Cartas | ULA | Por: Juancho Barreto González

 

Juancho José Barreto González

proyectoclaselibre@gmail.com

El logo de los 240 años de la Universidad de Los Andes es casi redondo. Se parece a la cultura dominante en los últimos 20 años, sin pies y sin cabeza.

“Ella abre su closet y da dos pasos hacia atrás. Revisa sus trajes y sus estrategias para acomodarse en la transición hacia no se sabe dónde. Es un personaje exageradamente triste y malicioso. Construyó su virreinato en la ciudad de Los caballeros, allí donde se acuna lo más rancio del oscurantismo”.

En sus principales departamentos y provincias colocó a gente de plena confianza, estos siguen sus órdenes y participan en el retroceso legal y moral. También debemos indicar en el relato universitario, sabe el virrey desechar a quienes no le sirven y con agilidad trágica sustituye a cortesanas y cortesanos.

La vieja anciana conserva en su ímpetu la magia de su espíritu. Dispersos en las distintas aldeas, amantes de todas las edades están reuniendo los nuevos nutrientes para rejuvenecerla en su andar. Sueña la anciana hermosa con los mejores caminos andados, y, más aún, con el horizonte cercano. El rectoralismo grosero nos condujo hacia un imaginario perverso del poder y el corporativismo. Una enfermedad cuyos síntomas se evidencian por todos lados y ha destruido las edificaciones físicas y espirituales. Parafraseando a Mario Briceño Iragorry podemos decir que estamos montados en el aire, nos quedamos sin primer piso.

Hace años llenaban los auditorios para clamar vivas nombrando encargados de la colonia. Reunían hasta la Iglesia. Santificados en tan peculiar proceso de transiciones “se adueñaron de la anciana y la hicieron más anciana”. La corte de los encargos pretendió controlarlo todo para sesgar la participación universitaria. La vuelta a la universidad digna pasa por una exigencia colectiva, la realización de las elecciones aplazadas hace un año, el 26 de marzo del 2024.

“Yo era el único profesor de la colonia presente en el auditorio real. El virrey tomó aire y prorrumpió con su voz de león amaestrado. En las colonias y en el virreinato tenemos enemigos internos…”. Un año atrás a sus representantes yo les había dicho: “es paradójica la Universidad, universitarios persiguiendo a universitarios que luchamos por nuestros derechos”. “Tiene Usted razón profesor” indicó uno de ellos.

Entre nosotros debemos conversar y animarnos. Trabajar un cambio colectivo de actitud creadora. La universidad humana debe colocarse por encima de cualquier contradicción académica o ideológica. Es posible que se crucen las viejas generaciones comprometidas con lo bueno y las nuevas menos acicateadas por el conflicto bipolar que nos ha divido en muchos aspectos. Ya la historia es larga.

“Independientemente del ser y estar del virrey, desde hace tiempo revolotean las alas del espíritu. El funcionariato rectoralista debiera comprender cómo funciona la historia. La estupidez no tiene carácter eterno. Ninguna manipulación detendrá que el río universitario vuelva a su cauce natural. Su fuerza irá apagando la voz insidiosa del león amaestrado.

La comunidad ulandina debe soltar amarras. Que el logo del futuro esté asociado con el vuelo del cóndor y la utopía andina. Ninguna retórica hueca y repetitiva está en capacidad de nombrarnos. El desafío es una semilla de tempestades y creación que despejará el aire de tanto hongo maléfico.

La universidad es pública, es de los universitarios. Y debe reconquistar su autonomía y luchar por lo concreto y lo universal.

 

 


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