Charles Kirk y la Segunda Enmienda | Por: Carolina Jaimes Branger

 

Carolina Jaimes Branger

 

El asesinato de Charles Kirk, un activista de derecha estadounidense de 31 años, mientras daba una charla en una universidad de Utah, ha vuelto a levantar el largo y probablemente interminable debate sobre los peligros que entraña la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

Esta enmienda establece el derecho a portar armas a cualquier ciudadano mayor de edad. Si bien muchos lo defienden como un pilar fundamental de la libertad, otros -entre quienes me encuentro- señalan los peligros asociados con esa facilidad de comprar armas. En mi opinión, son muchos más los peligros que los beneficios.

Uno de los argumentos más comunes de quienes han tratado de cambiar esa ley es que el acceso indiscriminado a las armas lleva, en algunos casos, a su uso irresponsable. En Estados Unidos, la posibilidad de que cualquier persona, sin un control riguroso, pueda adquirir un arma de fuego, puede resultar en situaciones peligrosas. De hecho, ya hemos visto cómo en escuelas en muchas partes del país ha habido miles de víctimas de personas que van a descargar sus rabias y sus frustraciones matando niños y maestros. Esto es particularmente relevante y no debe dejarse de lado en un análisis serio: las tasas de homicidio y tiroteos masivos han aumentado en todo el país. ¿Están siendo eficaces las leyes actuales de control de armas? Obviamente no. El 25 de junio de 2024, en vista de que en Estados Unidos mueren anualmente muchas más personas por causas relacionadas con armas de fuego que en otros países de altos ingresos, el director general de salud pública de ese país, el doctor Vivek Murthy, declaró oficialmente que la violencia con armas de fuego era una “crisis de salud pública”.

A pesar de ello, cada vez que se trata de controlar la venta y uso de armas, siempre sale alguien invocando la Segunda Enmienda, un tema profundamente arraigado en el tejido socio-político de Estados Unidos. Mientras que muchos argumentan que este derecho es esencial para la libertad individual, es crucial también considerar los peligros que presentan el acceso incontrolado a las armas.

Las estadísticas públicas muestran también un incremento en el uso de armas en casos de violencia doméstica. Esos estudios han demostrado que la presencia de un arma en situaciones de violencia doméstica aumenta significativamente el riesgo de homicidio. La conclusión es que los conflictos emocionales pueden escalar rápidamente cuando hay un arma de fuego involucrada.

Otro punto de preocupación es el acceso a armas por parte de individuos con problemas de salud mental. A pesar de que en muchos estados existen leyes que prohíben la venta de armas a personas con antecedentes de problemas mentales, la implementación de estas regulaciones puede ser inconsistente. ¿Cómo sabe un vendedor de armas que un cliente tiene problemas mentales? No es obvio en todos los casos. Sin duda, un enfoque más riguroso en la verificación de antecedentes y la evaluación de la salud mental, podrían ayudar a prevenir que las armas caigan en manos peligrosas.

En un país donde desde el alto gobierno se promueve la cultura de la violencia, la facilidad de obtener armas es una aliada, porque fomenta la mentalidad de que recurrir a la violencia como primera opción de resolver un problema es mejor y más expedito que buscar soluciones pacíficas. Y el poderoso lobby de la National Rifle Association ha sido un factor decisivo en la no prohibición de la venta de armas de fuego. Esto ya ha tenido efectos devastadores en la sociedad, especialmente en comunidades jóvenes donde se perpetúan ciclos de violencia. En una charla en 2023, Charlie Kirk dijo: «Vale la pena pagar, lamentablemente, con “algunas muertes” (comillas mías) por armas de fuego cada año para que podamos tener la Segunda Enmienda». Tal vez jamás pensó que la suya podría ser una de las vidas que pagarían por mantenerla viva…

@cjaimesb

 

 

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