Cartas | Universidad, autonomía y participación | Juancho Barreto González

 

Juancho José Barreto González

proyectoclaselibre@gmail.com

 

Hablo desde la Universidad de Los Andes, Trujillo, Venezuela. Quizá sea rimbombante el nombre de esta carta. La Universidad está eclipsada, la autonomía no existe y la participación secuestrada por los cuerpos usurpadores de su legitimidad. Desde el 2012, el rectorado de la ULA junto con la mayoría del Consejo Universitario se dio a la tarea de “jugar a la candelita”. En ese año y de manera sucesiva, la Sala Electoral ordenaba hacer las elecciones con un nuevo reglamento que garantizara la participación de la comunidad universitaria. Cada orden era impugnada por las universidades. Allí están los documentos. En este ínterin han pasado 16 años, más los cuatro años del rector como vicerrector administrativo. Se generó así una cultura que eclipsó a la ULA, le quitó brillo, le perdimos el respeto. Ahora presenciamos el triste espectáculo de la abulia de una autoridad sin ética y estética, fea, rimbombante y cínica.

El 26 de marzo del 2024 la sala electoral suspendió las elecciones, ya convocadas y con candidaturas inscritas a los distintos cargos de elección. Esto acabaría con la abulia legal o una suerte de estado de excepción celebrado por cúpulas que convirtieron la autonomía en una empresa política para oponerse al gobierno y saquearla internamente. Estas cúpulas hoy muestran intereses corporativos y desean que no haya elecciones, sino que, sigamos en el juego de un país bipolar “con dos presidentes”.

 Los Ulistas honestos lo sabemos. La inscripción de candidaturas fue la reafirmación legal de que queremos las elecciones. La sala electoral no puede ni debe seguir paralizando este proceso que marcaría sin duda una nueva etapa donde la comunidad universitaria y no las cúpulas, se convertiría en el centro de energía para recuperar la autonomía plena, pensar las alternativas culturales para la nación y crecerse en las dificultades.

Reafirmo una vez más nuestro vértice. La universidad es de los universitarios, no de las cúpulas, no del rector, no de la oposición, no del gobierno. Este vértice exige, entonces, la necesidad de una nueva cultura universitaria, directa, honesta, rebelde ante lo injusto y justa frente a la responsabilidad histórica de fuente y matriz republicana y revolucionaria. De allí, ratifico nuestra intención de convertir a la Asamblea de Núcleo o Facultad, con sus nuevos integrantes y atribuciones constitucionales, en el centro dinámico para garantizar el horizonte que ha sido desdibujado por tanta perplejidad y absurdo creado por las peores autoridades en la historia, usurpadora de sus signos, de sus símbolos y de su memoria.

 De cara ante nosotros mismos, de cara a la universidad amada, de cara a la república ideal debemos asumir el reto. Debemos romper anímicamente con el pasado, con el vejamen sufrido desde los antidemócratas que consideran la universidad como un feudo. El feudalismo es retroceso, hay que cortarles la cabeza a los reyes del reinado de la abulia y de la tristeza. Es hora de irradiar, de sembrar, de soltar las amarras.

Sacudir los cimientos para que caigan las costras de la burocracia banal. Reaprender a comprometerse con la verdad buscándola en el pueblo terrestre que lucha contra la opresión. Que desde las aulas seamos capaces de comunicarnos con la sabiduría humana y superar las supercherías académicas semejante a los avestruces. La universidad es un proyecto como lo es el país y el mundo, no su cancelación.

 

 

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil