Ciclistas trujillanos vivieron extrema travesía hacia Colombia

Nelson Cabrera Jr, el mismo que organizó y corrió las últimos eventos de ciclismo master en el estado Trujillo, relató cómo junto a su hijo y dos amigos cruzó la frontera hacia Colombia en bicicleta

La cuarteta de ciclistas trujillanos cumplieron una travesía increíble desde Venezuela a Colombia

La pasión por un deporte y la esperanza de un mejor porvenir en el extranjero se conjugaron para empujar a un grupo de ciclistas trujillanos a cumplir una travesía inolvidable, como  fue cruzar la frontera en sus bicicletas con unas pesadas maletas.

Desde el estado Trujillo de Venezuela hasta la ciudad colombiana de Bucaramanga, los aventureros pedalearon un total de 616 kilómetros en cinco días. “Una travesía increíble, aventuras y vivencias que nunca olvidaremos”, así describió Nelson Cabrera Jr todo lo que pasaron desde que partieron desde el sector El Turagual.

Nelson Ramón, con 41 años de edad, es un pedalista de categoría master, hijo de una reconocida gloria trujillana de la misma disciplina como Nelson Cabrera. Encabezó a una cuarteta que incluyó al tercero de la dinastía Cabrera, su hijo de 19 años, Nelson Alejandro.

Los demás, un compañero de competencia, también cuarentón, como Sergio Camacho fue parte del grupo que completó José Caracas, un ciclista aficionado que sufrió el doble, debido a no tener el mismo entrenamiento que los otros tres.

Los trujillanos orgullosos con las bicicletas que los llevaron al hermano país

Nelson Cabrera Jr narró la odisea

“Salimos el miércoles 24 de febrero del puente de El Turagual, ese día recorrimos 210km hasta El Vigía,  en el cual sufrimos pinchazos debido al mal estado de la vía y con lluvia la mitad del camino”, contó apenas sobre un primer tramo que se le hizo de 11 horas.

“En el segundo día, salimos de El Vigía con destino a San Juan de Colón. Recorrimos 125km, la travesía duró nueve horas, ya que el terreno es empinado y con el peso de los bolsos tocó bajar el ritmo. Gracias a Dios sin desperfectos mecánicos”, agregó distancia a su relato.

El tercer día, viernes 26 de febrero, fueron 67km de San Juan de Colón a San Antonio. “Este tramo fue el más corto, subiendo por San Pedro del Río para salir a Ureña”, recordó con algo de alivio.

El reencuentro con familiares siempre hace más satisfactoria la llegada

“De tantos puestos de control que habíamos pasado, fue el único en donde nos hicieron desarmar el equipaje de las parrillas y desmontar todo”, les cayó la infaltable requisa.

“Ese día fueron cinco horas para llegar al destino con carretera muy accidentada. Sufrimos pinchazos y cauchos reventados por el mal estado de la vía… y claro, el peso del equipaje que teníamos alrededor de 25kg cada una”, aumentó el drama de su historia.

“El viernes nos recibió un familiar en San Antonio. Pero el sábado 27 para nosotros fue la travesía más fuerte, la que nunca olvidaremos”, dijo tras apenas cerrar su periplo en suelo venezolano.

 

La hora de La Trocha

El paso de la famosa trocha fueron más de 20 minutos a pie, por un terreno accidentado con mucho barro y piedras. Con un equipaje que cada vez se sentía más pesado, mientras arrastraban sus bicicletas.

“Al tocar territorio colombiano nos tocó lavar las bicis para quitarles el barro, porque no las dejaban rodar”, comentó. “De ahí en adelante cambió la vialidad y ya fue otra cosa”, expresó su alivio.

Especificó que ese día recorrieron de Cúcuta a Pamplona un total de 85km, con 13 horas. “Fue uno de los más accidentados, las bicicletas sufrieron mucho el paso de la trocha. Dos cauchos explotados y tuvimos que zapatearlos, la base de la parrilla de una de las bici, quedó partida. Se tuvo que resolver en el camino”, continuó el drama.

