¿Conoce Ud. personas que contribuyen a generar estados de ánimo positivos, en las comunidades en que participan y en quienes las componen?
Esas personas son constructoras de Capital Social, esto es, contribuyen a aumentar el potencial de generar valor, de distinta naturaleza, de esas comunidades humanas: económico, social, cultural, político, etc.
¿Conoce Ud. personas que generan nuevas relaciones entre personas que conocen, que van por la vida presentando gentes a otras gentes, grupos a otros grupos?
Personas que articulan mundos y proyectos y por esta vía los potencian.
Esas personas son constructoras de Capital Social
¿Conoce Ud. personas que motivan, inspiran y ayudan a encontrar caminos para que el grupo utilice su Capital Social para avanzar en la transformación de problemas, carencias, “dolores” en nuevas posibilidades?
Esas personas son constructoras de Capital Social.
¿Conoce Ud. personas que honran la palabra empeñada y cumplen sus compromisos?
Respetan los acuerdos adoptados.
Y hacen que otras personas hagan lo mismo.
Esas personas son constructoras de Capital Social.
Esas son las personas que urgentemente requerimos,
en política,
en las empresas,
en las organizaciones sociales,
en la academia y en otros ámbitos claves del desarrollo integral y sustentable y la preservación y mejoramiento de la democracia.
¿Interactúa Ud. recurrentemente con personas de esas características?
Si es así, alégrese y deles las gracias. Trate de incrementar su interacción con ellas. No sólo construyen Capital Social en los entornos en que viven.
No sólo le motivan a Ud. a seguir su ejemplo. Le hacen a Ud. la vida más grata. ¡Le mejoran la salud!
¡Le hacen más feliz!
Eso muestra crecientemente la investigación científica, incluyendo el famoso estudio de la Universidad de Harvard acerca de la felicidad. El seguimiento, desde el año 1938 en adelante, de 700 hombres -una mezcla de estudiantes de esa universidad y jóvenes de barrios pobres de Boston- y 1000 descendientes de ellos, lleva a una conclusión clara y robusta: la clave para tener una vida saludable y feliz es la cantidad, calidad y diversidad de las relaciones que tenemos con otras personas.
Hay entonces muy buenas razones para acercarse a esas personas que construyen Capital Social: mejoramos nuestras vidas y la de los nuestros, aprendemos a ser constructores de Capital Social y nos sumamos a la urgente tarea de fortalecer el Capital Social de las comunidades humanas a las cuales pertenecemos, desde el nivel planetario hasta la familia.
¿Conoce Ud. personas que hacen todo lo contrario que aquellas antes descritas?
Liste Ud., por oposición a las actitudes y conductas de las personas constructoras de Capital Social, lo que esas personas hacen, y estará describiendo a las personas destructoras de Capital Social, que, desafortunadamente, abundan en algunas culturas y sub-culturas.
En relación con esas personas hay dos posibilidades. La mas socorrida: alejarse y protegerse de ellas.
La segunda, mucho más compleja, más riesgosa, más costosa, más ingrata, pero noble y clave: jugársela por generar cambios en esas personas, para que dejen de destruir Capital Social y, eventualmente, se cambien al bando de quienes lo construyen.
¿Se puede?
Sí, se puede.
Con paciencia,
perseverancia,
prudencia,
mucha comprensión y compasión,
se puede.
Las personas sí cambian.
Y pueden cambiar mucho si los contextos cambian, si hay personas comprensivas y compasivas que están disponibles y comprometidas para generar esos contextos favorables para el cambio.
Una persona destructora de Capital Social no lo hace necesariamente porque quiera hacerlo.
Le ocurre hacerlo.
Algunas sufren haciéndolo y quisieran dejar de hacerlo.
Necesitamos más y mejores personas constructoras de Capital Social. Las más necesarias, las imprescindibles, son aquellas dispuestas a asumir esta desafiante tarea: neutralizar y reconvertir a quienes lo destruyen.
*Académico Universidad de Chile
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