Cartas | Saltos humanos | Juancho José Barreto González

 

Juancho José Barreto González

proyectoclaselibre@gmail.com

Algunas de mis cartas insisten en la libertad y memoria personal. Sin ellas, no existen, no se forja, cultural y espiritualmente hablando, la libertad y la memoria colectiva. El tema suele ser delicado por la variedad de “fuentes” que nos informan del asunto. Al mismo tiempo, pienso, debemos superar esta conciencia quebrada estructuralmente, como persona, como comunidad, como patria arriba. Pero el centro es la libertad personal y la apropiación biológica y espiritual del cuerpo en su doble predicado: mente-cuerpo.

Quizá la quinta esencia de la cultura occidental sea, así como con la naturaleza, la domesticación del cuerpo. Debería decir cultura capitalista. Ya no es una propiedad de occidente y su modernidad. Por ello, debemos hacernos todas las preguntas, como personas individuales y en el ámbito no domesticado de las zonas de comprensión. El derecho de preguntar y el deber de responder sin agendas ideológicos sino, mucho mejor, bajo las condiciones de un ambiente hogareño, hermenéutico y no domesticado. Superar los domicilios, un lugar para que nos llegue “todo empacado”. He destacado antes, para este asunto, la importancia de la combinación entre la conversación y la biblioteca para superar la tremenda debilidad por carecer de ejemplos y guías morales y espirituales. Da pena propia y ajena ver a políticos y a “políticas” debiluchos e incoherentes, imitadores y reductores de “lo que antes fuimos y jamás volveremos a ser”.

Unos y otros no son nuestros enemigos, pero tenemos el deber de diferenciarnos. El problema básico de las fuerzas dominantes es creerse exclusivas y salvatorias cuando en el fondo son “parcialidades del mismo laberinto”. Un rasgo distintivo sería saber dónde radica la verdad verdadera del juego laberinto, de repetirse y producir un cansancio clásico. Fíjense en los detalles, nos cuesta ir a las profundidades de las cosas.

Es éticamente obligatorio crear zonas de comprensión. La reunión para crear, no para vender y comprar. “Partir de lo que soy, estando aquí mismo”. Voy a la reunión con los otros para crear lazos de reunión y de franqueza e inventar un buen cariaquito morado espiritual, lingüístico y cultural. Dejar de gritar y quejarse para comenzar a vivir en un compromiso y saldar las deudas que tenemos acumuladas históricamente. Desde mi zona interior me polemizo y comunico, tomo la palabra, bebo lo humano.

Necesitamos crear la soledad crítica y la compañía entre solidaria. El amor humano no es una consigna electoral, tampoco lo es la memoria histórica. Debemos recomponer la memoria histórica, pulirla, hacer las mezclas esenciales para nuestro primer piso de lo venezolano. La república está quebrantada y sus dirigentes huelen a bufo. Somos pedazos sin tradición y memoria, pedazos ideológicos, empresarios políticos. Hemos de aprender a hablar de nuevo, decirnos las cosas. Al paso que vamos nos encontraremos en el domicilio de los loros y de los ignorantes sin retina. Repetimos y no nos vemos.

Justo aquí debemos producir incesantes y pequeños saltos cuánticos, estremecimientos en el espíritu y en la idea llevada al día a día. Llevar la intención en el caminar de salirse de la trampa ideológica del dúo dinámico, romper la caja de presión que no nos deja ser distintos y no dejar fuera ninguna raza ni ningún clamor. Las bajezas deben dar paso a la grandeza de lo pequeño, de lo creativo, del invento por salvarnos de tanta hostilidad de lo humano mismo. Se trata de inventar saltos para salvarnos de los abismos que nosotros mismos nos hemos tendido.

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