Cabrera Jr agradeció a Dios no solo que viajaron preparados, con las herramientas necesarias para resolver cada percance, sino sobre todo por la ayuda humanitaria que recibieron. “Nos dieron comida en el momento y para el camino”, valoró lo que calificó como “más peso que no se podía despreciar, cinco kilos más para cada uno”.

 “Un terreno duro de coronar. Y ya con el cansancio en las piernas pero con las esperanzas completas”, prosiguió con sus palabras mientras despedía a Sergio, uno de sus compañeros de viaje que salía hacia Bogotá.

El domingo 28 de febrero la aventura siguió de Pamplona a Bucaramanga. “Un tramo muy fuerte,  mucha ayuda humanitaria en el camino,  la gente nos paraba para darnos de comer y sacarse fotos,  hasta en una parada cantamos el Himno Nacional que nos aguarapó los ojos”, admitió.

Durante el trayecto recibieron ayuda de colombianos y hasta fotos les pidieron tomarse

Se agudizó el testimonio del trujillano cuando comentó que pasó la noche mal, con un cólico nefrítico. “Seguí casi sin dormir pero con una fuerzas y ganas de llegar a mi destino. Paré en una droguería, me recetaron un medicamento y seguimos adelante, con el corazón intacto”, refirió sobre un paso que totalizó 129km con 11horas de trayecto.

“Al coronar Berlín nos estaban esperando mis familiares en moto”, señaló con una tranquilidad pasmosa, como si se tratara de cualquier puerto ese páramo que pasaron y que tanto aterra a los venezolanos emigrantes.

En el rencuentro familiar, aligeraron la carga del más joven de los ciclistas. “La bicicleta de mi hijo por el movimiento de la bailarina fue cediendo la base de la parrilla y venía con el bolso en la espalda”, se refirió a la posición técnica más utilizada por los pedalistas en terrenos empinados.

“Fue algo inexplicable abrazar a mi hermana después de cuatro años”, se quebró emocionalmente el corajudo atleta. “Acá estamos con las ilusiones intactas y centradas en demostrar de qué estamos hechos los venezolanos”, elevó su patriotismo como es típico en los paisanos que “cruzan el charco”.

“Triste en dejar mi tierra pero las condiciones no estaban dadas para seguir allá”, afirmó el mismo valerano que antes de partir repitió constantemente que no se quería ir. “Intenté infinidad de trabajos, pero nada se me dio”, fueron algunas de sus palabras cuando apenas planeaba el viaje en su país.

En sus conclusiones resumió que con estas duras vivencias, se reforzó un lazo de hermandad. De su hijo acompañante dijo estar muy orgullo. “Siendo el más joven del grupo se portó a la altura. El venía con un poco más de peso atrás, animándonos en todo momento”, aplaudió.

“Este viaje en principio lo haría yo solo, pero tras cumplir 18 años en agosto del 2020, mi hijo dijo que se venía conmigo. Luego se animó el compañero de ciclismo master Sergio, después se sumó José”, rememoró como se formó el “team” aventurero.

Una travesía muy dura que nunca olvidarán

Ahora aspira reunir a su familia

Tras hablar de Nelson Cabrera jr 2, no pudo evitar recordar al resto de su familia. Sus otros dos hijos Lucia Nelimar y Javier Alejandro, además a su compañera de vida por 26 años, Marinel Castellanos. “Sé que Dios va a permitir que pronto estemos todos juntos. La idea es traérmelos lo antes posible”, confió en reunir el hogar que formó en su tierra.

Por ahora regresar no está en su mente, ya una vez estuvo en Colombia de vacaciones y buscará estabilidad junto a su hijo en Bucaramanga. Si bien Camacho como “el más macho” siguió pedaleando hacia la capital paisa, el entusiasta Caracas espera tomar un bus que lo llevará a Medellín.

Twitter: @elmigue1

Instagram: @migueperiodista

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