¿Cómo se repiensa la Iglesia Católica con la llegada e impacto de la COVID-19?

Representantes de la Iglesia Católica, sostienen que algo que ocurre en el ser humano frente a situaciones como las del COVID, es pensar en el fin del mundo y ver si alguien lo predijo. Señalan que han sacado versículos descontextualizados de la Biblia como Lucas 21:11 o Mateo 24: 36 o cualquier otro,  para justificar lo que está pasando. “Nos encanta predecir el fin del mundo y decir ‘yo tenía la razón y no me pusieron cuidado’”. Para los religiosos católicos, este tipo de pensamientos generan zozobra, miedo, pánico. Estos pensamientos apocalípticos nos llevan a una cierta pasividad porque sentimos que ya no hay nada que hacer. También exacerba la xenofobia, el rechazo, la exclusión y la sospecha hacia los otros

El papa Francisco ha dicho que la pandemia de la COVID-19 podría ser una «respuesta» de la naturaleza al cambio climático. «Estoy viviendo esto como un momento de gran incertidumbre», dijo Francisco al periodista británico Austen Ivereigh en una amplia entrevista por correo electrónico, publicada simultáneamente en las revistas The Tablet y Commonweal.

«Este es el momento de ver a los pobres (…) No sé si se trata de la venganza de la naturaleza, pero ciertamente son las respuestas de la naturaleza», dijo el máximo representante de la Iglesia Católica.

La COVID-19 cambió la forma en la que los católicos celebran y proclaman la fe en Dios. En una entrevista con José Luis Meza, doctor en teología y docente de la Pontificia Universidad Javeriana, se dialogó sobre las implicaciones que ha tenido la pandemia en las prácticas de la iglesia.

¿Cómo vive la iglesia todo lo que ha causado la pandemia del COVID-19?

“En términos generales, la iglesia ha tenido que repensarse en casi todas sus vertientes. En los ritos, por ejemplo. Recordemos esa imagen impactante de la bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco con la Plaza de San Pedro vacía. Eso fue algo nunca visto. Sin embargo, muchas personas -los medios hablaron de 1.500 millones de personas- estuvieron conectadas a través de la televisión y las redes sociales. Entonces, la pandemia ha afectado la vida de la Iglesia pero ésta ha sabido aprovechar los medios de comunicación para hacer su labor”.

Pensemos en la misa dominical. Al inicio de la pandemia, en nuestro país se promovieron unas medidas. Éstas llevaron a que en el templo no se pudiera dar la paz de mano, ni beso, sino una venia; había que recibir la comunión en la palma de la mano y guardar un metro de distancia entre las personas. Todo esto era un poco extraño pero había que hacerlo.

En la Semana Santa nos conectamos de forma virtual y participamos de las celebraciones en televisión y, por tanto, hemos tenido que resignificar los gestos que ocurren en sus ritos. No ha habido contacto físico, pero estamos conectados de otra forma. Hemos tenido la oportunidad de compartir momentos espirituales con las personas con las que vivimos. Recordemos que la familia es la iglesia doméstica. Yo creo que la pandemia ha afectado la Iglesia, pero también nos ha llevado a repensarnos, a imaginar nuevas formas, nuevas ritualidades, nuevos gestos”.

¿Qué reflexiones teológicas surgen a partir de esta situación?

“La teología ha jugado parte en las actuales circunstancias. La teología ha dicho una palabra pero valdría la pena preguntarse ¿Qué tipo de palabra? He leído algunas reflexiones teológicas que se han quedado en una visión apocalíptica. Algunas sacan a relucir textos del Antiguo o del Nuevo Testamento para afirmar que esto es una señal de Dios, que es un castigo divino, que los días de la humanidad están contados, etc. Lamento este tipo de reflexiones. En cambio, aplaudo aquellas que nos invitan a pensar en una creación que está interrelacionada. Somos seres que estamos conectados con todos y con todo, con nuestra familia, con los que hacen parte de mi círculo vital, con la gente de mi país y con el planeta mismo. Lo que yo haga o deje de hacer va a afectar a todos, a la naturaleza. Esto explicaría por qué el COVID-19 se ha expandido por todo el mundo.

Otras reflexiones que me han gustado son aquellas que despiertan en el ser humano la pregunta: ¿Qué puedo hacer yo frente a lo que está pasando? Hemos visto gestos de una generosidad enorme, de los trabajadores de la salud, de los ciudadanos de a pie y de algunos empresarios. Eso demuestra cómo esta situación puede revelar nuestra grandeza. Eso no significa que no haya otros tratando de salvar su propio pellejo y estén pensando en su propio bienestar”.

¿Sería correcto comparar esta pandemia con las plagas u otros hechos que menciona la Biblia?

“Algo que ocurre en el ser humano frente a situaciones es pensar en el fin del mundo y ver si alguien lo predijo. Por ejemplo, está agotado el libro de la psíquica Silvia Browne sobre el fin de los días. También algunos han recordado las profecías de Nostradamus. Otros han sacado versículos descontextualizados de la Biblia como Lucas 21:11 o Mateo 24: 36 o cualquier otro,  para justificar lo que está pasando. Nos encanta predecir el fin del mundo y decir ‘yo tenía la razón y no me pusieron cuidado’. Este tipo de pensamientos generan zozobra, miedo, pánico. Estos pensamientos apocalípticos nos llevan a una cierta pasividad porque sentimos que ya no hay nada que hacer. También exacerba la xenofobia, el rechazo, la exclusión y la sospecha hacia los otros”.

¿Cuál sería la visión más acertada?

“No debemos entender el virus como un castigo divino, como algunos andan diciendo. Se trata de una oportunidad para pensar cómo estamos viviendo nuestra vida, cómo estamos tratando a los otros y al planeta.

Muchas reflexiones acertadas son posibles: en torno al daño del planeta, la manera como lo hemos convertido en un depósito de basura, como dice el Papa. Otra reflexión que está por hacer es si la economía de mercado en la cual estamos enfrascados ha sido un fracaso. Otra idea que me parece importante: lo que realmente necesitamos para vivir. Estos días hemos vivido sin usar mucho el carro. También hemos tenido tiempo para hablar con nuestra familia, para saludar a familiares y amigos con los cuales hacía tiempo no nos hablábamos, para cuidar a nuestros padres y mayores. Espero que no nos suceda que cuando termine la pandemia volvamos a ser los mismos de antes. Que volvamos a no preocuparnos por nada ni por nadie. Si esto ocurriera, no aprendimos la lección”.

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Con información de: Miguel Ángel Martínez

Foto: Cortesía

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