Rafah (Gaza), 2 nov (EFE).- Contentos de escapar de «la pesadilla» de la guerra, pero agotados tras semanas bajo ataques y preocupados por las familias que dejan atrás, así se sienten este jueves cientos de personas con ciudadanía extranjera que salen de Gaza a través del paso fronterizo con Egipto.
En el segundo día de apertura del cruce para heridos y personas con pasaporte extranjero, unas 600 personas se juntaron a primera hora de la mañana en torno al cruce con la esperanza de salir de la Franja y librarse de la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás, que dura casi un mes y causó ya más de 9.000 muertos.
La mayoría lo hacía con la seguridad de que su nombre fue incluido en la lista de la Autoridad de Cruces y Fronteras de Gaza y otros se acercaron hasta el paso para probar suerte y ver si también se les daba salida, mientras las delegaciones de sus respectivos países esperaban al otro lado de la frontera, según comprobó EFE.
«No puedo describir nuestra sensación de alivio al ser evacuados sanos y salvos, pero estamos tristes por lo que sucede en Gaza, la guerra sigue, no hay alto el fuego y dejamos a nuestra familia atrás», decía a EFE Hanín Okal, madre palestina con nacionalidad estadounidense que esperaba marcharse junto a sus tres hijos pequeños.
Como el resto de gente que quería irse, Okal tachó la situación de «desastre», ya que «falta comida, agua y electricidad, no hay internet ni lugar seguro y no sabemos cuando todo esto terminará».
«Es una pesadilla, los ataques aéreos fueron muy duros las últimas noches, y tras salir necesitaremos días y meses para deshacernos de esta guerra, no será fácil incluso si logramos irnos», dice esta madre, aún conmocionada, que busca volver a Nueva Jersey, donde espera traer en un futuro a sus familiares que permanecen en Gaza.
Okal deja atrás a sus padres y cuatro hermanos, y pese a que sus progenitores tienen ciudadanía de EE.UU., no se quieren ir «porque no quieren dejar en Gaza al resto de miembros de la familia».
Mientras las ambulancias evacuaban también a unos 20 palestinos heridos, Mahal Bana, otra mujer gazatí con pasaporte estadounidense esperaba también a que le dieron visto bueno para salir. Ella volvió a vivir a Gaza estos años, pero ahora regresa a EE.UU., donde siguen viviendo sus hijos, tras largos días desplazada en el sur de Gaza.
«Vivía con mi hermano y hermana, pero estos días me desplacé al sur con mis sobrino. Mi hermana tiene una discapacidad y mi hermano se quedó con ella», cuenta Bana, que detalla el hacinamiento -una casa con otras 40 personas- donde estuvo los últimos días, entre «los niños gritando y llorando ante una situación aterradora».
Bana nunca imaginó «pasar por esta locura» y, a pocos metros de territorio egipcio, aún no se creía que estuviera marchando de Gaza.
«Mi corazón sigue aquí, toda mi familia, amigos, primos, sobrinos y sobrinas están aquí, quiero que estén a salvo y que esto acabe», expresó a EFE, emocionada y preocupada por lo que les pueda pasar.
En el cruce se veía a gente cargada con maletas y documentos en mano, y al otro lado buses esperando a los evacuados, detallaba Waffa al Sakka, palestina-estadounidense que mostraba su pasaporte a miembros de la Autoridad fronteriza de Gaza y se encaminaba a salir.
«Le pedí a Dios que cuide de mi familia en Gaza porque ya no puedo hacer nada», decía Sakka, con «sentimientos encontrados» por dejar atrás a sus padres y parientes, pero feliz de volver con su marido, hijo y nieto en Florida.
Según agregó, lo primero que hará cuando llegue a Estados Unidos será una ducha larga, ya que casi no pudo lavarse estas semanas por la falta de agua.
De acuerdo con datos de la Autoridad de Cruces y Fronteras de Gaza, al menos 342 personas con ciudadanía extranjera cruzaron hoy a Egipto, junto a 20 heridos y 20 cuidadores, mientras que 45 camiones con ayuda humanitaria pudieron entrar en el enclave.
La lista de este organismo preveía la salida hoy de 578 personas e incluía a gente con ciudadanía mexicana, surcoreana, griega, croata, húngara y suiza, entre otras nacionalidades.
Pero no todo el mundo logró salir. Una de ellas fue Khaider Abu Salem, con ciudadanía egipcia y de madre palestina, que permanecía con ella en el cruce buscando formas para que les dejaran cruzar.
«Tenemos prisa para irnos», decía la joven, que se quedó atrapada en Gaza, donde estaba visitando a familiares, y estas semanas se vio desplazada a varios puntos del sur para refugiarse de las bombas.
«No hay sitio seguro en Gaza», lamentó, obligada a volver atrás después de que las autoridades gazatíes no les dejaron salir.
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