Por: Rafael Quiroz Serrano
En medio de tanta impaciencia, angustias, visiones y contradicciones, en el panorama político, económico y social venezolanos, ni Nicolás Maduro (NM) ni siquiera el Gobierno, como tal, ofrecen estabilidad ni paz por ningún lado. Y lo peor es que el anuncio de la ida de Chevron, ya sea en 30, 60 o 90 días, pareciera que acapara la atención de todos los análisis y pronósticos, y donde tanto la recuperación económica como el supuesto alivio de sanciones se ven muy distantes en el horizonte; tan distante como pudiera observarse el sol en su ocaso cuando escasamente despunta el alba con el frío matinal del día. Todo es expectativa, pero lo único cierto es que la moneda nacional se desploma frente al dólar, lo que solo garantiza inflación, recesión y contracción económica.
Pero examinemos mejor a Chevron en su contexto netamente venezolano, más allá de saber que formó parte originaria de la antigua Standard Oil de Rockefeler que fue obligada a desmantelarse por el Tribunal Supremo de Estados Unidos (EE.UU.) en 1911, fue la llamada Standard Oil of California, de allí nace Chevron, y en ese mismo año llega a Venezuela. Esta empresa petrolera californiana se fue con la nacionalización en 1976 y luego retornó en 1995 con el programa de la Apertura Petrolera. Con el cambio de modalidad a la figura de Empresas Mixtas (2007) Chevron se cruzó de brazos y, al igual que otras transnacionales, se limitó a permanecer en el país, pero sin invertir un dólar, después que PDVSA como socia no respondía, en términos de inversión, a lo que le correspondía como socia mayoritaria (51%) y acumuló deudas frente a su socio Chevron hasta por un monto de 3.547 millones de dólares. Algo similar sucedió con las otras empresas petrolera transnacionales, con diferentes montos de deuda.
En noviembre de 2022 Chevron obtuvo una Licencia de la OFAC (Licencia General 41) que le permitía a la empresa producir petróleo en Venezuela y exportarlo a sus propias refinerías en los EE.UU., con miras a cobrar la deuda de PDVSA consigo, por lo que no se pagaría Regalías (Precio de Liquidación) ni ISLR como tampoco Dividendos. Toda la factura petrolera iría a amortiguar la deuda pendiente de PDVSA con Chevron, y esto fue así hasta julio de 2024 cuando concluyó el pago total de la referida deuda. Entonces fue a partir de agosto de 2024 cuando Chevron comenzó a aportar ingresos sustanciales al Estado venezolano. El error de Chevron estuvo cuando el gobierno de NM, en marzo de 2024, le solicitó un adelanto de 350 millones de dólares para la campaña electoral, y que dicha cantidad sería descontada en el último cuatrimestre del año. Esto llegó a conocimiento de Donald Trump (DT) y de algunos parlamentarios radicales del Partido Republicano, lo que no fue del agrado, para nada; y tal irritación se puso de manifiesto desde mismísimo día (20 Ene.) de la toma de posesión del nuevo mandatario estadounidense.
Sin más facilidades
La nueva licencia 41A, emitida el día 3 de marzo, revocó todas estas facilidades, y obliga a esta empresa a cesar sus operaciones antes del 3 de abril, es decir en un mes. Lo usual para terminar estas operaciones son seis (6) meses. Desde el 3 de abril, entonces, Chevron no podrá realizar ninguna operación con el Gobierno de Venezuela y, en concreto, con PDVSA. Vale mencionar que la licencia general nº 8, que estuvo vigente en 2019, permitió a la petrolera y otros contratistas estadounidenses, prestadores de servicios en los pozos, mantener operaciones básicas, ahora no existiría ninguna facilidad para que PDVSA pueda contratar con empresas de EE.UU.
Con la licencia 8 Chevron mantuvo operaciones básicas en sus instalaciones y así veló por el mantenimiento de los activos. Por cierto, que a las empresas operadoras de servicios petroleros: Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford, también se les pidió el cese de operaciones en Venezuela desde el 9 de mayo. La suspensión de programas de perforación y mantenimiento de pozos, que llevan a cabo estas operadoras privadas, sería otra de las consecuencias inmediatas de la terminación de las licencias de EE.UU.
