Este viernes cuando estén sonando las 12 campanadas, cada uno reflexionará en torno a lo que fue el año que culmina. Pensará en sus aciertos y desaciertos porque de todo hubo durante el año que culmina. Cuantas cosas hicimos y otras que dejamos de hacer, pero al final, siempre con la fe puesta que lo que queda pendiente lo afianzaremos en el 2022. Con las 12 uvas del tiempo, existen aspiraciones personales y también colectivas, pero al final, el anhelo es contar siempre con la bendición de Dios, que es el que todo lo puede.
Es el momento de pedir con devoción que nuestro Señor vele por la salud de todos los enfermos, porque nada se logra cuando estamos vacíos del espíritu y además sufriendo quebrantos físicos. En muchos casos, es tanta la soledad, que rodeados de personas, muchos seres se sienten solos porque aunque estén entre multitudes, no logran reconfortarse.
Busquemos la compañía de nuestros seres queridos y de aquellos quienes realmente nos hacen sentir: Amistad, confianza y hasta en familia sin serlo. No ahondemos con quienes no son capaces de reconfortar nuestra moral. Nada que no provenga del alma, es capaz de llenar la nuestra y viceversa; tengamos presente que nada da el que no siente, aunque posea lo material. Seamos capaces de dar todo lo que pueda generar felicidad en los demás y hagámoslo ahora que podemos ofrecer aunque sea una sonrisa. Entendamos que no se trata de un bien físico, aunque todo es necesario; hasta una palmadita en la espalda nos satisface más, que exquisiteces o un rico manjar, si estos no son compartidos con devoción y verdadero amor.
Llegará sin invitarla
Apreciemos lo que somos y aspiremos alcanzar todo propósito. Si por algo nos debemos dejar guiar, es por la perseverancia y esto no solo debe ser considerado por los particulares, también los gobernantes deben tener la firmeza para ofrecer y cumplir, porque nada se emprende sino hay tenacidad. Los logros dependen del tesón que nos impongamos. La imposibilidad está en cada uno de nosotros, pero nada es posible, sin la constancia que debemos mostrar cada día al levantarnos y mantenerla hasta acostarnos nuevamente, para acumular fuerzas y reiniciar la jornada del siguiente día. Diariamente tengamos presente que: A la cama, solo la muerte llegará sin invitarla.
Arquitecto del Universo
El 2022, quizá sea un año en que persista la incertidumbre social, pero ante ello, debemos mostrarnos pacientes. Nada ganaremos si todos perdemos nuestra entereza. Unos tendrán que mandar y otros obedecer, pero no olvidemos que es Dios, Arquitecto del Universo, el que sabe lo que más convenga al país y al mundo entero. Mostremos nuestra devoción y fe, para que se haga su voluntad. Diariamente y con mucha confianza hagamos oración.
Desde la página de Boconó y en nombre del Diario de Los Andes, les deseamos un Feliz año para todos. Reciban un abrazo cordial y extensivo a sus seres queridos.
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Héctor Rafael Briceño (CNP 14.130)
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