El físico británico Stephen Hawking tomará su lugar entre los científicos más destacados de la historia cuando sus cenizas sean depositadas en la Abadía de Westminster, cerca de las tumbas de Isaac Newton y Charles Darwin.
Hawking murió la semana pasada a los 76 años después de toda una vida dedicado a investigar los orígenes del Universo, los misterios de los agujeros negros y la naturaleza del tiempo.
Devastado por una enfermedad de la neurona motora diagnosticada cuando tenía 21 años, Hawking estuvo confinado a una silla de ruedas la mayor parte de su vida. A medida que su condición empeoraba, tuvo que empezar a hablar mediante un sintetizador de voz y a comunicarse moviendo sus cejas.
Newton, quien formuló la ley de gravitación universal y sentó las bases de la matemática moderna, fue enterrado en la abadía en 1727.
Darwin, cuya teoría de la evolución de las especies es considerada uno de los avances científicos más grandes de todos los tiempos, fue sepultado cerca de Newton en 1882.
El sepelio dentro de la Abadía de Westminster es un honor poco frecuente. Los entierros más recientes de científicos fueron los de Ernest Rutherford, un pionero de la física nuclear, en 1937, y Joseph John Thomson, quien descubrió los electrones, en 1940.