Los apagones constantes que se registran en el estado Táchira han dirigido la mirada hacia el Complejo Hidroeléctrico “Leonardo Ruíz Pineda”, presa La Honda, ubicada en el municipio Uribante e inaugurada el 30 de septiembre de 1987 por el presidente Jaime Lusinchi. Los bajos niveles hídricos del embalse han generado preocupación en las autoridades de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), quienes aseguran que la sequía que se registra en el lugar es una de las razones por las que falla el sistema eléctrico en la región.
Al ser inaugurado el complejo hidroeléctrico, las autoridades informaron que estaba compuesto por tres embalses: Uribante, Doradas y Camburito- Caparo, cuatro lagos, tres centrales hidroeléctricas: San Agatón, La Colorada y La Vueltosa, 12 kilómetros de túneles y once turbinas destinadas a generar 5 mil millones de kilovatios anuales, suficientes para abastecer a más de un millón de hogares con un consumo promedio de 2500 kva diarios.
Diario de Los Andes se trasladó a Uribante y estuvo en Potosí, tierras en donde fue desarrollado el complejo hidroeléctrico. Allí se comprobó la sequía que ha afectado la zona, que deja en evidencia el rastro de lo que fue un pequeño pueblo, desalojado durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez entre los años 1982 y 1983, para impulsar esta obra de magnitud que permitiría mejorar el sistema eléctrico en la región andina.
La fachada de lo que fuera la Iglesia en honor a San Isidro – Labrador, es un reflejo de los bajos niveles del embalse, pues en condiciones normales tan sólo se logra ver la punta de la cruz. La fachada ha servido como medición de los niveles de la represa durante años, y esto por “obra de Dios”, como lo aseguran quienes vivían en el pueblo, pues a pesar de que la estructura fue dinamitada, no logró ser derrumbada, ni se ha caído 40 años después a pesar de la fuerza del agua.
Restos de las tumbas de lo que fue el cementerio, de la casilla policial, de un puente metálico que atravesaba el valle hacia otras carreteras, de la base en donde estaba el busto de Simón Bolívar, de tanques de agua, tuberías, zapatos y escombros, se observan entre el terreno seco, agrietado, e impregnado del vapor de los rayos del sol que estaban cayendo con toda su fuerza el sábado 9 de abril de 2022.
Ese día se desarrolló en el lugar una eucaristía en homenaje a San Isidro, y como una promesa de quienes vivieron en el lugar y sus descendientes, pidiendo por la salud de sus seres queridos, y rogando para que el sacrificio que muchos hicieron hace años de dejar a un lado sus raíces para generar electricidad no haya sido en vano, pues no entienden cómo ahora hay tantas fallas en el servicio eléctrico.
Sequía y tala de árboles
Para llegar a Potosí, se recorre desde Pregonero hasta la carretera vieja que da con la represa. Se trata de un valle rodeado por dos montañas, desde donde se puede observar la majestuosidad de las aguas de la central hidroeléctrica, y también los estragos de la sequía. A las orillas de la represa, hay una marca de unos 14 metros de altura que indica en los niveles en que se encontraba y cómo está ahora.
La falta de gas doméstico para cocinar ha generado que en los alrededores de los principales ríos que alimentan la central, se esté presentando un ecocidio de magnitud importante. Cientos de árboles han sido derrumbados y se hace evidente a los ojos de quienes por allí transitan.
Zonas que deben estar repletas de la vida y el oxígeno propio de los árboles, ahora lucen como trozos de tierra que han sido cortados sin importar el dolor de la naturaleza y el daño que se está causando, pues la mano del hombre también ha contribuido a la sequía que escandaliza a los habitantes de la zona, quienes aseguran que no había existido un verano tan prolongado como el de ahora.
Una vía que anteriormente era zona de seguridad y resguardo, ahora fue tomada por invasores. A las orillas del valle de la represa fueron levantados ranchos de madera y de zinc, cuyos habitantes se han dedicado a la quema de la vegetación y la tala de árboles, para limpiar los terrenos y someterlos a procesos de sembradío, causando un daño en este pulmón vegetal.
En medio de la represa, hay árboles secos, que anteriormente estaban debajo de las aguas, los cuales evidencian que siguen bajando los niveles del agua. Pocas gotas de agua han caído durante los últimos días, las cuales no son suficientes para recuperar los niveles del embalse.
Inversión y cuidado
Al respecto el presbítero Nelson Duque, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Pregonero, manifestó que en la represa se necesita inversión y cuidado ambiental, y por eso el sábado 9 de abril fueron a realizar una eucaristía con la reliquia de San Isidro Labrador.
