Por: Luis Hernández Contreras
Mientras Fidel Castro estaba en prisión, el embajador norteamericano en Cuba elogiaba las medidas que el presidente Fulgencio Batista tomaba contra los comunistas. Dijo el representante de Washington que la isla ““jamás tolerará la intrusión de los rojos”. Asimismo, el expresidente Carlos Prío Socarrás, acusado por el gobierno de instigar sublevaciones y desórdenes estudiantiles, fue detenido en Miami. Se le señalaba de haber exportado armas y materiales de guerra desde Estados Unidos. Fue fichado, fotografiado y se le tomaron las impresiones digitales. Se le otorgó la libertad bajo fianza, al tanto que el gobierno de Batista proscribió las actividades comunistas.
Batista siguió adelante con el tema de los comicios del 1° de noviembre de 1954 para escoger presidente, vicepresidente, senadores, alcaldes y concejales. Delegó el mando en el abogado Andrés Domingo, ex secretario de la Presidencia. Batista y su candidato a vicepresidente, Rafael Guas Inclán, triunfaron en los comicios en los que el expresidente Grau San Martín fue candidato para llamar a la abstención al final de la campaña. El ganador sentenció que “el comunismo en Cuba está perdiendo fuerza”.
El gobierno norteamericano del general Dwight Eisenhower envió al vicepresidente Richard Nixon a cumplir varias misiones en distintas partes del mundo. Visitó América Latina en varias ocasiones. El 6 de febrero de 1955, Nixon llegó a La Habana y fue recibido por Batista quien se aprestaba a asumir el poder constitucionalmente. Pero la violencia no cesó y sus opositores lo tildaban de “dictador” que había gobernado “con el temor, el exilio, la ruina y la tortura”. Entre sus primeras medidas promulgó una Ley de Amnistía Política el 6 de mayo. Con esta se beneficiaron los participantes en el asalto al Cuartel Moncada, en consecuencia, Fidel Castro quedó libre y partió a México.
El expresidente Prío, exiliado en Miami, siguió siendo acusado de conspirador y un tribunal cubano ordenó su detención. Sin embargo, el proceso sería suspendido, lo que le permitió volver a Cuba el 11 de agosto de 1955. Buscaba una fórmula “para restablecer la paz en la familia cubana”. Confesó que sí compró armas para combatir a Batista. Ahora, anunciaba caminos no violentos. Al contrario, los estudiantes reactivaron los disturbios, y en noviembre la United Press se preguntaba: “¿Está Cuba al borde de una revuelta armada?”
La Unión Soviética mostró sus intenciones en enero de 1956. El primer Ministro soviético Nicolás Bulganin, anunció que su país estaba dispuesto a facilitar ayuda técnica a los países de Latinoamérica y abrir relaciones con quienes aceptaren su propuesta. La URSS tenía para ese momento embajadas en Uruguay, Argentina y México. A las semanas, la oferta sería rechazada por varios gobiernos que acusaron a Moscú de infiltrar el continente con propaganda comunista. Uno de los mandatarios, el guatemalteco Carlos Castillo Armas, aseguró que “durante el año 1956 el comunismo internacional desplegará una acción más intensa y vigorosa en América Latina para lograr en el continente otra posición”.
Fue singular ese 1956. De Fidel Castro se volvió a tener noticias en febrero de este año. Los servicios de inteligencia cubanos informaron que se pondría en ejecución “un plan de revuelta armada”, identificando “al cabecilla del complot revolucionario como Fidel Castro, ex dirigente estudiantil actualmente en México”. Del mismo modo fue acusado el universitario José Antonio Echeverría, presidente de la Federación de Estudiantes. Una treintena de estos fueron detenidos, asimismo veinte comunistas. Por su lado, Batista siguió acusando a Prío de dirigir las protestas en su contra y estas no cesarían. El 3 de abril el gobierno sofocó una rebelión militar, y el 24 desde la Universidad de La Habana surgieron graves desórdenes, allanándose el recinto, siendo violada la autonomía universitaria. El 29, militantes del Partido Ortodoxo intentaron asaltar el cuartel de Matanzas. No lograron pasar y quince de ellos fueron abatidos.
Varios seguidores del expresidente Prío fueron detenidos al descubrirse un complot en La Habana. Batista depuró las Fuerzas Armadas y acusó al gobierno dominicano de Rafael Leonidas Trujillo de estar detrás de los hechos. Esto permitió que el periodista del New York Times, Herbert L. Matthews, publicara que los alzamientos formaban parte “del fermento existente bajo la tapa sobre la que se sienta el General Batista. Uno de estos días podría volar, pero no ahora”. El norteamericano afirmó que las armas involucradas estaban listas para la revuelta. Ante esto, Batista expulsó a Prío. Apenas con lo que llevaba encima, fue puesto en un avión y conducido a Miami. El gobierno de Eisenhower le negó el asilo político, a pesar de haber sido condecorado, en otros tiempos, por el gobierno de Washington.
El 21 de junio de 1956, Fidel Castro fue detenido en México. A su lado estaba un médico argentino llamado Ernesto Guevara Serna. Se disponían cambiar los caminos de la historia.
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