¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe… Romanos 9:30
Hace unos años fui invitado a asistir al Torneo de Golf de maestros como el huésped de uno de mis clientes. Fui recogido en el aeropuerto, conducido a una casa alquilada para la semana, se me mostró mi cuarto y se me dieron boletos para cada evento. Anduve durante todo el curso de la semana detrás de varios grupos de los golfistas más refinados del mundo. Cuando comía un bocadillo de pimiento y queso con un té helado, observé a las leyendas del golf navegar los obstáculos de la famosa «Esquina Amén». ¡Qué clase de gusto aquel! Y yo no había hecho nada para organizar o planear el evento. No era algo que buscaba, simplemente lo encontré.
En nuestro pasaje de hoy, Pablo nos dice: «¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; «Justo como en mi viaje al evento de maestros – nosotros (los gentiles) nos hemos simplemente manifestado para la reclamación de la justicia de Dios por la fe en su hijo Jesús. Qué bendición tan gloriosa hemos recibido.
Lo que es realmente interesante sobre la analogía que yo utilicé para ilustrar el punto de Pablo hoy es que ambos requieren de la fe. Uno requiere de la confianza en mi cliente, que él hiciese bien sus compromisos (los cuales se limitan entre la recogida en el aeropuerto, los boletos que proveen para cada acontecimiento,…), mientras que el segundo requiere que la confianza en el Creador del universo, que cumpla bien su promesa de perdón y vida eterna. ¿Quién cree usted resultará ser más digno de confianza? ¿Las promesas del hombre o las del Señor? ¿Cuál ha sido su experiencia?
Tomado de blog Liga del testamento