CONOCER EL LUGAR DONDE SE VIVE | Por: Francisco González Cruz

 

Albert Martínez, meteorólogo entrevistado por el periodista Jorge Ramos el pasado lunes 8 de julio a propósito de las trágicas inundaciones del río Guadalupe en el estado de Texas, Estados Unidos, afirmó que frente a estos fenómenos naturales extremos que ocurren inesperadamente cada vez con mayor frecuencia, lo más sensato que se puede hacer es “que la gente sepa donde vive y conocer su territorio”.

Ese país tiene los más sofisticados sistemas de información del clima y del tiempo, sin embargo, no pudo predecir ni advertir esa repentina y extraordinaria crecida que sorprendió a tanta gente, sobre todo niños, en su campamento de verano en el Día de la Independencia. A todos los sorprendió la riada en medio del sueño, incluyendo a los desprevenidos funcionarios del servicio civil encargados de atender estas emergencias. De allí viene la increíble cantidad de víctimas.

Lo que recomiendan estos expertos, ya en conocimiento de que las regularidades del clima se acabaron por causa del cambio climático, que la primera línea de prevención está en manos de cada una de las personas, y en consecuencia, deben saber cual es la localización del lugar donde vive y el sitio donde está emplazada su vivienda o trabajo.

La localización se refriere al entorno general, y el sitio al emplazamiento concreto de su edificación. El primer concepto es saber si se trata de un valle, una terraza, una cuenca grande o pequeña, si es costa o montaña y sus características. Los cuerpos de agua vecinos como quebradas, ríos, lagos y sus peligros o bondades. Si es zona sísmica o no, de huracanes, tornados o ventiscas, las temporadas de lluvias y sequías. Cuáles son los espacios vecinos, sus medios de comunicación, sus centros de abastecimiento, puestos de salud y de seguridad ciudadana y otras informaciones.

El segundo se refiere a las condiciones topográficas donde se emplaza la edificación como el tipo se suelo, las condiciones del terreno, si es firme o no, si es un relleno consolidado o es frágil, si fue construido con todas las exigencias de ingeniería y demás previsiones. También si tiene los equipamientos indispensables por si se presenta alguna emergencia y algunos otros detalles importantes, como los árboles circundantes, postes de servicio público, puentes y demás.

Puede ser tediosa esta larga lista, pero si se trata de la vida propia y de los seres queridos, no es poco lo que se pueda hacer para estar atentos a lo que pueda pasar, y tener a la mano los recursos para atender una emergencia. Al meno tener consciencia del lugar y del sitio donde vivimos.

Mucha gente vive donde la propia dinámica de la vida lo condujo, porque allí nació, porque allí llegó, o porque no encontró otra parte mejor. Unos tienen su vivienda en sitios estables y seguros, pero otros ocupan una vivienda a la orilla de un talud, o al pie de él, o en el lecho mayor de un río que se mostraba amable, o en un cerro inestable presto a irse abajo. O en un urbanismo que una empresa irresponsable construyó donde no debía. O casi encima de una acequia a donde van las cloacas y la basura.

Son mil situaciones distintas, unas seguras y otras arriesgadas, pero en unas y otras salva vidas estar consciente del lugar y del sitio donde estamos, para poder llevar la vida más tranquila, y salvar la vida propia, la de los seres queridos y las de los vecinos cuando se presente un imprevisto…o un previsto.

 

 

 

 

 

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