El «Mercado Central La Paz« se convirtió en uno de los establecimientos más concurridos y surtidos de Valera, sus locatarios ofrecen desde comida y ropa hasta equipos tecnológicos, quincallería y servicios de reparación de aparatos del hogar
Ángela Fajardo /ECS
La “ciudad bendita”, un buen nombre para el lugar donde se conjugan sin distinción hombres y mujeres, niños y adultos, pobres y ricos, el mercado del caos que en su nombre evoca la paz cumplió un año de su inauguración y hoy representa para algunos valeranos una alternativa para adquirir productos de primera necesidad y otros rubros.
“Mercado Central La Paz” es el nombre real del conocido mercado popular “Ciudad bendita”, donde se encuentran más de 800 puestos que anteriormente estaban ubicados en las distintas calles y avenidas de la ciudad de Valera, quiénes tienen, al igual que los usuarios, opiniones encontradas sobre las condiciones de trabajo y ventas en el lugar.
Se estima, según varios vendedores, que al establecimiento entran más de 1500 personas al día en busca de adquirir o preguntar por algún producto, mientras que los fines de semana la cifra de visitantes es mayor.
8 de cada 10 usuarios encuestados afirmaron que comprar en el Mercado Central La Paz es más accesible que visitar otros comercios, ésta es la respuesta más común de quiénes frecuentan el área de comida. Los consumidores, Jesús Tigrera y Teresa Castellanos, coincidieron en que los precios fuera del establecimiento están sobre el 30% en comparación con el mercado.
Pese a que en su mayoría las ventas se realizan en efectivo los clientes siguen viendo al mercado como su sitio de compras más accesible, otros usuarios, como Eilen Gil, lo prefieren por su variedad, calidad y competencia.
Otros valeranos siguen adquiriendo sus productos fuera de las instalaciones del Central La Paz, pues aseguraron que «no venden productos de calidad» según Rosa Peña, o también por sentirse inseguros en el lugar, sobre todo por el bululú que predomina en las instalaciones.
¡Hablan los vendedores!
A finales del 2018 predominaron protestas por parte de los vendedores informales tras la decisión de la alcaldía de reubicarlos a todos en un solo lugar, a un año de éste plan, los comerciantes opinaron sobre los cambios que ésta medida representó para sus negocios.
Entre los cambios favorables están la comodidad y la seguridad para trabajar, alegaron algunos vendedores, aunque otros negocios sufrieron robos que no fueron repuestos, como es el caso de Anderson Suarez en su puesto de reparación de celulares.
De 20 vendedores encuestados, 15 aseguraron que las ventas se mantienen iguales o mejores, mientras que los otros 5 afirmaron que disminuyeron, pues hay más competencia y perdieron el punto que habían logrado en sus antiguos sitios de trabajo.
Dato
“Nos cobran hasta la forma de caminar” expresaron varios locatarios del mercado en tono de queja, según ellos, el condominio de 10 mil bolívares semanales, ya no cubre lo que debería. Según Eduardo García, gestor de talento humano de la alcaldía del municipio, el pago incluye aseo, vigilancia y mantenimiento dentro y fuera de las instalaciones, pero los arrendatarios no siempre pagan al día y deben costear los sueldos de los trabajadores, entre ellos vigilantes y personal de limpieza.
Un año de cambios
«Poco a poco se han logrado los objetivos planteados para el Mercado Central La Paz», expresó Eduardo García, gestor de talento humano de la alcaldía de Valera, se asfaltó el terreno y se mejoraron las estructuras, se disminuyeron las peleas que a diario se presentaban en las instalaciones y se sigue trabajando en el mercado que pasó a ser servicio autónomo, aseguró García.
Aunque el establecimiento ya no da abasto para más comerciantes, se está trabajando en mejorar las condiciones del mercado, una de las medidas tomadas es “no recibir mercancía en el lugar”, aunque ese sigue siendo el método para surtirse de más del 50% de los locatarios. En el caso de las verduras, frutas y hortalizas deben adquirirse en el mercado de mayoristas «Makroval».
Las ventas informales a los alrededores de las instalaciones son algunos de los problemas latentes que aquejan a comerciantes y clientes de la “ciudad bendita”, Eduardo Garcia aseguró que se trabaja en ello desde la alcaldía, pero, son los cuerpos policiales quiénes deben atacar el problema.
Predomina el trabajo infantil
Más de 50 niños permanecen en las instalaciones del mercado en horarios escolares, en condición de acompañantes, empleados e incluso trabajadores independientes, siendo ésta realidad una de las más visibles para quienes visitan el establecimiento.
Para Eduardo García esto se debe a un problema nacional, muchos padres no solo dejan sus empleos por sueldos insuficientes sino que están abandonando a sus hijos. “Cada vez que se trabaja, en conjunto con los organismos competentes, para mejorar la condición de estos niños, aparecen casos nuevos de menores de edad por estas zonas”, aseguró García.
Como en el Mercado Central La Paz, en muchos otros lugares de Valera y del estado Trujillo el trabajo infantil es una realidad, “niños que deben estar con hojas estudiando, están con hojas de cilantro trabajando” expresó Karla Terán, quién aprovecha junto a otros clientes del establecimiento de hacer un llamado a los organismos competentes para trabajar por los niños y adolescentes en éstas situaciones.
Y recordar que “…todos los niños y adolescentes trabajadores tienen derecho a estar protegidos por el Estado, la familia y la sociedad, en especial contra la explotación económica y el desempeño de cualquier trabajo que pueda entorpecer su educación, sea peligroso o nocivo para su salud o para su desarrollo integral” según reza el artículo 94 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna).
Horario de trabajo
El horario laboral en el Mercado La Paz es de 6 de la mañana a 6 de la tarde, con variaciones en los fines de semana y días feriados.
Comerciantes:
Clientes
Teresa Castellanos, cliente de mercancía seca: aquí es más económico, he visitado otros lugares, la diferencia con otros sitios es hasta del 40%, la seguridad y la comodidad son “más o menos”