Aun cuando se venía especulando que pudiera negociarse una nueva licencia, según Francisco Monaldi estas esperanzas pueden frustrarse ya que con la decisión de otorgarle a Chevron solo 30 días para su cierre de operaciones en Venezuela, se infiere que desde la Secretaría de Estado no se quiere dar margen para una negociación extendida por 30 o 60 días más, aunque se ha querido mantener viva esta posibilidad por parte del Gobierno venezolano. Sin embargo, debido a la fuerte presión que ha estado ejerciendo algunos ejecutivos de Chevron, es muy probable que logren un parcial diferimiento de hasta 2 o tres meses más.
Los diluentes: así será el impacto
El impacto de esta nueva licencia de la OFAC podría acarrear una caída en la producción de Chevron del orden de 150.000 barriles diarios (B/d) a lo largo de 12 meses. El promedio anual de producción de Chevron para finales del año pasado se ubicó en 198.000 B/d. Para el momento Chevron producía en torno a 220.000 B/d, sin el concurso de diluentes esta producción estaría por debajo de 200.000 B/d. Chevron aportaba entre 50.000 y 70.000 B/d de diluentes, según estimaciones de analistas, lo que representa una parte esencial de las operaciones en la Faja del Orinoco (FO), que produce cerca del 60-70% del total de crudo venezolano (876 MB/d).
Antes de Chevron, Irán suplía buena parte del diluente y se usaba también crudo ligero de la cuenca de Oriente y Occidente de Venezuela. La producción actual no cubre la demanda de diluentes que se ubica en torno a 60.000 B/d, y aumentar la extracción de estos crudos ligeros requeriría inversiones que PDVSA no puede financiar en estos momentos, debido a las circunstancias por las cuales viene atravesando desde hace años. Además, esto reduciría las exportaciones de crudo ligero, afectando aún más los ingresos que PDVSA recibiría por concepto de exportaciones.
Hay que agregar que las compras o intercambios con Irán significarán mayores costos logísticos y descuentos elevados en el precio de realización del crudo y dependencia de intermediarios muy riesgosos, lo que reduce las ganancias netas. Esto se complica con la incorporación de más barcos prohibidos en la lista de la OFAC que llevaban embarques de Venezuela a Irán. Volver a esta fuente petrolera externa se puede dificultar por la campaña de máxima presión del gobierno de Trump contra Irán, por lo que podría verse comprometida de forma parcial más producción en la Faja del Orinoco (FO). Algunos expertos estiman también que la producción declinaría por el menor acceso de diluentes hasta en 150.000 B/d en los próximos 12 meses. Sin estos diluentes, la capacidad de PDVSA para mantener los niveles actuales de producción se ve comprometida, ya que no cuenta con la infraestructura, ni los recursos para sustituir esta importación de manera inmediata.
Además, la falta de diluentes proporcionados por Chevron va a tener un gran impacto en las operaciones de los cuatro mejoradores de la FO (PetroPiar, PetroCedeño, PetroMonagas y Petro SanFélix). La capacidad operativa sin estos diluentes podría pasar de 300.000 B/d a 150.000 B/d. Hay que mencionar que sin diluentes el crudo extra-pesado de la Faja afecta tuberías y pozos, lo que llevaría a una muy posible paralización. La participación de Chevron en el incremento de la producción total de Venezuela correspondió cercano un 25%, asumiendo el rol protagónico que alguna vez tuvo PDVSA con esfuerzo propio. En verdad, la estatal venezolana no ha mostrado una mejora sustancial en su propia capacidad operativa, manteniéndose estancada en torno a los 600.000 B/d sin incluir a Chevron, con el agravante de que la falta de acceso al financiamiento externo le impide suplantar el esfuerzo de Chevron y de las grandes empresas petroleras con las cuales trabaja como socia mayoritaria en las empresas mixtas. Al respecto debemos de recordar, que el año pasado en nuestra primera entrega de enero referida a las expectativas para la industria petrolera venezolana durante el año 2024, hicimos claras advertencia en este aspecto.