“Nosotros los venezolanos desde hace algunas décadas venimos destruyendo mucho y necesitamos inversión, y también necesitamos más cuidados de lo que tenemos, valorar lo que tenemos. Ciertamente que si ha bajado el nivel del embalse, 14 o 15 metros ha bajado, claro que necesitamos más agua para producir más electricidad, pero también necesitamos cuidar más lo que nos hicieron otras generaciones. Lo que con tanto sacrificio costó hacer esta represa no la hemos valorado”
Considera que los venezolanos son los que destruyen su propio país, por lo que a su juicio debe haber reconciliación y mirar hacia adelante. “Aquí hay gente que ha destruido estos establecimientos, que ha dañado, y también hay que invertir”, dijo.
“Nivel mínimo”
Jesús Avellaneda es ingeniero eléctrico. Hasta hace cuatro años laboró en la represa Uribante – Caparo en el área
de distribución, y ahora se dedica a pescar en los alrededores del complejo.
En conversación con Diario de Los Andes manifestó que el nivel actual de la represa es el mínimo para un sistema de generación. “Mi opinión no será muy buena porque aquí lo que genera es 150 megavatios, y el sistema del Táchira es más o menos mil y mil y tanto megavatios, incluyendo Barinas. Guayanito tiene dos turbinas que me imagino que las tiene que tener funcionando a todo dar para poder medio suplir, y por eso es el racionamiento”.
Desconoce cómo ha sido durante los últimos años el mantenimiento de la central hidroeléctrica, aunque ha tenido conocimiento de que funcionarios llegan cada cierto tiempo a revisar el estado del complejo.
“El proceso de llenado es lento”
Darío Ramírez vive en Pregonero. Por los apagones constantes se le quemaron el televisor y la nevera y no ha podido comprar nuevos porque el dinero no le alcanza. Asegura que este es el daño más grande que se ha presentado desde que fue inaugurada la central hidroeléctrica. “Muchos tuvieron que abandonar el pueblo (Potosí) y ahora no tenemos electricidad”, recuerda.
Recuerda que para esta época anteriormente ya estaba lloviendo, pero ahora lo que ha caído es una brisa, que no genera efecto en el proceso de recuperación del embalse. “Antes en cada lluvia veía subir la represa todos los días, ahora usted la ve bajar todos los días. El proceso de llenado es más lento, también depende de las lluvias. Eso casi lleva un ciclo de agua para llenar y no llega al nivel donde estaba”, dijo.
“No es la primera vez”
Para Luisaida Roa Araque, habitante de la zona Angelitos de la parroquia Potosí, las fallas eléctricas no se deben a la sequía, porque en diversas oportunidades el embalse ha bajado sus niveles y ha quedado al descubierto lo que queda del pueblo de Potosí, sin que esto generara apagones.
Aunque vivió en Potosí hasta los seis meses de edad, antes de que desalojaran el pueblo, visitó el lugar con conocimiento de causa hace unos ochos años, y se encontraba en el mismo estado de sequía. “Esa represa tenía más de diez años que no llenaba, el año pasado fue que llenó. Uno habla lo que escucha nada más. Tenemos la falla de la luz, el corte y todo. No sé por qué serán los cortes de luz, no se si no hay mantenimiento en las turbinas”, expresó.
“En toda Venezuela hay problemas eléctricos”
Marina Araque, su esposo e hijos fueron los últimos en desalojar Potosí antes de ser derrumbado, pues era quien preparaba la comida a la compañía Miranda, encargada de la obra, entre los años 1982 y 1983.
A partir de ese momento se fue a vivir en la Aldea Angelito, parroquia Potosí. El sábado 9 de abril caminó y cruzó ríos, quebradas y montañas para llegar a Potosí a una eucaristía especial. Era la primera vez que regresaba después de 40 años.
Para ella el problema eléctrico regional no tiene que ver con la represa, porque tiene familiares en distintas partes del país que también se quejan de los apagones. “Tengo familia en Barinas y en Caracas y tienen fallas de luz. No creo que sea aquí por problemas de sequedad de la represa ni nada, es en nuestro país Venezuela”.
“Es falta de mantenimiento”
El diputado del bloque unitario del Consejo Legislativo del estado Táchira (Clet), Heriberto “Junior” Labrador, manifestó que aunque es evidente la disminución del caudal en Potosí, en años anteriores había ocurrido lo mismo, sin que por eso fallara el sistema eléctrico.
“Lo que se evidencia es la falta de mantenimiento, la falta de darle seguimiento y el uso adecuado al afluente del agua”, expresó, al tiempo que insistió en que si el verano se extiende unos dos meses, los niveles del embalse bajarán aún más, por lo que reiteró que la solución al problema es la compra de electricidad a Colombia.