Muchos grandes filósofos han insistido en que el humano debe ser muy racional para que pueda lograr autocontrol, serenidad y felicidad. Pero es muy difícil ser totalmente racional. Por ejemplo, el apóstol San Pablo dijo: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Romanos, 7:19). De igual manera, muchas personas se enamoran de alguien que les hace mucho daño, o incurren en una peligrosa drogadicción sin poder dejarla.
Diversos autores han planteado que para entender el motivo por el cual el humano es tan contradictorio e irracional, hay que conocer el proceso de la evolución del cerebro humano que fue chapucero. En general todos los procesos evolutivos son imperfectos en mayor o menor grado. En efecto, el gran científico francés François Jacob (1920-2013), que compartió el Premio Nóbel de Fisiología y Medicina en 1965, propuso en 1977 que la evolución de los seres vivos se parece a un ‘bricolador’ que hace ‘bricolaje’, un término que se puede definir como: “algo elaborado usando cualesquiera materiales estén disponibles”. Por eso, se dice que la evolución es como un ‘chafallón’, es decir, alguien que trabaja de manera chapucera y necesariamente tiene que ser así porque la Selección Natural darwiniana solamente puede trabajar basándose en las estructuras que tiene a mano y las modifica o las hace más complejas. Por el contrario, un ingeniero trabaja con materiales que son lo mejor posible para lo que quiera diseñar y construir.
En el caso del cerebro humano, se sabe que su evolución fue chapucera. El autor estadounidense Gary Marcus (nac. 1970) es investigador de la mente humana y en su importante obra titulada ‘Kluge’ (2008) plantea que nuestra mente de ninguna manera es todo lo racional que podríamos esperar. La palabra ‘kluge’ en la jerga popular significa ‘una solución chapucera o poco elegante para un problema’. En efecto, el cerebro humano ha sido el resultado de un proceso evolutivo en el cual unas partes se han superpuesto sobre otras, y en ese proceso lo ‘racional’ es relativamente reciente y coexiste con lo irracional que es mucho más antiguo. Gary Marcus dice: “al medir nucleótido por nucleótido, el genoma humano es 98.5% idéntico al genoma del chimpancé. Esto sugiere que la gran mayoría de nuestro material genético evolucionó en el contexto de criaturas que no tenían lenguaje, no tenían cultura y no podían razonar de manera deliberada” (1).
Veamos muy sucintamente la evolución de algunos grupos de vertebrados. En el Devónico (hace entre 416 y 360 millones de años) se diversificaron los peces óseos y aparecieron los primeros anfibios tetrápodos. En el Carbonífero (hace entre 359 y 299 millones de años) aparecieron los primeros reptiles. Luego en el Triásico (hace entre 251 y 200 millones de años) aparecen los reptiles de tipo mamífero llamados eucinodontos que ya tenían una corteza cerebral, y también los primeros mamíferos que luego se diversificaron mucho en el Paleoceno (hace entre 66 y 56 millones de años). Ese desarrollo de la corteza cerebral con los eucinodontos y los mamíferos, permitió integrar la información visual, olfativa y auditiva, para recordar dónde están las mejores presas o los depredadores más peligrosos, etc. Luego con la evolución y diversificación de los primates en el Oligoceno (hace entre 34 y 23 millones de años) se desarrolla más la corteza cerebral y si consideramos nuestra propia evolución, vemos que el volumen cerebral ha aumentado más de tres veces desde unos 350-400 cc en nuestro ancestro parcialmente simiesco Sahelanthropus tchadensis de hace unos 7 millones de años hasta unos 1.350 cc en nuestra especie Homo sapiens. Entonces la evolución de nuestra corteza cerebral de gran tamaño ha sido relativamente reciente y se piensa que por eso no somos todo lo racionales que desearíamos ser. NOTA: (1) Pag. 14 en Gary Marcus (2008) ‘Kluge. The haphazard construction of the human mind’. Houghton Mifflin Co.
ernestorodri49@gmail.com