Llamados urgentes
De hecho, bajo la Ley Antibloqueo (?)se ha venido aplicando el llamado modelo Chevron, que le permitía un control operativo total al socio extranjero en la producción petrolera, debido, principalmente, a los problemas económicos de PDVSA. Aunque el Gobierno anunció la semana pasada, sin muchos detalles, un «Plan de Independencia Productiva» para suplantar las actividades de Chevron; sin embargo, para algunos analistas PDVSA con su capacidad técnica y financiera bastante mermadas no podría tomar, en lo inmediato, el relevo y sostener la producción alcanzada por Chevron. De allí que, bajo el control de PDVSA, la producción podría declinar hasta en 300.000 B/d. Por eso, la semana pasada NM invitó con urgencia a empresas extranjeras a venir a producir al país, y ha tratado de comprometer a socios actuales en las empresas mixtas; caso de PetroZamora, a presentar planes de aumentos de la producción que permitan compensar el descenso que implica la suspensión de la licencia a Chevron. Pero esta misma invitación se ha repetido en muchas ocasiones desde Miraflores por varios años, sin que el llamado desesperado, o ruego, haya llegado hasta los oídos receptivos de las empresas transnacionales del petróleo, inclusive de las que ya están aquí. Ni siquiera con el anuncio, de hace 5 años, de los famosos 15 “Motores de la Economía”, ni el petrolero, ni ninguno de los otros “motores” llegaron a encenderse, no se sabe si por falta de gasolina, a pesar de que él mismo afirmó que “salga sapo o salga rana, llueve, truene o relampaguee, para este fin de año (2022) estaremos produciendo 2.5 MMB/d”, y ofreció aumentar la producción a los 3 MMB/d. Ese año salieron sapos, ranas, culebras, también llovió, tronó y relampagueó, y la producción no subió.
El asunto puede agravarse
Un escenario de menor producción de petróleo, sería aquel bajo el cual la OFAC también suspendería las Cartas de Confort que le permite a empresas europeas como Repsol, Eni, Maurel & Prom, Total, Reliance y Harry Harder, al igual que a Chevron, producir petróleo en Venezuela y exportarlo a Europa. Siendo así, la producción venezolana podría caer mucho más en un plazo de nueve meses con la posibilidad de que se ubique por debajo de 600.000 B/d o menos. Con estas empresas también se ha estado haciendo canje de crudo por diluente. Esto nos lleva a afirmar, casi con total seguridad, que para el segundo semestre de este año, podrían venir tiempos más difíciles para el petróleo venezolano.
Según un informe de Ecoanalítica, el dinero proporcionado por las operaciones de Chevron servía, principalmente, para pagar deuda de PDVSA con esta empresa, otra porción para recuperar y hacer crecer la producción petrolera en las empresas mixtas donde participa Chevron hasta 250.000 B/d; y por último, por venta de dólares a la banca privada para pago local de nómina, proveedores y servicios que requería Chevron para sus actividades dentro del país. Estos recursos financieros son claves para la estabilidad del mercado cambiario. La oferta anual de divisas podría caer entre 2.000 y 3.000 millones anuales, según estimaciones basadas en la producción perdida, lo que acarrearía la subida del valor de la divisa norteamericana. En términos de empleo, vale añadir que la fuerza laboral de Chevron se ubica en unos 2.830 empleados en total.
Si la producción petrolera cae entre un 15% y 30% debido al efecto Chevron, los ingresos brutos podrían reducirse entre 3.000 y 6.000 millones de dólares anuales, siempre y cuando PDVSA no llene el vacío que deja Chevron. Estas mermas podrían ser mayores si la tendencia bajista que domina los precios de realización, venta o mercado, del petróleo, se acentúa debido a la presión del presidente DT por menores precios de mercado, reforzada por la debilidad de la demanda petrolera de China, el aumento de la producción fuera de la OPEP Plus (OPEP+) y el regreso de barriles restringidos de la OPEP+ a partir de abril, durante18 meses consecutivos, a una incorporación a la oferta de 120.000 B/d por mes, para un total de 2.160.000 B/d hasta octubre de 2026.
Bajo estas condiciones desventajosas del mercado, el precio neto de las exportaciones de PDVSA a destinos distintos a EE.UU, y en particular a China, sería mucho menor, habida cuenta del mayor descuento que tendría que proporcionar PDVSA, para colocar sus cargamentos bajo condiciones muy riesgosas en las refinerías chinas, agregado a esto el ligero incremento de la oferta sobre la demanda. La salida de Chevron va a tener un impacto importante sobre el presupuesto nacional al estimarse un déficit fiscal adicional de 2.000 a 3.000 millones anuales. Asimismo, una mayor emisión monetaria ante la falta de divisas, incluyendo una mayor devaluación del bolívar, crearía las condiciones para un regreso de la hiperinflación, en medio, de una recesión económica. Desafortunadamente, ese es el precio de la contracción de una economía, otrora poderosa, supeditada su suerte a los vaivenes de una empresa como Chevron. La salida de Chevron, Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes, Weatherford, ENI, Repsol, Maurel & Prom, Rewliance y Harry Hardan, inevitablemente harán caer nuestra producción petrolera, para que, una vez más, reafirmemos cuan vulnerables somos a la caída, no solo de los precios, sino también de la producción de petróleo.
