Colombia vive la expectativa del cambio a un mes de la investidura de Petro

Fotografía de archivo fechada el 17 de junio de 2022 que muestra al presidente electo, Gustavo Petro (d), mientras saluda a Alejandro Gaviria (i), durante una reunión en Bogotá (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

Bogotá, 7 jul (EFE).- Colombia vive la expectativa del cambio que supone la llegada a la Presidencia de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda del país, cuyos anuncios iniciales de lo que será su Gobierno a partir del 7 de agosto marcan distancia con su antecesor, Iván Duque.

El temor que Petro despertaba en gran parte del electorado se transformó en un compás de espera con la esperanza de que su Gobierno emprenda algunas de las reformas estructurales que el país necesita en lo político, lo económico y lo social.

Los primeros pasos de Petro como presidente electo van en esa dirección, comenzando por su llamamiento a la unión nacional, que ha sido atendido por prácticamente todos los partidos, incluido un sector del uribismo, lo que le garantiza mayorías en el Congreso para por lo menos intentar los cambios prometidos en campaña.

La idea de un Gobierno de unidad también la expresó hace cuatro años Duque, que en su investidura planteó «un gran pacto por Colombia» en el «que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen», pero no pasó de las buenas intenciones y gobernó solo con los suyos, un núcleo formado por el uribista Centro Democrático y el Partido Conservador.

GABINETE PLURAL

En el gabinete ministerial de Petro, aún incompleto, destacan el político conservador Álvaro Leyva Durán para Relaciones Exteriores, con el encargo de poner en marcha la «Cancillería de la paz»; el exsecretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) José Antonio Ocampo, en Hacienda, y la liberal Cecilia López Montaño, en Agricultura, nombres que han servido para aliviar la tensión política y dar una idea de lo que será su agenda de Gobierno.

«Creo que con estos y los otros nombramientos aparecen de manera más explícita temas que estaban más o menos ocultos, como por ejemplo la desindustrialización del país, la dependencia que se tiene del carbón, el tema de la productividad agropecuaria, la prevención en salud», dijo a Efe Jorge Iván González, docente investigador del Centro de Estudios Económicos de la Universidad Externado de Colombia.

Para González, el próximo cambio de presidente en Colombia es una oportunidad para «abrir el debate» sobre distintos problemas que durante décadas de gobiernos de derecha han estado fuera de la discusión nacional y que no son menos importantes, entre los que cita «el tema agrícola con una concentración de la tierra tan loca como la de Colombia, que va en contra de la productividad».

MILITARES Y PAZ

El presidente electo aún no ha anunciado quién será su ministro de Defensa, un cargo clave para tener una buena relación con los militares, un sector de los cuales no ve con buenos ojos que un exguerrillero del Movimiento 19 de Abril (M-19) se convierta en su comandante en jefe.

Petro también se ha propuesto retomar los diálogos de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), paralizados durante el Gobierno de Duque, y ofrecer un sometimiento a la justicia a las que llama «bandas multicrimen», algo similar a la «paz total» que intentó Juan Manuel Santos (2010-2018) tras firmar la paz con las FARC, en noviembre de 2016.

Si en algo parece coincidir Petro con Duque es en la necesidad de hacer una ambiciosa reforma tributaria para financiar los programas sociales y en mantener una buena relación con Estados Unidos.

MÁS RECAUDO DE IMPUESTOS

De la reforma tributaria se espera que sea para recaudar cerca de 50 billones de pesos (unos 11.490 millones de dólares), el doble de lo que pretendía obtener Duque con la que presentó en abril de 2021 y que fue el detonante de las protestas sociales que durante más de dos meses sacudieron el país y lo obligaron a retroceder.

En cuanto a la relación con Estados Unidos, norte de la política exterior colombiana, la continuidad parece asegurada a juzgar por las declaraciones de Washington y del presidente electo, y por las reuniones cordiales que junto con Leyva Durán, el futuro canciller, ha mantenido con el embajador encargado de EE.UU., Francisco Palmieri, que también recibió a la vicepresidenta electa, Francia Márquez.

A pesar de los buenos auspicios que parece tener su Gobierno, Petro enfrentará dentro de un mes la difícil tarea de responder a las enormes expectativas que ha generado su elección, principalmente entre los más pobres, en un contexto de crisis económica mundial que puede limitar sus decisiones en materia social.

«Yo creo que el gobierno de Petro tendrá un margen de maniobra muy restringido porque cualquier problema de estos es muy complicado de manejar. Usted puede mover un poquito una reforma tributaria, (hacer) que sea progresiva, poner unos impuestos a las tierras improductivas, puede ir moviendo cosas, pero frente a las necesidades del país puede ser poco», afirma González.

 

 

 

 

 

 

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