Complejo Deportivo Carlos Maya en estado de abandono y sin dolientes

Luis «El Teacher» Cárdenas.– La pandemia del Covid-19 tiene paralizado casi toda la práctica deportiva y por los vientos que soplan así será por el resto del año 2020, que será recordado como el más triste en todos los ámbitos en el mundo y los vigienses no escapamos de esa realidad en lo social, político, cultural y el deporte.
Sin embargo, pese a la ausencia de actividades recreativas y deportivas, causa total impresión y molestia el actual estado del Complejo Deportivo Carlos Maya, la gran infraestructura de importancia en el municipio Alberto Adriani, que cuenta con un estadio de fútbol, uno de béisbol, un complejo de piscina, un gimnasio de boxeo y otro de voleibol, que también puede ser utilizado para jugar baloncesto. El monte a sus alrededores,  el deterioro en sus estructuras es notorio y si bien en la actualidad no pueden ser ocupados para hacer deportes, al regresar la actividad podrían llegar estos en el peor rostro y nadie da la cara para asumir la responsabilidad y ponerlos en buen estado.

 

¿Responsabilidad de quiénes? ¿Dónde están los dolientes?

Existe preocupación en el sector deportivo por esta situación, pero al final, como ha venido sucediendo en todos los aspectos del país, con una política gubernamental muy ajena a las necesidades del ciudadano común al que representan, pareciera no haber dolientes ni nadie que afronte tal situación.
El estadio Ramón «El Gato» Hernández es competencia del equipo de fútbol profesional que hace vida en la localidad, El Vigía FC, debido al comodato que tiene su directiva con el gobierno regional desde hace años. Hace varias semanas le hicieron mantenimiento al gramado y sus alrededores. Pero las lluvias y el tiempo de inactividad permitieron que la grama volviera a crecer. La semana pasada volvieron a realizar un corte a medias, quedando la mitad alta porque ya volvió a crecer y la otra parte, más alta.
Pero no es solo el gramado, son sus alrededores que nuevamente se están viendo afectados por el crecimiento de la maleza. A esto hay que sumarle la falta de retoque que desde hace años no se le da a sus tribunas y la falta de arreglos que necesita esa instalación para ser tomada en cuenta por las nuevas exigencias de la Conmebol, para poder albergar partidos en el fútbol profesional tanto de primera como de segunda división.
Pero más preocupante se encuentra la «selva» en la que se ha constituido el estacionamiento principal con que cuenta el estadio. Totalmente descuidado y nada digno, por lo que es necesario hacer el llamado a los dirigentes a brindarle el respectivo mantenimiento, aunque en la actualidad la plantilla de jugadores no se entrenen y no haya ningún tipo de actividad en «su casa».
En estos momentos la situación del estadio de béisbol Acacio Sandía Ramírez presenta una mejor cara en cuanto a su gramado, pero el mismo no se debe a la preocupación gubernamental que haya puesto en marcha algún plan de trabajo para recuperarla, sino al entrenador Wilmer Monsalve, quien tiene su escuela haciendo vida deportiva en la misma y con sus representantes y esfuerzo propio ha logrado darle un «cariñito» a medias, arropándose hasta donde le alcanza la cobija. Aún así, dicha instalación no ha tenido esos retoques necesarios para que presente un rostro más bonito y que lo lleve a ser considerado nuevamente como uno de los mejores no solo del estado, sino incluso del país, admirado por los propios beisbolistas profesionales que hace una década nos visitaban con sus organizaciones, cuando la situación país hacía posible traer duelos de fogueo, como un Águilas vs Cardenales que pudimos presenciar algunos de manera afortunada desde las gradas y en mi caso, desde el propio terreno de juego.
Recuerdo que en aquel entonces las palabras positivas para la instalación por su dimensión eran impresionantes, el único obstáculo que presentaba eran sus paredes de fondo, que debían ser acolchonadas para protección de los peloteros, para evitar que al momento de fildear un elevado e impactaran, amortiguaran el golpe. Pasaron los años y como muchas cosas a lo largo de los tiempos de revolución se quedó en el olvido, las ganas de ver partidos profesionales de la pelota caliente quedaron congeladas como las intenciones de mejorar esa infraestructura, que cuenta con más de 20 años.

