Juancho José Barreto González / proyectoclaselibre@gmail.com
En esta carta la palabra “siendo” es muy importante. Queda aquí definida como la capacidad de ser siendo de esto que se es un poco. La comprensión del ser de lo que se es siendo. Cada vez será más personal esta capacidad y comprensión puesto que se pierde la mirada sobre el otro que también es a su manera. Nos enlaza el espacio y sus lenguajes, nuestras acciones y pasiones. Pero, quiero sobrevalorar, darle más valor, a la acción de capacidad de comprenderse y ser desde la propioceptiva, desde la valoración de nuestra propia existencia. Otro pero. Pero, viene el otro con su poder de imponerse, de ser superior a mí y orientarme en su porvenir, desde su comprensión, negando mi existencia y mi capacidad de sobre existir desde mí mismo, mi espíritu como sistema de conexiones con el mundo.
El espíritu humano es la capacidad de relación conmigo mismo y con los otros, sale de mí, se sale de mí y comienza a decirnos lo que yo soy sin tu poder de negar mi capacidad de existir por mi mismo, libre, con y desde mi existencia. Esta sería la Libertad.
Pero, otro pero, viene el ser poder y por su boca dice que es el poder, guiado por un dios poderoso, su aliado, su protector y su guía. Entonces, queda destinado ese poder a dominarnos en nombre de…
Del vientre de la madre al vientre cultural. Desafío y sometimiento. Para pensar necesito la comprensión del ser de lo que se es siendo. Me necesito en mis tribulaciones, mis canas al aire en el mundo de los abismos, de las creencias amoldando el colchón ideológico del estanque de mi corazón. Entonces, temblamos fuerte, el pecho se abre a los fríos y a los calores de la vida, reclamando silencio para que nadie alce la voz, se medita, se pierden los miedos, el silencio vacía el miedo, lo disipa, lo vuelve harapos en medio de la noche.
Saltan las liebres invertidas, cazando a los cazadores echando escupitajos de algo que fue bendito como una bendición. Cruje el león amarillo, muerde con sus dientes de ratón al gran queso llamado América, para los americanos, los únicos, los sobredotados de todos los tiempos y espacios. Será llamado el planeta América, que no quepa la menor duda, tendido sobre un gran cuero seco, “por un lado lo pisan y por el otro lo levantan”.
Deliran mis dedos en esta escritura. Rocinante me pregunta por el quijote, el de las minúsculas aventuras por los lugares manchados del universo, derrotado en cada constelación de la aventura humana, Perdió su aureola como el poeta Baudelaire en las calles malditas de su ciudad de luz, ultimado a balazos en una operación camuflada entre el imperio saliente y el imperio entrante. El entrante sabe que necesita un pueblo imperialista y lo desafía maldiciéndolo, para mostrarle la gran celda de la información, encerrarlo en sus confines y volverlo puro mensaje manipulado al granel de la guardia de turno.
Su primer círculo, como si fuese la extinta madre patria, la reconquista de América. Un ejército furtivo, polisémico y demencial para la reconquista del mundo y ofrecer un gobierno protegido por dios para todos.
Dos eras que chocarán entre sí. La era de la reconquista del planeta y la era de la emancipación de los pueblos, esos que se levantan cada vez que lo pisan. Un ejército de pueblos de hermanos, un ejército de hermanos, sin aureolas y brillantes, terribles y cruentos con lo cruento que martilla los clavos del hombre crucificado por los imperios de ayer y de hoy. Su mayor propósito, la revolución…