Texto: Luzfrandy Contreras / Mariana Duque
Fotos: Carlos Eduardo Ramírez
El amor y la devoción por el Santo Cristo de La Grita y la Virgen de La Consolación de Táriba, ha hecho que algunos feligreses sientan el compromiso de servir a los peregrinos que se movilizan hacia la Atenas del Táchira, días previos al 6 de agosto, o a la Basílica de Táriba el 15 de agosto.
Rafael Altamiranda es uno de ellos. Es nativo del municipio Cárdenas, pero hace 6 años adquirió una vivienda en Andrés Bello, sector El Fical, donde por tradición recibe a los peregrinos con una estructura de la Basílica de Táriba y una imagen del Cristo del Rostro Sereno rodeado de flores.
La estructura tiene 22 años de construida. Fue hecha en el gobierno del primer alcalde del municipio Cárdenas, Carmelo Márquez, junto a otras dos réplicas que ya se deterioraron, pero Altamiranda la cuida como el don más preciado. La estructura ha recorrido muchos rincones del Táchira, en procesiones, rezos y adoraciones.
Como obra de amor, en compañía de unas 11 personas, entre familiares, amigos, vecinos y compadres, ofrece a los peregrinos que se movilizan al municipio Jáuregui, apoyo en alimentación o hidratación. «Soy muy devoto, atiendo a los peregrinos desde mi hogar con agua de panela, sancocho cuando lo tenemos listo, y siempre ahí estamos», acción que repite en la peregrinación a La Virgen de La Consolación.
Dice sentir admiración y orgullo por los peregrinos que se movilizan hacia La Grita, por el esfuerzo físico al que se someten, aunque él nunca ha hecho este recorrido a pie. Por eso ofrece su apoyo a quienes si lo hacen.
«A uno se le eriza la piel cuando los ve caminar, porque es demasiado fuerte ir al Santo Cristo de La Grita, es bastante fuerte ir a pagar una promesa, nunca lo he hecho, he ido en carro, pero a pie no me atrevo porque es muy fuerte».
Rafael Altamiranda asegura que mientras tenga salud y vida se mantendrá apoyando a los peregrinos que siguen la ruta hacia el Santo Cristo de La Grita.