Chile encara otro proceso constituyente tras casi cuatro años repensando su modelo

Fotografía de archivo fechada el 4 de septiembre de 2022 de un hombre votando durante el plebiscito Constitucional, en Santiago (Chile). EFE/Elvis González

Santiago de Chile, 2 may (EFE).- El proceso político abierto a raíz de las protestas de 2019 y la búsqueda de un nuevo modelo de sociedad están durando más de lo previsto en Chile, que encara el domingo sus segundas elecciones constituyentes en dos años tras el abrumador rechazo a la primera propuesta de nueva Constitución.

Desde que varias estaciones del metro de Santiago ardieran el 18 de octubre de 2019 hasta los comicios del domingo, cuando los chilenos elegirán a los 50 consejeros que escribirán un nuevo texto constitucional, han pasado tres años y siete meses.

Entre medias, 1,5 millones de personas pidieron más derechos sociales el 25 de octubre de 2019 en la marcha más multitudinaria desde el fin de la dictadura; el mundo vivió su primera pandemia en un siglo; y el 80 % de los chilenos optaron en un plebiscito por sustituir la Constitución actual, heredada del régimen (1973-1990) y reformada en democracia.

Durante este tiempo, también llegó a La Moneda una nueva generación de jóvenes, liderados por Gabriel Boric, el presidente más izquierdista desde Salvador Allende; y una convención constituyente, con mayoría de ciudadanos independientes y progresistas, fue elegida en las urnas.

A la par que elaboraba una propuesta de Carta Magna refundacional, la convención lidiaba con polémicas protagonizadas por algunos de sus miembros (un convencional fingió cáncer y otro votó desde la ducha) y una desaprobación cada vez mayor de la sociedad, que puso en ella grandes expectativas de cambio.

El texto terminó fracasando en septiembre en otro referéndum y, tres meses después, la clase política acordó convocar otro proceso, pero con características muy distintas.

 

«HAY FATIGA EN LA SOCIEDAD»

Para algunos, Chile está inmerso en un complejo «bucle existencialista», mientras que para otros son los tiempos «esperables» de un proceso tan ambicioso.

«Nos habíamos acostumbrado a mucha estabilidad en Chile, pero el largo camino a una nueva Constitución ha desafiado esta imagen», reconoció a EFE Benjamin Gedan, del Wilson Center, en Estados Unidos.

No obstante, apuntó, «Chile sigue siendo un modelo y se ha mostrado como un país que puede canalizar el malestar social a través de procesos democráticos».

Fotografía de archivo fechada el 4 de septiembre de 2022 de adherentes de la opción rechazo festejan los resultados del plebiscito Constitucional, en Santiago (Chile). EFE/Elvis González

Estefanía Andahur, de la Red de Politólogas, resalta algo en lo que coinciden todas las encuestas: el desinterés que despiertan estas elecciones en una sociedad muy preocupada hoy en día por la inflación y el aumento de la violencia.

«Hace cuatro años había fervor por organizarse, por pensar. Ahora hay desafección y la gente ha optado por empezar a mirarse a sí misma y volcarse en sus problemas», subrayó a EFE.

Cristian Ovando, de la Universidad de Tarapacá, insiste en la misma idea: «El costo psicosocial del estallido y de la pandemia, sumado al fracaso del primer proceso constituyente, han causado fatiga».

 

«LAS CAUSAS SIGUEN SIN RESOLVERSE»

Una de las principales novedades de este proceso es la existencia de un grupo de 24 expertos designados por el Parlamento, que tiene como misión redactar un borrador que sirva de base a los consejeros elegidos el domingo en las urnas.

Los consejeros tendrán cinco meses para hacerle modificaciones y la ciudadanía votará la propuesta final el 17 de diciembre.

Los críticos consideran que este proceso está «tutelado» y que los consejeros van a tener poco margen de maniobra porque, además, tienen que cumplir 12 principios institucionales acordados previamente por los partidos, que impedirían un texto refundacional.

Entre esos puntos se encuentran la declaración de Chile como un «Estado social y democrático de derechos», el reconocimiento de los pueblos indígenas dentro de la «nación chilena» y el sistema bicameral.

«Hay muy poco interés y se va a reflejar en la participación. Va ser más baja que en el plebiscito de septiembre, que fue histórica, solo comparable con la votación de 1988 contra Pinochet», indicó a EFE René Jara, de la Universidad de Santiago de Chile.

La mayoría de las encuestas apuntan a que la derecha será esta vez la gran ganadora de los comicios, aunque aún está por ver el resultado que consigue el ultraderechista Partido Republicano, que no tuvo convencionales en el proceso anterior y defiende la actual Carta Magna, de tendencia neoliberal y promotora de la privatización de servicios básicos.

Para Octavio Avendaño, de la Universidad de Chile, la principal causa de que Chile esté tardando más de la cuenta en resolver el problema constitucional radica en un error que se cometió hace cuatro años: interpretar las protestas de 2019 como un movimiento antineoliberal y de izquierdas, «cuando en realidad no fue así».

«El estallido fue muchas cosas y las demandas muy amplias. La mayoría no han sido respondidas aún, pero -lamentó- hemos llegado a un estado de disipamiento y letargo».

María M.Mur

 

 

 

 

 

 

 

 

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