La magnificación de Chevron
El retorno de Chevron (a Venezuela) a partir de noviembre de 2022 tampoco fue como lo anunciaron algunos analistas con bombos y platillos, afirmando que detrás de Chevron vendrían cientos de empresas transnacionales con hambre de hacer grandes inversiones en el país, y que incluso estarían dispuestas a hacer cola en el aeropuerto internacional de Maiquetía y en el Palacio de Miraflores mismo, y que tal acontecimiento significaría una especie de renacimiento energético en Venezuela. La expectativa de esta nueva etapa de Chevron en el país fue magnificada y sobre estimada por razones políticas. Gente que llegó a creer y afirmar que en petróleo tocaríamos la cima del Monte Carmelo o Hebrón de la antigua Israel. Los venezolanos, por razones de un nacionalismo exacerbado, tenemos la tendencia de elevar a niveles casi que paroxísticos todos nuestros logros y triunfos. A Chevron lo magnificamos más allá de lo que se proponía, no en balde, su presidente para América Latina, Javier De La Rosa, afirmó en enero de 2023 con mucha sinceridad y franqueza: “Venimos (Chevron) a hacer inversiones muy modestas, por lo que nuestro aporte a la producción será moderado”. Algunos economistas y articulistas fueron los que agigantaron las expectativas del papel de Chevron y creyeron que con ello tendríamos fiestas patronales permanentes.
Incluso, creyeron que con el “retorno” de Chevron (nunca se había ido, desde que llegó por segunda vez a Venezuela con motivo de La Apertura -1995-) se consolidaría el aumento de producción de crudos de 4, 5 y hasta 6 millones de barriles diarios (MMB/d) para tres años. La historia del petróleo en Venezuela en parte ha estado caracterizada por fabulas, leyendas, mitos, mentiras y medias verdades creadas por ciertos personajes fantasiosos, mitómanos y folklóricos, que rebosan a la empresa de mega proyectos y mega planes a la altura de la cordillera andina, y no pisan tierra para nada, ni siquiera por saber que el petróleo se encuentra en el subsuelo.
Un tiro en el pie
También hay algunos que llegan a afirmar que con la anulación de la licencia a Chevron los EE.UU. se está dando un tiro en el pie; nada más incierto, pues al tratarse de 300 MB/d, eso significa solo el 1.5% de todo el consumo petrolero diario de los EE.UU. (20 MMB/d) y esa cantidad la repone Chevron (EE.UU.) en 48 horas con Arabia Saudita, uno de sus mejores aliados, o bien con Canadá o México, sus vecinos y aliados más cercanos, más allá de sus diferencias arancelarias. El mismo Canadá podría solucionarle de inmediato el suministro de 300 MB/d, con solo disponer menos de su producción cerrada u ociosa ubicada en 350 MB/d. Ya es hora de que los venezolanos empecemos a derrumbar tantos mitos del tema petrolero, dentro de los cuales se cree que seguimos siendo importantes e indispensables para EE.UU., como sí lo fuimos hace 30 o 40 años atrás cuando producíamos sobre los 3 MMB/d. Pero, hoy en día, hablamos del país (EE.UU.) de mayor consumo (20,2 MMB/d) y de mayor producción petrolera (13,7 MMB/d) del mundo, también del segundo mayor importador de crudos del mundo; es decir, los EE.UU., hoy por hoy, es un monstruo del mercado petrolero. Acaso, ¿podría importarle escasos 200 o 300 MB/d, como piensan algunos, o que incluso, por esos 200 MB/d, podría faltarle combustible a la caravana presidencial de la Casa Blanca? No nos sobreestimemos, o sobrevaloremos, más allá de lo que somos.
