Quito, 30 oct (EFE).- Las ciudades se han convertido en el centro de peregrinación de la migración en Latinoamérica, especialmente la venezolana, con el consecuente reto de la integración en tiempos de pandemia, una situación que los organismos internacionales quieren convertir en una oportunidad.
Los venezolanos son el segundo grupo mundial más importante de desplazados: más de 4,3 millones radicados en 17 países de la región.
Así lo analizaron este viernes expertos de varios países en un panel virtual promovido por ACNUR, OIM, y ONU Habitat, y auspiciado por la Unión Europea (UE), que analizó «Los desafíos de la integración de refugiados y migrantes con vocación de permanencia en las ciudades de América Latina y el Caribe».
De acuerdo a los datos, la región acoge hasta este mes 4,6 millones de refugiados y migrantes venezolanos, la mayoría de los cuales vive en asentamientos informales o barrios deteriorados de grandes urbes, con acceso limitado a servicios públicos, vivienda o sistemas adecuados de salud y educación.
CIUDADES COMO EJES DE OPORTUNIDADES
«Los migrantes están llegando a las ciudades porque son el eje de las oportunidades», manifestó Elkin Velásquez, representante regional de ONU-Habitat y para quien «el meollo del asunto es la planeación de un desarrollo urbano inclusivo» puesto que muchos llegan a barrios ya de por sí precarios con múltiples vulnerabilidades.
En línea con las agendas globales, abogó que para que pueda cumplirse en el corto y medio plazo esa integración urbana, se deben impulsar planes que ya incluyan la presencia de los migrantes como una realidad a ser tenida en cuenta en términos sociales, de saneamiento e inclusión.
Por ello llamó al incremento de recursos y ayudas internacionales para los gobiernos locales y municipales.
«Esto no puede ocurrir solo en cinco o nueve ciudades, nuestro reto es ir a escala, en Latinoamérica hay 17.000 autoridades locales y la mitad tienen una conexión con la dinámica de migración y muchas se ven en aprietos», afirmó.
El proyecto patrocinado por la UE «Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias», se ejecuta en Cúcuta, Villa del Rosario y Barranquilla (Colombia), Quito (Ecuador), Lima (Perú), Santo Domingo (República Dominicana).
Se trata de un acompañamiento a las autoridades locales en la estructuración de soluciones que permitan abordar la movilidad humana como factor del desarrollo sostenible.
LA COVID-19 MULTIPLICA LOS DESAFIOS
El enviado especial del director general de la OIM para la Respuesta Regional a la Situación de Venezuela, Diego Beltrand, recordó por su parte que «la covid ha multiplicado los desafíos para los migrantes y para las comunidades receptoras», y que muchos son objeto de estigmatización, rechazo, xenofobia, trata o tráfico de migrantes.
«Como consecuencia de esta crisis, el 35%, esto es 2 millones de hogares en Venezuela, han dejado de recibir las remesas que enviaban los migrantes y refugiados», reveló. Beltrand alertó de que la pérdida de ingresos ha llevado a que estos migrantes no puedan cubrir sus necesidades esenciales y que actualmente el 91% de los hogares venezolanos en Colombia no tenga fuente de ingreso, el 80% en Ecuador y el 90% en Perú, donde el 40% teme ser desalojado.
Su regularización en los países y ciudades de acogida, consideró, es esencial para su inclusión socio-económica, además de la intervención del sector privado para generar empleos.
«Está comprobado el aporte positivo a las economías locales», subrayó Beltrand al poner como ejemplo la implicación de especialistas sanitarios venezolanos durante la pandemia en los países latinoamericanos, o el aporte concreto a la subida del PIB en algunos de ellos.
EL 85% EN LIMA
Un peso demográfico que en muchas ciudades llega a aglutinar al 85% de la migración del país, como es el caso de Lima.
Así lo dijo la directora de Protección y Asistencia Nacional de la Cancillería peruana, María Antonia Masana, quien reconoció que «en este momento nos encontramos adecuándonos a la nueva realidad de la migración», como «segundo país receptor de migrantes venezolanos».
Por su parte, el alcalde de la ciudad colombiana de San José de Cúcuta, Jairo Yáñez, fronteriza con Venezuela, opinó que «mientras no tengamos una identificación, estructuración y caracterización de la migración será muy difícil proponer políticas públicas».
Y propuso un mecanismo que colabore en «sembrar la migración» para insertar a esta población en proyectos productivos.