La laguna encantada

La piscina América Bendito es una de las instalaciones más «jóvenes» dentro de la «familia» deportiva del Complejo Carlos Maya. Fundada en el 2005 con motivo de los Juegos Deportivo Andes 2005, ha sido la obra más chueca, o la «más enferma», pues desde su construcción ha tenido sus defectos, y con el tiempo, lejos de mejorarlos, los han deteriorado.
En este escrito se me ocurre bautizarla la laguna encantada, y lejos de ser un remoquete que emocione, lo que da es tristeza. Porqué llamarla así, porque es el único lugar donde los nadadores dejan de ser hombres y mujeres y se convierten en sapos, quienes son los que más le han sacado provecho a sus aguas nadando como príncipes que esperan que las princesas lleguen a darle el beso.
Hace poco el gobernador de Mérida, Ramón Guevara hizo un esfuerzo y me consta, por recuperarla y con bombos y platillos se presentó su recuperación ante los vigienses. Pero la pandemia y el descuido la han llevado nuevamente a mostrar un triste rostro, tan verde como Hulk cuando se enoja y con posibilidad de ser cohabitada nuevamente por los renacuajos.
Pero no es la única pata chueca que tiene y ha tenido la piscina. Desde los daños que han sufrido sus motores a lo largo de los años sigue sin ponerse operativo una de sus partes que fue construida para los clavados, donde los únicos que se clavaron fueron los recursos que se habían presupuestado en su momento y que hasta el día de hoy nadie dio razones del por qué no se terminó.

Gimnasio de boxeo y su cara de Rocky contra Apolo

El otro joven rostro del CDCM es el Gimnasio de Boxeo José Luis «El Olímpico» Varela, que también fue construido para los Juegos Andes 2005 y en cuya instalación más de cuatro mil personas disfrutaron de grandes peleas y emociones a granel. Con el pasar de los años la instalación ha sido consumida tal cual cáncer va deteriorando el estado de salud del ser humano. Su estructura está muy lastimada y descuidada, como la cara de Rocky Balboa tras pelear y ganarle a Apolo Creed en su segunda parte de la saga. Lastimosamente hasta el momento la abandonada obra pareciera no tener el mismo final del personaje, pues de triunfo no tiene posibilidades y su deterioro puede ser mayor.
Sigo, porque los males son tantos, que al comenzar el escrito no sabía por dónde empezar. Los alrededores del Complejo, donde la gente disfruta de hacer sus recorridos caminando o trotando también están descuidados. La maleza ha ido creciendo, pese a que hace algún tiempo le hicieron trabajos, pero actualmente vuelve a presentar una imagen fea y descuidada. Y así nos queda un Gimnasio de usos múltiples que tiene el nombre de uno de los iconos de nuestro deporte, don Oscar Ortega, con muchísimos más años que yo de vida, que desde hace raaaato no tiene quien se acuerde de él y que en vez de mejorar, como sus «hermanos» no ha sido atendido como debe ser.
¿Dónde está la preocupación no solo del gobierno regional, el local y un grupo de personalidades deportivas que recientemente se unieron en pro del deporte para precisamente velar por el buen uso y mantenimiento de toda esta infraestructura? ¿Dónde está la autoridad del Instituto del Deporte Merideño (Imdafef) que tiene responsabilidad directa del cuidado de esa obra? La responsabilidad que tiene la Alcaldía Alberto Adriani y el Instituto Municipal de Deporte (Imdaa) que hace vida activa ahí, aunque en estos tiempos no estén presentes diariamente, pero que también les deben doler el estado de esta, pero igualmente el ciudadano común que en algún momento ha sido beneficiado del complejo en sus prácticas deportivas, que como todo lo que sucede en el país hace silencio y se convierte en cómplice del desmadre que vivimos por la falta de tacto de los gobernantes.
Tenemos que despertar, porque antes de Covid-19 ya nos estaba matando la indiferencia a estos tipos de problemas, que como dice un cuento de un amigo, del ratón que tenía un problema y el resto de los animales no lo quería ayudar por no ser de ellos, al final terminó siendo problemas de todos menos del ratoncito. Aquí el problema es de todos y juntos como sociedad tenemos que levantarnos y hacernos sentir para ser escuchados y que los responsables despierten del letargo y se pongan manos a las obras.

La cereza del pastel

Aunque no se encuentra dentro del Complejo Carlos Maya, es una obra que fue hecha en beneficio de los futbolistas vigienses y que recibió una rehabilitación, como lo fue la cancha de fútbol Las Acacias, que pasó de su gramado natural que poseía hace más de 30 años al artificial o sintético, que a principio de año fue reinaugurada sin culminar sus trabajos y hasta el día de hoy se quedó en el olvido, como todo. Se desconoce qué ha pasado con la culminación de esos trabajos y si en realidad la van a terminar o quedará así a la deriva, a que cuando regrese el fútbol, su tiempo de vida sea menor por las necesidades que presenta para estar operativa como debe ser.
Sin contar además con el mal estado en que se encuentran infraestructuras dentro del Municipio, como el Kartódromo Rafael «El Pinta» Ángulo, las diferentes canchas de usos múltiples ubicadas en la zona que no saben lo que es recibir un mantenimiento desde hace mucho tiempo. Será en definitiva que el deporte no tiene dolientes. Mejor no seguir más porque me causará una úlcera, o más bien a más de uno le irá a dar un fuerte malestar por meterme -según algunos- en lo que no me importa.
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