpiente.
Aún retumba en nuestros oídos esas palabras que describen a este ser “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-14). Piense en las frases claves que descifran las acciones a tomar por esta criatura, y que puede ser la orgullosa forma en muchas veces pudiste haber hablado: “subiré”, “levantaré”, “me sentaré”, “seré semejante al…”. No es esta la idea que se nos ha vendido, la terrible idea que hemos creído y por la que se han tomado atajos y lograr, a costa de lo que sea, lo que dibuja en su imaginación, y allí no se piensa en consecuencias, ni en impacto a largo alcance, sino alcanzar rápido, el ahora, .
Ambición es la palabra que lo define y no te puedes confundir, no es visión. La ambición te lleva a iniciar a lo grande para terminar en lo más pequeño, la visión te puede dirigir en un inicio de pequeños pasos, pero que lo llevarán a lo grande. Regresando a la pareja mencionada anteriormente, pensemos en la propuesta que se le hace a Eva por parte de la serpiente “sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5). Allí está el mismo proceder, una actitud similar que deja al descubierto la ambición en las siguientes palabras “seréis como Dios”. El hambre de poder, fama, posición y logros te puede encadenar a una fatalidad de la que normalmente no te das cuenta, y el día menos pensado te hundirá en la más profunda depresión, pobreza, desánimo; en donde lo más seguro es que termines perdiendo lo más valioso, sea familia, amigos, salud, tranquilidad, y hasta la propia vida.
Con todo esto, por qué no reflexionar seriamente en plantearse una visión en la que crecerás, ayudarás a tu familia, podrás extender y ampliar tus aspiraciones, colocando siempre el bienestar tuyo y de los demás dentro de tus prioridades, sabiendo que dejarás un gran legado, una influencia para otros, un aporte significativo a la sociedad. En la visión te importará mucho en las personas que te acompañarán y que representarán una gran inspiración para seguir luchando, sabiendo que pueden presentarse adversidades y que lo fácil no será muy común, pero que al final valdrá la pena cada sacrificio, hacer las cosas bien hechas y ser objetivo en los deseos y sueños futuros. Espero desarrolles una gran visión que no sólo se enfoque en dinero y que a la vez te de las más grande de las satisfacciones, y al mismo tiempo recomiendo te alejes de la ambición que mata, destruye, acaba. ¡Ánimo, adelante!