Sanciones
Y sobre las sanciones hubo un venezolano-americano que apareció por televisión, con ligera pinta de “texano”, y que expresaba admiración por DT y por el partido Republicano, y que haciéndose pasar como Presidente de una supuesta “Asociación de Empresario Petroleros Latinoamericanos de Texas” (?) y afirmando ser amigo de DT, decía que al día siguiente de la asunción de este a la Casa Blanca le pediría una audiencia para exigirle la eliminación de las sanciones contra Venezuela, y que no se iría del Despacho Oval del Presidente hasta que éste no firmara el Decreto que abolía tales sanciones. La verdad es que no lo he vuelto a ver, me imagino que se quedó a vivir en el Despacho del Presidente Trump, pues hasta ahora DT no ha dado la más mínima señal de querer corregir lo heredado del Presidente Biden, y más bien ordenó -un tanto exagerada y apresuradamente- darle un plazo de 30 días a Chevron para que salga de Venezuela.
Aun cuando estamos en contra de las sanciones (siempre lo hemos estado) contra el Estado venezolano (no así contra las sanciones individuales), aquí hay que acotar y aclarar dos cosas: Primero, que no todos los problemas económicos, sociales y políticos son producto de las sanciones, como suele hacerlo aparecer el Gobierno. Los problemas realmente graves que actualmente padece la economía venezolana, incluyendo la situación casi de postración en que está la industria petrolera (debido entre otras cosas, por los groseros desfalcos a los cuales ha sido sometida reiteradamente), vienen desde los años del mismo Hugo Chávez Frías, quien fue el autor y padre de tal engendro, y que NM ha profundizado con particular torpeza, ineptitud e ignorantismo casi absoluto. Los problemas medulares del país aparecieron mucho antes de las sanciones, y solo algunos (muy pocos) se agravaron como consecuencia de las mismas.
Por cierto, nada se dice acerca del aumento de la producción petrolera venezolana durante las sanciones, que ha tenido un crecimiento interanual de 25.000 B/d a través de Chevron, pero ha sido durante el periodo de las sanciones, como tampoco se afirma que la caída de la producción y refinación petroleras de Venezuela vienen desde el año 2005, cuando para nada existía tal concepto en el diccionario de la política venezolana.
Y segundo, las sanciones no vinieron solas, llegaron como respuesta a los reiterados y permanentes atropellos a los derechos humanos cometidos contra el pueblo venezolano, a su derecho a la protesta, libertad de expresión y presos políticos, por el solo hecho de expresar su discrepancia y disentimiento contra las equivocadas políticas del gobierno. Y es más, la supresión de la licencia de Chevron viene por incumplimiento a los Acuerdos de Barbados, de efectuar unas elecciones presidenciales transparentes, pulcras y vigiladas por organismos electorales internacionales. Nada de eso se honró, todo lo contrario, se cometió el mayor mega fraude electoral de la historia (28-J), por lo que el gobierno “instalado” el pasado 10-E fue catalogado por la comunidad internacional de fraudulento, inconstitucional, ilegal, ilegitimo y por consiguiente de usurpador. Esta es la semilla que dio origen a la anulación de la licencia que autoriza a Chevron para producir y exportar (a EE.UU.) petróleo venezolano.
¿Qué vendrá ahora?
Sin Chevron, ¿qué viene para Venezuela? Es lo que se pregunta la mayoría de los ciudadanos de este país de gracia (o desgracia). Tampoco se trata que con la reinserción de Chevron, en noviembre de 2022, llegó a Venezuela la fortuna, la estabilidad económica, el bienestar social para toda la población, bajó la inflación, subió el PIB, y subió la tasa de empleo. Lo lamentamos, pero tampoco es para sentarnos a llorar como si estuviéramos en una funeraria, como si fuera el día D y hasta aquí llegó el final de la historia. La cosa no es tan dramática, lo máximo que nos podría suceder, y es lo más probable, es que PDVSA no esté en condiciones de asumir la producción que deja Chevron (245 MB/d) y no aparezca ninguna empresa petrolera transnacional que asuma tal rol. Atravesamos momentos no solo de incertidumbre, sino también de rechazo por parte de países serios y de tradición democrática. Las empresas petroleras internacionales son muy cuidadosas, y quisquillosas, a la hora de hacer inversiones, y prefieren hacerlo en aquellos países de estabilidad política, económica y social, que les garanticen seguridad jurídica.
(Ccs. 24 Mar. 25)